Los Mineros de Kingswood y el renacer profético del movimiento metodista – Primera entrega
En octubre de 1738, en la ciudad minera de carbón de Kingswood, estalló una disputa de precios. entre los propietarios de minas que decidieron recortar los salarios de los mineros para compensar sus pérdidas financieras. La respuesta fue inmediata: los periódicos locales informan que Los mineros llevaron a cabo un alboroto generalizado en el vecindario que duró cuatro días. Esta fue una escena recurrente en Kingswood, una ciudad conocida por numerosos levantamientos como este. No muchas semanas después de este incidente, un joven predicador llega a Kingswood y reúne a los mineros en los campos abiertos. George Whitefield, ve a la multitud como» ovejas que no tienen pastor «y se para en un monte para dirigirse a ellos. La ciudad, tan acostumbrada a los disturbios de los mineros, se convierte en el epicentro de un avivamiento que surge de la experiencia de la predicación en el campo. Y no voy a repetir lo que claramente Daniel Bruno compartió en los ensayos del 21 y 29 de Abril de este año, titulados Abril 1739 – Comienzo del movimiento de masas metodista (Primera y Segunda parte). Simplemente recordar que el 2 de abril de 1739 Juan Wesley – imitando a George Whitefield -decide “ser mas vil” y comienza la predicación al aire libre. Nos recuerda que desde el principio fue un movimiento en gran parte para y entre los pobres, aquellos a quienes “caballeros” y “damas” veían simplemente como parte de la maquinaria del nuevo sistema industrial. Los Wesley predicaron, las multitudes respondieron y nació el metodismo como movimiento de masas, que progresivamente se consolidó , gracias a la organización de los Wesley y del metodismo originario.
Si quisiera compartir algunas discusiones de historiadores sobre este hecho clave del movimiento. Según visiones clásicas de estudios sobre el metodismo originario, afirman que los disturbios políticos y el avivamiento metodista van en direcciones opuestas. Es conocida la tesis del historiador francés Elie Halévy cuando defendió que el movimiento wesleyano impidió una revolución violenta en Inglaterra y, en cambio, permitió una transición pacífica a la era industrial (Halévy, E. 1924 “A History of English People in 1815”.Londres.). El consenso en esta línea acorde a Halévy es que el «entusiasmo» del avivamiento metodista interrumpió una revolución social aparentemente inminente. El historiador Thompson tiene un argumento similar al anterior , a saber, que el movimiento metodista tuvo un efecto contrarrevolucionario en el contexto inglés, en especial luego de 1790 cuando se conforma como metodismo separado de la Iglesia Anglicana. A pesar de que considera que sus avances originarios en primer lugar fueron en la clase obrera industrial, que muchos de los metodistas eran los pobres y su gran expansión inicial fue en los distritos mineros y fabriles, donde ofreció a las personas desarraigadas y abandonadas de la Revolución Industrial , un lugar en medio de un mundo por lo demás hostil (E. P. Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra, Ed. Critica, Barcelona, p.389-390), no deja de manifestar que a través de su moral y disciplina el metodismo contrarrestó la incipiente revolución.
Y en esto hay que reconocer que el Metodismo Wesleyano ya llegando a principios de siglo 19 (y habiendo sufrido de algunas divisiones, la primera fue del Metodismo de la Nueva Conexión en 1796 y posteriormente el Metodismo Primitivo en 1811) tenía muy fuerte presencia en las áreas urbanas y “la separación con de la Iglesia de Inglaterra hizo que buscara cierta respetabilidad y una referencia de clase en la clase media, aunque en sus filas había obreros y clase media baja.” (Diomede H., La Tesis de Hálevy y el movimiento metodista en Inglaterra, Acad. Edu, www.academia.edu/15278468/)
Pero hay algunas miradas distintas sobre esto en los últimos años. En su ensayo The Revival of the Common: Spiritual Revival and Political Revolution in the Wesleyan Movement, (Oxford, E.M.T.M., Agosto 2018), el pensador Filipe Maia plantea que la práctica de la predicación del campo fue central y clave del avivamiento wesleyano y propone que la predicación de campo constituyó al metodismo originario, como un espacio socio político de renacimiento de lo común. Ese ambiente de revuelta política de Kingswood – y de otros pueblos de Inglaterra- organizado en asambleas de personas como reuniones de trabajadores, que reclaman el acceso al espacio común, no solo marcaron el período de la Revolución Industrial inglesa sino que marcó al metodismo en su origen. En otras palabras la predicación de campo vincula indeleblemente el avivamiento wesleyano con la agitación política de la Revolución Industrial. Multitudes de trabajadores desenfrenados y multitudes de creyentes se reunieron en un mismo acto de protesta profética, para una población desplazada.
Y esto lo vemos en otras miradas historiográficas del metodismo y en el propio Wesley. Para lo primero F. Maia cita al historiador John Walsh quien destaca que “el resentimiento de la nobleza y el clero [contra el metodismo] no es difícil de explicar … Lo temían como un desafío al orden público y a la autoridad de su clase. Dos aspectos del movimiento dieron especial motivo de alarma. Primero, en una época en la que las agencias gubernamentales eran decididamente descentralizadas el metodismo parecía más siniestro debido a su organización articulada y nacional. En segundo lugar, se dirigió principalmente a los pobres, a quienes educó en cuadros disciplinados, que poseían su lealtad a los líderes más allá del alcance de cualquier autoridad local.” (John Walsh, “Methodism and the Mob in the Eighteenth Century,” in Popular Belief and Practice …, 8 (Cambridge [Eng.] University Press, 1972), trad. Propia, p.218.
Y para el propio Wesley cabe señalar que la decisión de enfrentarse a los mineros en campo abierto, resultó transformador para él. Richard P. Heitzenrater hace la sugerencia de que fue la experiencia de la predicación en el campo lo que cambió el enfoque de Wesley , de su angustia personal en torno a la seguridad personal de la fe hacia una con «más sentido público y evangélico de la vocación ” y “sintió la confirmación de su propia fe y esperanza en la gracia de Dios “( Wesley y el pueblo llamado metodista , Ab. Press, Nhasville, 2001, p.95). El 4 de abril de 1739 Wesley escribe en su diario lo que equivale a una defensa teológica de la predicación de campo: «¿Quién se atreve a negar que esto es (en lo sustancial) un medio de gracia ordenado por Dios?” ( Diarios, Obras de Wesley, T XI, p. 105).
Pablo Oviedo para CMEW