El devocional del Obispo

Paz y bien amada hermandad.

Que la Ruah del Dios de vida les renueve las fuerzas en la tarea diaria de sus diversos ministerios.

“… cuando tú des un banquete, invita a los pobres, los inválidos, los cojos y los ciegos; y serás feliz.”

Lucas 14:13-14

Comensalidad significa comer y beber juntos y juntas en torno de la misma mesa.

En el movimiento originario de Jesús la comensalidad se convirtió en una expresión concreta de la vivencia del Reino de Dios creando lazos de comunión. Esta propuesta de comensalidad tiene profundas implicaciones en la fidelidad del seguimiento de Jesús, cambia la vida litúrgica de las comunidades de fe y vuelve a repercutir en el andar cotidiano de la fe.

Alimentarse es vivir, y vivir en humanidad es socializar el alimento, provocando así comunidades de hermanos y amigas, que practican de forma agradecida y alegre el don que el mismo Dios les ofrece, y son capaces de dialogar en torno a la mesa común. Nada ni nadie puede contener la fuerza transformadora de la esperanza en el pan y el vino de la mesa compartida.

La mesa ha de reflejar otro tipo de relaciones humanas. No puede ser, como sucede en nuestro mundo, lugar de exclusión y de reforzamiento de prejuicios. La mesa cristiana tiene que ser abierta, fraterna, sororal, sin jerarquías. En definitiva, esta cena será símbolo y anticipo de un mundo nuevo y expresión del amor nuevo de Jesús.

Abrámonos a la visión alternativa de las mesas que habilitó y patrocinó Jesús y que guíen nuestros estilos a la hora de conformar las mesas hospitalarias para una nueva comensalidad. Que nuestras mesas sean el reflejo de comunidades sororales, fraternas, abiertas, integradoras, no aisladas y con una firme vocación de ser parroquias del mundo

“Hay alegría en mi corazón
Con tu presencia, me traes el sol
Manos sencillas, manos de amor
Tienden la mesa y le dan calor
El pan caliente sobre el mantel
El vino bueno y un gusto a miel
Habrá en mi casa mientras estés”