La dialéctica wesleyana en base al “pensar y dejar pensar”
Durante los últimos posteos hemos estado reflexionado sobre esta frase de Wesley y sus variadas aplicaciones y consecuencias, tanto para el metodismo en sus orígenes, como para nuestra realidad presente. Hoy veremos de qué manera esta amplitud de pensamiento ayudó a crear un sistema teológico basado en el equilibrio entre opuestos. En un sistema de tensión dialéctica.
Sabemos que, como Lutero, Wesley no fue un pensador sistemático, de allí que su obra, no posee unidad de desarrollo y despliegue sistemático de sus tópicos. Wesley fue, más bien un pastor generando teología en medio de las disputas, de allí la enorme riqueza de su pensamiento ¿En que se basa la riqueza? Se basa precisamente en el hecho de que, en un tiempo tan conflictivo, en el que muchos hubieran optado por refugiarse en la formulación de conceptos rígidos y lineales para subsistir en la enmarañada situación, su pensamiento, por el contrario, en medio de las acusaciones supo convivir con las contradicciones.
Esta ha sido la riqueza principal del ideario wesleyano y allí radica su potencial, esto es en la posibilidad de sostener en tensión equilibrada conceptos altamente contradictorios, o por lo menos que serían opuestos vistos meramente en una visión lineal.
Esta versatilidad que Donald Dayton llama “sistema inestable” del pensamiento wesleyano, es precisamente su riqueza. Esta riqueza dialéctica superadora de opuestos es la que ha permitido que su legado haya sido reclamado y hecho propio por un amplio abanico de tradiciones evangélicas, pero también estigmatizado por otras.
De esta forma el pensamiento de Juan Wesley, en particular su idea de la justificación, puede ser visto como una síntesis práctica alimentada por la confluencia de las principales tensiones entre las expresiones religiosas presentes en Inglaterra y Europa de su tiempo, y a la vez, como el punto de partida y el generador de una nueva explosión moral y religiosa que, aun en nuestros días está en expansión.
Una manera de comprender la “inestabilidad equilibrada” del pensamiento wesleyano y sus énfasis, es a través de la coyuntura y de sus interlocutores.
Si bien Wesley criticó lo que él llamaba “teología controversial” sus principales afirmaciones son realizadas en el pleno fragor de enfrentamientos doctrinales:
Así en discusión con los Moravos, destacó la necesidad de las Obras de misericordia en contraposición al antinomianismo de los “quietistas” que enfatizaban una Sola Fe que llevaba a la inacción. De esta manera unió en tensión el binomio Fe – Obras.
En discusión con los Anglicanos y el peligro del deísmo y el racionalismo de algunos de ellos, enfatizó la revelación y a la experiencia personal de la fe, sin renunciar a la razón. De esta manera equilibró dialécticamente Fe – Razón
En discusión con los calvinistas ortodoxos y el peligro de su doctrina de la predestinación remarcó su adhesión al arminianismo y a la Gracia de Dios, que libera al ser humano y lo habilita a tomar decisiones. De esta manera mantuvo en tensión creativa la Soberanía de Dios – La libertad humana por la gracia.
La síntesis wesleyana nos confronta con la realidad de una teología que puede ser abierta, en la que sus criterios hermenéuticos se contrabalancean, se atraen y se rechazan, se exigen mutuamente y permiten la entrada de la toda la realidad en la teología.
El “pensar y dejar pensar” de Wesley no significaba una invitación a aceptar cualquier cosa. Por el contrario, él tenía muy claro, como vimos, que había afirmaciones con las que nunca estaría de acuerdo, pero su forma de “combatirlas” era contrabalanceándolas con sus opuestos. Así también combinó énfasis que en otras expresiones cristianas iban por carriles separados como Piedad individual y Piedad comunitaria, o Santidad personal y santidad social o en el caso de las Obras las cuales eran consideradas en dos niveles: las obras de piedad para alimentar la fe personal y las Obras de misericordia para alimentar el compromiso social.
De esta manera, como luz que entra impúdicamente en el caleidoscopio y estalla en brillos y colores. Así la realidad compleja que vivió Wesley entra en su universo y conforma su “teología práctica “, sin modelos preconcebidos, sin prejuicios dogmáticos y fundamentalismos de ningún tipo. Permite la entrada de la realidad expresada en muchos elementos que la conforman, externos e internos, ideales y concretos, psicológicos, económicos y sociales, presentes, pasados y futuros. La base ideal para una ética de la gracia de Dios y la responsabilidad humana.
Así, gracias a su “pensar y dejar pensar”, la rica síntesis del pensamiento religioso wesleyano, es modelada a través de su propia experiencia y de la elaboración de una teología práctica, que se resume en: una fe expresada en acciones de amor.
Daniel Bruno para CMEW
Tiempo de pandemia, pero de resurrección
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