El ministerio pastoral en la dinámica de la misión

31 Ago 2022
en Artículos CMEW
El ministerio pastoral en la dinámica de la misión

Los desafíos para el metodismo en América Latina
en tiempos de neoliberalismo

El ministerio pastoral en la dinámica de la misión


La Biblia nos brinda abundante material sobre la imagen del pastor. El contexto de una cultural rural de la antigüedad, en la que el apacentamiento de rebaños era una tarea habitual y conocida, hacen de esta figura un recurso didáctico para explicar, por ejemplo, el amor y cuidado de Dios para con su pueblo. Ya desde el Antiguo Testamento aparece Dios como pastor (Ez 34: 31). En el Nuevo Testamento, Jesús mismo se declara pastor (Jn 10: 14). El apacentar implica cuidar y guiar al rebaño (así en Sal 23). También puede observarse que las referencias al rebaño pueden incluir a grupos y personas no contenidas en el grupo inmediato (ver Jn 10: 16).

La iglesia tomó de las Escrituras la figura pastoral para referirse a los ministerios en las comunidades, aunque el Nuevo Testamento da testimonio de otras figuras utilizadas tomadas de la cultura: ancianos, maestros etc. Si bien algunas versiones traducen en varias ocasiones la palabra pastor, sólo en Efesios 4: 11 encontramos una mención explícita a la figura del pastor como un ministerio en la tarea congregacional.

Las controversias teológicas de los primeros siglos dentro de la Iglesia afianzaron la figura del pastor como autoridad doctrinal y responsable de la administración de los sacramentos, para garantizar que aquellas personas reconocidas por la comunidad determinaron lo correcto, en medio de las disputas e interpretaciones que abundaban.

La Edad Media concentró en el ministerio ordenado la regulación de los “asuntos sagrados”, produciendo un sacerdocio de mediación entre el pueblo y Dios. La Reforma Protestante confronta con esa idea sosteniendo el sacerdocio universal de todos/as los/as creyentes.

El metodismo, en tanto movimiento surgido en el seno del anglicanismo, mantuvo el criterio del ministerio ordenado y del sacerdocio universal de los/as creyentes. Sin embargo, la plasticidad con la que se movió Wesley ante cada nuevo desafío, lo llevó a mantener la tensión entre el respeto y reconocimiento al ministerio ordenado de la Iglesia de Inglaterra, y la necesidad de dar respuestas a la enorme cantidad de personas que se sumaban a las filas del metodismo.

En las colonias de América el proceso fue diferente y la llegada de la independencia planteó nuevos desafíos que incluyó la ordenación de ministros. Si bien las funciones del presbítero continuaron de acuerdo a los preceptos anglicanos, nuevas figuras ministeriales surgieron para la predicación, la enseñanza y la guía espiritual de las comunidades.

Desde este trasfondo de la rica herencia de la iglesia universal, el metodismo latinoamericano se nutrió y, particularmente, del modelo que traían los misioneros desde los EEUU. Junto a la formación teológica y la identidad metodista, los misioneros trajeron sus estilos de vida, su bagaje cultural que no siempre era claro diferenciar de los contenidos evangélicos. Recuerdo en mi temprana adolescencia durante una asamblea congregacional, escuchar a un hermano defender la idea de que se necesitaba traer misioneros de EEUU, porque junto a la sabiduría de su fe y su formación, nos traían un estilo de vida que necesitábamos. Teología, cultura y hasta valores ideológicos, parecían un único paquete.

La aparición de seminarios locales en América Latina produjo camadas de pastores y pastoras formados a la luz de escuelas teológicas, provenientes del hemisferio norte, pero ya con una mirada puesta en los desafíos vernáculos. A partir de la década de sesenta del siglo pasado, esta búsqueda de un diálogo entre las problemáticas propias de nuestro continente y de nuestras comunidades, se hizo más evidente. Los procesos de autonomía nacientes acompañaban, simultáneamente y enriquecían el proceso.


Nuevos tiempos para la misión y el ministerio


Tal como se viene planteando en los artículos anteriores, la misión de la iglesia en estos tiempos requiere un repaso y replanteo. El ministerio pastoral es expresión de la misión de la iglesia, este es el orden. La Iglesia Evangélica Metodista Argentina en su Constitución define al ministerio ordenado así:


“La Iglesia Evangélica Metodista Argentina reconoce el sacerdocio universal de los creyentes, así como la necesidad de un ministerio representativo ordenado, llamado por Dios y autorizado por la Iglesia para funciones específicas de la misma.”

Art 7 inc 3

El ministerio ordenado es expresión del sacerdocio universal y es representativo del mismo, como también lo es de la conexionalidad de la iglesia. Inmediatamente aclara que lo es para funciones específicas, de tal manera que no hay modo de confundir representación con sustitución, fenómeno que más abajo abordaremos.

