Vasijas de barro – 15 de mayo
15 May 2021
en Espiritualidad y devoción
Paz y bien amada hermandad.
En el deseo de que estén en todo creciendo en la gracia y el amor de Dios. Y en todo esforzándose por ser hacedores y hacedoras del bien es que les comparto esta breve reflexión o impulso deseando nos ilumine y motive en la tarea.
En el Evangelio de Marcos encontramos en los versos 16 y 18 de su capítulo primero este brevísimo llamado.
Les dijo Jesús:
Síganme, y yo haré que ustedes sean pescadores de hombres.
Al momento dejaron sus redes y se fueron con él.
Pensaba en el sentido de acuerpándonos para la misión y el sentido de nuestro discipulado como parte del liderazgo de la iglesia y el de la iglesia toda: cada hermana y hermano. Reafirmar que nuestro discipulado está arraigado y centrado en Jesucristo y donado por el mismo Espíritu de Jesús. Que es para siempre y para la vida íntegra. Que tiene pleno sentido en el contexto de la comunidad de discípulas y discípulos y no de modo solitario. Y que se sabe llamado a transformar las estructuras de un mundo de pecado, amando y sirviendo en obediencia fiel y tierna, así como en adoración y entrega a Dios.
“Jesús nunca pide admiradores, adoradores o adeptos. No; él llama a discípulos (discípulas). No son partidarios/as de una enseñanza sino seguidores/as de una vida lo que Cristo está buscando”
Søren Kierkegaard
El compromiso al discipulado lo que resulta en ser mejores discípulos de Cristo y el desafío de formar discípulos de Cristo, que desean orar y trabajar para transformar al mundo dirigidos por el Espíritu Santo, es un tema vital e irrenunciable para nuestra amada iglesias.
En su misma génesis el metodismo hunde sus raíces que lo constituyen como un movimiento del discipulado y un movimiento que forma y equipa discípulos y discípulas. Se encuentra en nuestro ADN el anhelo incesante de encontrar los mejores modos de ser discípulos/as de Jesucristo, así también el ofrecimiento de este camino a nuestras gentes como posibilidad cierta de andar en camino de verdad y vida.
Nuestro presente y futuro está absolutamente imbricado en el recupero urgentísimo de un discipulado contextual y contemporáneo y la necesaria formación de un discipulado para transformar el mundo en el poder del Espíritu es posible y resulta también necesario.
Afirma J. Wesley que, «la iglesia no transforma el mundo haciendo nuevos convertidos. Ella transforma el mundo haciendo discípulos/as»
Abrazo cálido y sereno en Cristo Jesús.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo