El concepto de perfección de Wesley y la teología pentecostal

22 Sep 2021
en Artículos CMEW
El concepto de perfección de Wesley y la teología pentecostal

El pentecostalismo en su manifestación contemporánea se manifiesta a partir del llamado Avivamiento de la Calle Azusa dirigido por el pastor afroamericano William J. Seymour en una Iglesia Metodista Episcopal Africana de Los Ángeles, California, en 1906.  Aparte de esta vinculación de origen, ¿qué otros aspectos teológicos unen al metodismo con el pentecostalismo? ¿Existe tal unión? ¿Hasta qué punto se puede hablar del pentecostalismo como heredero del metodismo?

Para ir directo al punto debemos decir que el concepto de “perfección” en el pensamiento wesleyano ha sido la base principal desde la cual, abrevaron primero los énfasis centrales del Movimiento de Santidad y más tarde del pentecostalismo.  Pero debemos advertir que Wesley ha dejado varios cabos sueltos sobre la idea de “perfección” lo que ha favorecido el surgimiento de distintos tipos de interpretaciones sobre su sentido.

Wesley enfrentó un desafío teológico en el siglo XVIII. Sesgadas interpretaciones de los postulados básicos de la Reforma habían generado la idea de que la “sola fe” anula o hace innecesaria las buenas obras o la santidad personal. Wesley debía contrarrestar esto.  Por lo tanto, sintió la necesidad de enfatizar sobre la doctrina de la santificación: el crecimiento en la gracia a lo largo de la vida, incluso después de la justificación inicial (salvación). Y así, la doctrina de la santificación lo llevó a encontrarse con el concepto de “perfección”.

La mayoría de los teólogos occidentales entendieron la palabra latina perfectus (“perfecto”) en términos estáticos. La palabra perfectus significa una perfección absoluta que está terminada y completa, una “perfección perfeccionada”. Por definición, esta perfección no se puede mejorar. Entendido de esta manera, es obvio que la perfección sólo puede atribuirse a Dios.

Wesley, sin embargo, de ninguna manera enseñó la perfección absoluta. Conocía a los padres de la iglesia primitiva que escribían en griego y latín, y los leyó en los idiomas originales. Estaba especialmente familiarizado con los escritores anteriores a Nicea que escribían en griego. Usaron la palabra griega teleiosis (“perfecto”) del Nuevo Testamento, que no es estática, en contraste con el término latino estático perfectus. La teleiosis es un término dinámico que implica un crecimiento continuo y un movimiento continuo hacia una madurez cada vez mayor … Debido a que muchos en la época de Wesley entendían el término perfecto en su significado latino en lugar de en su significado griego, podemos entender cómo los oponentes teológicos de Wesley e incluso algunos de sus seguidores fácilmente podrían haberlo entendido mal. La perfección que enseñó Wesley no fue una perfección estacionaria o completa. Era una perfección relativa, una perfección de amor que conduce a grados cada vez mayores de santidad.

Hacia fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, se produjo en Estados Unidos el Segundo Gran Despertar, del que surgió el denominado Movimiento de Santidad. Entre 1811 y 1825, el teólogo metodista Adam Clarke difundió la idea de enfatizar más en el Espíritu Santo, y en 1840 el Movimiento de Santidad comenzó a predicar acerca de la doctrina del bautismo en el Espíritu Santo.

La idea de perfección acabada (perfectus), (la cual como dijimos no era la visión de Wesley) fue alimentando la discusión dentro del Movimiento de Santidad, y esta se centró en si a ese estado de perfección acabada se llegaba de manera “gradual” o era “instantánea”. Entre los cabos sueltos que había dejado Wesley, había algunos que permitían inferir, de citas muy acotadas, la idea de perfección instantánea. Aunque en la mayor parte su pensamiento se vuelca a la visión gradual y progresiva.

Hacia 1870 Asa Mahan, pastor de la Iglesia Metodista Wesleyana y activo participante del Movimiento de Santidad, publicó un libro llamado “El Bautismo del Espíritu Santo”. En este libro Mahan asocia la perfección instantánea con el bautismo del Espíritu Santo.  De esta manera, la principal doctrina pentecostal emergida de una libre interpretación del concepto wesleyano de santificación, se iría desarrollando en el movimiento de santidad, hasta confluir con el nacimiento del movimiento pentecostal a principios del siglo XX.


Daniel Bruno para CMEW



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