Carta Pastoral: Clamor por justicia y solidaridad
¿Dónde está tu hermana y dónde tú hermano?
Un clamor recorre el territorio. Los clamores de la casa común con millones de familias heridas por el utilitarismo despiadado, que nos rememoran los peores momentos del empobrecimiento de nuestra Patria fruto de políticas económicas del despojo.
Dar la espalda a las familias más pobres para satisfacer la avaricia de los ricos, la destrucción de la industria nacional y el planeamiento de una economía entreguista se parecen mucho a aquel nefasto «Proceso» que diera inicio en 1976 y a la entrega padecida en la década de los 90.
Nos preocupa sobremanera la derogación de leyes que limitan la extranjerización de la tierra, ofertando los recursos naturales al mejor inversor, cuando los salarios de trabajadores y trabajadoras, la salud, las jubilaciones, la educación y la investigación científica son percibidos como un gasto y no como inversión en humanidad y en un futuro más esperanzador.
Resulta imposible no cubrirse el rostro de vergüenza ante el drama de los adultos mayores, mujeres y hombres, que junto a las infancias y la juventud, padecen el persistente abandono de políticas públicas que no les contemplan.
Escandaliza que la universidad pública esté sin financiación y en una situación de extremo peligro por la asfixia presupuestaria, evidenciando un disciplinamiento en el que todo lo público resulta perseguido por una narrativa antiestatal.
Nos alarma que se pongan en duda las políticas de derechos humanos, que se niegue a las desaparecidas y desaparecidos, que se entronice a quienes fueron condenados por delitos de lesa humanidad como patriotas.
Somos de aquellos y aquellas que creen en la justicia social como un horizonte para elaborar proyectos desde donde soñar nuestra convivencia.
Por ello es que nuestro compromiso social –como creyentes y comunidades a la luz de las exigencias de la fe y de la realidad actual– nos llevan a seguir afirmando que:
“el hombre se encuentra alienado en todo sistema económico-social que lo transforme en instrumento del mismo, impidiendo la formación de una comunidad en la que los recursos naturales y los productos del esfuerzo humano sean aprovechados íntegra y equitativamente, en la que todo hombre tenga acceso a las condiciones que posibilitan una vida verdaderamente humana, sea partícipe de la cultura y de la educación, y tenga la posibilidad de expresarse creativamente.
Afirmación de Principios Sociales de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina
¡Rostros que claman justicia son claros signos de los tiempos. Y lamentamos la respuesta cargada de enorme insensibilidad social de parte de las autoridades gubernamentales, así como escandaliza la cultura del odio y el individualismo extremo que se quiere hacer moneda corriente entre nosotros.
Ante ese clamor no se puede permanecer impasible, siendo presa de un egoísmo encallecido e insensible al dolor del pueblo.
“Más bien, el ayuno que yo quiero es que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos, ¡y que se rompa todo yugo! Ayunar es que compartas tu pan con quien tiene hambre, que recibas en tu casa a los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la espalda a tu hermano! Si actúas así, entonces tu luz brillará como el alba”
Profeta Isaías 58:6-8 (RVC)
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo