El devocional del Obispo

11 Jul 2024
en Espiritualidad y devoción
El devocional del Obispo

Paz y bien amada hermandad

Sea el soplo tibio y tierno del Espíritu del Dios de la vida sobre sus vidas y sus ricos y diversos ministerios en estos fríos días.


“Entonces Jesús tomó a los niños en sus brazos, puso sus manos sobre ellos, y los bendijo”

 

Marcos 10:16

La niñez en tiempos de Jesús estuvo invisibilizada y fue mirada como los seres que en el futuro serían adultos, útiles y utilizables. Eran los miembros más débiles y vulnerables de la sociedad. En aquella época la mortalidad infantil alcanzaba hasta el 30 por ciento. Otro treinta por ciento moría alrededor de los seis años. La niñez era en ese tiempo “tolerada” por la simple esperanza de que llegarían a mayores y no eran contados como personas.

La enseñanza de Jesús es clara: el camino para adherirse al proyecto de Dios es aceptar a su Hijo Jesús presente en los pequeños y las infancias carentes de entidad.

Jesús muestra una atención muy particular con los pequeños y pequeñas porque quiere ver entre los suyos una atención prioritaria hacia los más desheredados, los «más pequeños de sus hermanos», los que cuentan poco porque no tienen poder ni prestigio. Ellos y ellas, los invisibles, las descartables, son el camino, el paso obligado, para vivir en comunión con Él. Es imprescindible la participación de las niñas y niños en la Misión, por ello las iglesias y el liderazgo animador deben promover y afirmar una nueva historia, la del protagonismo de los pequeños y pequeñas en el Reino de Dios y su misión.

Solo si nos convertimos y nos hacemos como niños o como niñas podremos entrar al reino de Dios, según la sentencia meridiana de Jesús. Solo la danza alegre, la capacidad de jugar con gracia y sin tiempo, posibilitan el triunfo de la libertad, haciendo emerger un mundo posible de ser amado. Cada vez que su dignidad es negada o reducidos sus derechos por causa de la injusticia, Dios levanta su voz: “dejen que los niños vengan a mí”.


“Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más…”

G. Mistral

Abrazo cálido y sereno.

Pastor Américo Jara Reyes
Obispo


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