Por más oscura que nos parezca la situación, por más débil que se nos presente la luz para avanzar, para salir del problema, para levantarnos en la vida, elijamos ese pequeño destello, pidámosle a Dios en oración su luz, porque allí el Padre nos va a iluminar todo el camino.
La oración es un don y como tal, es para ser usado. Un don del Creador a su criatura. Usando una imagen más que elocuente en nuestro tiempo, ¡la capacidad de orar es como el “celular” de Dios!
La oración es ese momento de verdadera comunión, donde nada es intransitable, donde todo se puede hablar porque hay un Espíritu que traduce y un Padre que nos ama y nos escucha.
DIOS NO TIENE FAVORITOS, El puede usar tu vida si tan solo le dices: “Dios mío, utilízame tal como soy”
Y este Dios de la ternura, con ojos mansos y mirada de justicia nos enseña su camino a todos los que necesitan encontrar el verdadero, el que conduce hacia la vida plena.
“Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que profesamos, porque Dios cumplirá la promesa que nos ha hecho.”
La oración es el espacio sagrado que tenemos con el Padre, es el lugar de abandonar nuestras cargas y el tiempo de renovarnos para el vivir día a día.
Un equipo ecuménico de Burkina Faso auspiciado por la Comunidad de Chemin Neuf se ha encargado de la redacción del borrador básico de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2024. El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y el Vaticano acaban de publicar el material en diversos idiomas.
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