El Metodismo después de Wesley: La Nueva Conexión y el Metodismo primitivo
El enérgico liderazgo de Juan Wesley creó en algunas décadas un movimiento de fe sólido, creciente y organizado. El metodismo se caracterizó por el seguimiento de las personas, la atención integral del ser humano, el cultivo de una fe en Jesucristo arraigada en las Escrituras, la oración y la comunión fraternal. Todo ello en el marco de una organización y administración que garantizaba el apoyo mutuo, solidario y participativo.
Wesley forjó la impronta de esta arquitectura eclesial, siendo su liderazgo tanto espiritual como administrativo. Esta fortaleza podría devenir en debilidad, desde el momento en que el líder ya no estuviera. Entonces nos preguntamos ¿Qué fue del metodismo de las décadas siguientes a la partida de su líder a la presencia del Señor?
En los escritos de los últimos años de Wesley se observa cierto desencanto en lo que veía en el movimiento. Tomemos algunos pensamientos que el mismo adalid del metodismo expresó:
“Ruego a Dios que me permita, antes de que vaya y perezca, levantar mi voz una vez más, como un toque de trompeta, para alertar a aquellos que ganan y ahorran cuanto pueden, pero no dan todo cuanto pueden. Son fundamentalmente estas personas quienes continuamente ofenden el Santo Espíritu de Dios, y son responsables en gran medida de que su gracia no descienda en nuestras asambleas. Muchos hermanos nuestros, amados de Dios, no tienen comida, no tienen vestido con qué cubrirse, no tienen dónde recostar su cabeza.” (Sermón 122, año 1789)
Duras palabras pronunciadas hacia dentro del movimiento metodista. Wesley señala con pesar que la gracia divina no parece estar presente en los encuentros del movimiento ni en sus celebraciones.
El malestar en el movimiento metodista ya existía y por varios temas. Wesley señala algunos, pero incluso antes de la muerte de Wesley ya se levantaron voces que expresaban disconformidad no sólo por la pérdida del compromiso militante de la fe, sino también por una organización que se convertía en rígida y clericalista.
Alexander Kilham era un joven ministro itinerante regular que el mismo Wesley había admitido en el ministerio. En 1790 reclamó cambios en el movimiento, pidiendo participación equitativa de laicos y ministros en la Conferencia y elecciones libres de laicos como líderes y administradores de clases.
El reclamo resultó inadmisible para la Conferencia y Kilham, junto a William Thom formaron un espacio denominado “La Nueva Itinerancia” que luego pasó a ser “La Nueva Conexión Metodista”, finalmente se unió a la Iglesia Metodista Unida (en 1907). Actualmente, integrante de la Iglesia Metodista de Gran Bretaña.
Kilham también intentaba revitalizar el espíritu comprometido con las circunstancias sociales de la época. Son conocidos diversos panfletos que divulgaba bajo un seudónimo en el que daba cuenta de las condiciones sociales y el estado del cristianismo, pasivo ante ello. Un párrafo de dicho panfleto explica el clima de época dentro y fuera de la iglesia:
“Aborrecemos el comportamiento de los nerones represores y todas las acciones sangrientas de la gran ramera de Babilonia y, sin embargo, siempre que tenemos ocasión, pisamos sus mismas huellas.”
En la última década del siglo XVIII el metodismo sufría grandes transformaciones, junto a la sociedad británica. Europa crujía por los estertores de la Revolución Francesa. La Revolución industrial comenzaba a dejar su marca en la miseria y el desempleo de los sectores más desvalidos de la sociedad. En ese panorama, los metodistas buscan comprender y adaptar su misión, a la vez que despiden a su gran líder y fundador. El historiador británico Edward Thompson describe el momento:
“La muerte de Wesley en pleno ascenso de la marea general radical, fue como un ‘¡rompan filas!’. Planteamientos organizativos contrapuestos fueron expuestos y defendidos con una pasión tan significativa como las mismas materias sometidas a debate.” (E. Thompson en “La formación histórica de la clase obrera”, Tomo I).
Otra expresión disidente apareció en los primeros años del siglo XIX. Liderada por Hugh Bourne y William Clowes, que, en 1807, en la convicción de que era necesario volver a los orígenes del movimiento, convocaron a una gran reunión con predicación al aire libre. Las personas que se convirtieron y se sumaron al movimiento no fueron aceptadas por la Iglesia Metodista y estos líderes fueron reprendidos. La tensión derivó en la separación de esta corriente que conformó la Iglesia Metodista Primitiva, nombre derivado de su énfasis en la vuelta al metodismo primitivo. Actualmente, esta iglesia se sumó en 1932 a la fundación de la Iglesia Metodista de Gran Bretaña.
Los dos grandes focos de tensión en la sociedad británica, seguían siendo la monarquía (y lo que representaba) y la Iglesia Anglicana. Wesley mantuvo un equilibrio en esa tensión. Si bien crítico de la monarquía, defendió siempre sus ideales pro-monárquicos. A la vez que, nunca permitió la separación de los metodistas del anglicanismo.
Nuevos aires se respiran en la Inglaterra de la revolución industrial y en el metodismo, ya liderado por la segunda generación. Las varias caras del metodismo postwesley, no pueden encasillarse con facilidad. La existencia al menos, de tres corrientes no explica totalmente el escenario. Si bien, la Iglesia Metodista (ya escindida del anglicanismo) expresa la organización tal como Wesley la diseñó, no lograba adaptarse a los cambios repentinos, haciéndose rígida y un tanto clericalista.
Por otro lado, la Nueva Conexión Metodista y la Iglesia Metodista Primitiva, abandonaban cierto rigorismo administrativo, pero volcaban la experiencia de la organización del movimiento eclesial a la organización social de los trabajadores, dando lugar a múltiples sociedades de socorro mutuo, que fueron el rostro visible de la organización de los trabajadores y desocupados, que luego devino en la sindicalización.
Hemos compartido un vistazo de lo que sucedía en el metodismo temprano sin Wesley en Gran Bretaña, sólo a grandes trazos. En las próximas semanas compartiremos algunas de las experiencias y luchas del metodismo para llevar adelante una misión integral donde la santidad personal y la santidad en amor al prójimo buscaron conjugarse, como señal distintiva de esta particular expresión del Pueblo de Dios.
Claudio Pose para CMEW