Paz y bien amada hermandad.
Que en cada uno de sus ministerios el Dios de toda gracia les respalde con su poder.
«¡Síganme, que yo los haré pescadores de hombres!».
Marcos 1:17
‘Síganme’, esta palabra en toda su sencillez, nos vocaciona y a la vez nos mandata con intensidad en relación con Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios. Hemos aceptado esta invitación simple en la fe y, muy a menudo, al evaluar nuestro camino reconocemos que iniciamos con una mínima comprensión de la decisión tomada y que, en definitiva, transformó nuestra vida.
Y en este camino, en tanto le sigamos, seremos pescadores de humanidad. Ésta es su promesa para discípulos y discípulas. La exclusividad no tiene lugar en el discipulado. Todas las relaciones centradas en Dios son inclusivas y nuestro evangelismo no tiene nada que ver con números o capacidades, aunque sí con todo lo que se puede hacer con amor, generosidad, inclusión, en fin con todo lo que abarca la vida y el amor de Dios.
En el centro de nuestro discipulado ha de estar nuestra reconciliación con Dios, pero esto nunca será completo si no logramos la paz con nosotros mismos, en comunión con todo el Cuerpo de Cristo, caracterizada por una relación renovada con la familia humana y en armonía con la creación toda.
Aspectos claves para todo seguidor o seguidora de Jesús será la lucha por las cuestiones ambientales, la construcción y el mantenimiento de la paz, la complejidad en las relaciones humanas, la verdad, la justicia y el amor, y con el cuidado de nuestra familia y de nosotros mismos.
Confiamos en que, cada vez que se manifiesta un nuevo énfasis sobre Jesús, se hace presente un nuevo entusiasmo y poder revitalizador. Oramos para que la persona de Jesús vivifique e ilumine nuestro tiempo e historia.
Abrazo cálido y sereno.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo
Suscribite al envío por email Suscripción