En el presente se detectan algunas tensiones producidas por las expectativas que existen sobre el ministerio ordenado en el marco de iglesias con dificultades para repensar su misión y funcionamiento. Además, el ministerio ordenado ha sido tradicionalmente capacitado de manera formal en instituciones teológicas y sostenido, parcial o totalmente, para garantizar una mayor dedicación horaria a las tareas. Todo esto en el presente aparece en debate. La posibilidad de revisar tradiciones y usos es algo siempre beneficiosos, la cuestión a tener en cuenta es desde dónde realizamos el debate. A continuación, presentamos cuatro descripciones en torno a la misión y al ministerio pastoral.

El ministerio pastoral como figura sustitutiva. Tal como se adelantó más arriba, existe una idea arraigada en las comunidades acerca de que el /la pastor/a concentra la responsabilidad de la misión de la iglesia, produciendo una traslación del sacerdocio universal de los/as creyentes a una persona. La entronización del/a pastor/a como una especie de “creyente ideal” es una manera solapada de exigencia que ninguna persona, ministro o laico, puede soportar. En algunos casos, este fenómeno ha alcanzado a la familia pastoral, provocando una carga insoportable sobre cónyuges e hijos/as.

Lo propio de la tarea pastoral. El Reglamento General de la IEMA define la tarea pastoral del siguiente modo:


“El presbítero es un ministro ordenado para la proclamación de la Palabra, la dirección del culto y la administración de los sacramentos, y para capacitar, guiar y servir a la Iglesia en el cumplimiento de su misión en el mundo, mediante la enseñanza, el consejo y la conducción pastoral.”

Art 701

La ordenación alcanza a la tarea de proclamación, dirección del culto y administración de los sacramentos. Luego indica que capacita, guía y sirve a la iglesia en el cumplimiento de su misión en el mundo. Es importante destacar estos dos últimos elementos: es la iglesia toda la que debe cumplir la misión y ésta tiene al mundo como objetivo.

Pastorear en un continente desgarrado por la desigualdad. En la situación de América Latina, donde millones de personas están condenadas a poseer desfigurada la imagen y semejanza de Dios por las condiciones a las que son sometidas a vivir, es necesario preguntarse ¿Cuál es el rebaño a pastorear? ¿Cuáles son los límites de la acción pastoral? Limitar la tarea pastoral a la administración de asuntos sagrados, cuando lo más sagrado que es la vida humana, se encuentra en riesgo. Estas preguntas alcanzan no sólo a la incumbencia del rol pastoral, sino a toda la misión de la iglesia.

Necesidad de un ministerio pastoral capacitado. En la medida que logremos comprender que la diversidad de dones y servicios en la iglesia permite descubrir también diversidad de ministerios, esto no desdibujará la función del ministerio ordenado. David Bosch, investiga la pertinencia del ministerio ordenado en la misión de la iglesia y afirma sobre el rol pastoral:


“(…) el guardián que ayuda a la comunidad a mantenerse fiel a las enseñanzas y las prácticas del cristianismo apostólico. (…) El sacerdocio del ministerio ordenado existe para facilitar, no para remover, el sacerdocio de toda la iglesia.”


Estos tiempos requieren discernimiento espiritual, social, político y cultural. Es por ello que se requiere un ministerio ordenado preparado con las herramientas que posibiliten el acompañamiento adecuado a las comunidades. Jesús le reclamaba a los líderes religiosos preparados que fueran capaces de discernir los tiempos, porque la agenda de la iglesia está en el mundo y no dentro de los templos.


“Los fariseos y los saduceos fueron a ver a Jesús y, para tenderle una trampa, le pidieron que hiciera alguna señal milagrosa que probara que él venía de parte de Dios. Pero Jesús les contestó: «Por la tarde dicen ustedes: “Va a hacer buen tiempo, porque el cielo está rojo”; y por la mañana dicen: “Hoy va a hacer mal tiempo, porque el cielo está rojo y nublado.” Pues si ustedes saben interpretar tan bien el aspecto del cielo, ¿cómo es que no saben interpretar las señales de estos tiempos?”

Mt 16:1-3

Para dialogar en grupos


Si ya se ha debatido en torno a la misión de su congregación, ahora podrían conversar acerca de qué ministerio pastoral sería apropiado para esa misión.

Qué otros ministerios posee la comunidad y dialogar sobre cómo capacitarlos y apoyarlos. En esto, la labor pastoral es importante ¿Por qué?

Qué desafíos demanda el barrio o la ciudad en la que se encuentra la comunidad.


Claudio Pose para CMEW


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