Ginkgo Biloba, la planta milagrosa

10 Mar 2022
en Episcopado
Ginkgo Biloba, la planta milagrosa

“Será como un árbol plantado a la orilla de un río, que extiende sus raíces hacia la corriente y no teme cuando llegan los calores, pues su follaje está siempre frondoso. En tiempo de sequía no se inquieta, y nunca deja de dar fruto.”

Jeremías 17: 8

El Ginkgo es un árbol milenario nativo de China. Se recuerda que un árbol de esa especie quedó carbonizado después de caer la bomba atómica en Hiroshima, y poco tiempo después comenzó a brotar, por lo que es considerado como portador de esperanza.

En la ciudad de Rosario el Ginkgo es el símbolo del Museo de la Memoria. Cuando Joan Manuel Serrat lo visitara en el año 2005, por invitación del Obispo Emérito Don Federico Pagura, al prenderse una hoja de éste árbol dijo: “no sé si éste es un museo de la memoria o contra el olvido”.

La memoria es fundamental en el proceso de construcción de identidades. Sin memoria, sería como vivir sin luz que ilumine el camino, o  sería la ausencia de un faro como referencia para los navegantes. Y podemos agregar que sin memoria los pueblos son vulnerables, frágiles y subyugados.

En el mes de marzo tenemos dos fechas importantes que son el 8M, Día Internacional de la Mujer y el 24M, Día de la Memoria. Ambas nos proponen la convocatoria a construir sociedades donde la democracia siga siendo un valor fundante de la pluralidad, la diversidad y la justicia.


Ven, abandona esta madrugada
tus huecos y la soledad
donde encalló el egoísmo
y te fue devorando imperdonable.
Verás entonces, que era solo mística
tu ceguera
que eran sombras en el alma
y que es posible alcanzar juntos el alba
para hacernos día.

Alicia Raquel Burdisso, poetisa de 25 años detenida y “desaparecida” el 21 de junio de 1977.

Siempre tenemos que profundizar en el ejercicio de la democracia superando todo tipo de prejuicios, violencias o exclusión y “hacernos día”, como dice Alicia Raquel.  Sabiendo que «el antónimo del olvido no solo es la memoria, sino que también es la verdad» (J. Gelman).

Sabernos como árboles plantados a la orilla de un río y no dejar de dar fruto, requiere un ejercicio de hacer memoria para no olvidar y afirmarnos en la construcción de un tiempo de mayor fraternidad y sororalidad.

Te propongo aceptar las preguntas de Jorge Semprún –aunque puedan incomodarnos–ante la conmemoración del sexagésimo aniversario de la liberación del campo de concentración nazi en Auschwitz: «Si no hay memoria de verdad, viva y verídica, ¿quién contará a las nuevas generaciones, a la de nuestros nietos, aquella historia? ¿quién transmitirá esa memoria?».

Ginkgo Biloba, la planta milagrosa que da vida a la memoria, permitiendo que el pasado hable a este presente y al mismo futuro, se puede convertir en profecía y visión de un nuevo cielo y una nueva tierra. En este mismo sentido es que el teólogo presbiteriano Rubem Alves afirma que “la memoria tiene una función subversiva”.

Buscar la verdad y hacer que la justicia fluya como un río, curando heridas, sanando grietas abiertas entre los cuerpos y el alma, sigue siendo un ejercicio, aunque doloroso, que nos permitirá estar “llenos de frutos de justicia que viene por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”. “Y seamos llamados y llamadas Robles de Justicia, plantío del Señor…”.


Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más…

Gabriela Mistral

Abrazo fraterno/sororal

Pastor Américo Jara Reyes

Obispo

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