Paz y bien amada hermandad.
«Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo». Mateo 28.19-20
Nadie puede cumplir y desarrollar lo encomendado por sus propios medios. Se requiere, primero, el poder y la autoridad de Dios, centralizado en el Padre, Hijo y Espíritu Santo. El amor y la gracia de Dios son la razón y la motivación para cumplir la misión encomendada en nuestro tiempo e historia. También es cierto que ningún individuo, ni iglesia, ni denominación pueden cumplir con la misión de manera solitaria.
La narrativa de Mateo es un gran testamento sobre el llamado a ser una comunidad santa, escogida para impactar el mundo en el nombre del Dios trino, celebrando la unidad y el compromiso con Dios y con el pueblo.
Damos gracias por que la iglesia no solamente tiene una misión, sino que está en misión, cumpliendo con la responsabilidad apostólica por palabra y obra, como modo de estar y vivir en el mundo.
Amada hermandad la tarea y ministerio es impartir la gracia de Dios en tanto estamos sobre la faz de la tierra, “hasta el fin de los siglos». Nunca creamos que hemos terminado, nuestra tarea nunca está cumplida. Debemos perseverar siempre, haciendo “discípulos en todas las naciones, bautizando a ellos en el nombre del Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, enseñando a ellos a observar todo lo que Cristo nos ha mandado.
Sigamos rectos en lo que Dios nos llama a hacer siendo files a quienes somos, sin temor al futuro, ni a nuestra herencia wesleyana y metodista, que posee y exhibe un “optimismo de gracia”. Por lo cual sigamos difundiendo la santidad bíblica, que no es simplemente la ausencia de pecado, sino la transformación interna y externa, que nos lleva a una vida de amor a Dios y al prójimo, reflejando la imágen de Cristo Jesús.
“¡Lo mejor de todos nosotros es Dios con nosotros!”
Abrazo cálido y sereno.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo
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