¿Evangélicos? – Lo que dejó el webinar

26 Ago 2020
en Capacitación CMEW, CMEW
¿Evangélicos? – Lo que dejó el webinar


Presentarse hoy como evangélico; ¿explica o confunde? En una de las clases del curso de Formación de Agentes de Pastoral Popular, surgió la necesidad de abordar la temática.
¿Qué decimos hoy cuando decimos “evangélico” a nivel público? En el segundo webinar organizado por el CMEW se trató esta temática. Participaron del panel el Pastor emérito Mercio Meneghetti, de la Iglesia Metodista en el Uruguay, y por la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, el Dr. David Roldán y el Pastor emérito, Dr. Néstor Míguez.

A fines del siglo 19, decir «evangélico» era decir leyes laicas, defensa de la libertad de conciencia, separación de la iglesia y el Estado. A mediados del siglo 20 era decir educación laica. Sin embargo, a partir de los 80 el panorama se complicó y hoy, mucho más aún. Entramos en el campo que Paul Ricouer llamaría el conflicto de las interpretaciones. Aparentemente hoy estamos ante una desarticulación entre el significado y significante del término. Hoy ya no se puede hablar de un campo único, unívoco. Distintos grupos, con distintos énfasis, prácticas y teologías se disputan el nombre. Frente a esta realidad se discuten distintas acciones: evitar el nombre, conservarlo por lo que significó en el pasado, recargarlo de sentido. Vale decir que esta inquietud y estas preguntas no parten de una mera disquisición teórica, sino surgen del concreto territorio de la labor pastoral, en el equívoco mundo de las comunicaciones públicas y en el mismo trabajo misionero de las iglesias.

El pastor Mercio recordó el proceso mediante el cual la Iglesia Metodista en el Uruguay decidió sacar de su nombre oficial la palabra “Evangélica”. Recuerda que había dos posiciones, un sector que se oponía a quitar el nombre porque este significaba que el fundamento de la iglesia y la fe está dado en los evangelios. Otro sector, el mayoritario, optó por remover el nombre para diferenciarse de otros sectores llamados evangélicos que iban tomando fuerza y cuya teología y eclesiología no eran compartidos. Sobre todo, porque en el contexto socio político latinoamericano, el imaginario social identificaba la palabra “evangélico” con iglesias con una marcada impronta fundamentalista. Es paradójico, agrega Mercio, a principios de siglo 20 se usó el nombre “evangélico” para diferenciarse de los católicos, y ahora debemos quitarlo para diferenciarnos de otros evangélicos. El pastor Meneghetti hace referencia al rol político conservador que muchos grupos evangélicos están jugando hoy en Latinoamérica y recuerda que en el siglo 4 el imperio cooptó a la Iglesia Cristiana, allí la Iglesia ganó poder, pero el evangelio perdió poder. Hoy otros Constantinos quieren cooptar a los evangélicos, seduciéndolos con cargos de poder, dinero, etc. así, los evangélicos ganan poder, pero el evangelio pierde poder.

Por su parte el Dr, David Roldán afirmaba que todavía persisten distintos “modos de ser evangélico” y que un abandono en el uso de ese significante conllevaría una pérdida de pluralidad en esos modos de ser evangélico. Aunque también resulta difícil de imaginar, en lo inmediato, la reedición de eventos conjuntos de considerable magnitud, como aquellos del Consejo Nacional Cristiano Evangélico (CNCE) a principios del siglo XXI, que vieron su fin, precisamente, en la discusión frente a temas que comenzaron a dividir a los evangélicos, tales como minorías sexuales, etc. Es difícil imaginar hoy eventos de esa envergadura entre aquellos que aún usamos el significante “evangélico”. Roldán afirma que, el protestantismo histórico tiene mucho que aportar a esos otros sectores, y los frutos, aunque lentos, pueden ser muy productivos.

El Dr. Néstor Míguez comenzó afirmado que él es evangélico y no podría renunciar a identificarse como tal sin perder en ello parte de su identidad. «Es cierto que cierta prensa trata de desprestigiar a todos los evangélicos por la acción de algunos evangélicos, asegura, pero no por eso vamos a cambiar de nombre.» Nunca hubo un campo evangélico sin discusiones o unificado, siempre hubo sectores con los que se podía hablar y otros con los que no. «Yo no quiero renunciar a lo que soy simplemente porque otros usan ese nombre con otras convicciones…», afirmó testimonialmente Míguez. Reconoce que hay un conflicto de interpretaciones, una lucha de significantes, pero por eso mismo no se debe renunciar a identificarse con la propia tradición. Y se pregunta: ¿Cómo demostrar lo que uno es? A través del testimonio de palabra y acción, mostrando que los evangélicos no somos solo ese grupo de exaltados, soporte de las derechas, que ni siquiera son la mayoría… sino que, como todos los cristianos debemos ser buscadores del reino de Dios y su justicia. Sin duda es un tema que cada vez más adquiere relevancia. Es saludable, por lo tanto, “ponerlo sobre la mesa” e intercambiar enfoques e ideas. Ese fue el objetivo de esta webinar. El camino sigue abierto.


Daniel Bruno para CMEW
Tiempo de pandemia, pero de resurrección


Comentarios

Queremos mostrar el aporte de los/las participantes, a través de sus comentarios expresados durante el desarrollo del evento. Podremos ver que es un tema con muchas aristas y que, cuando es tratado con respeto y espíritu constructivo, se produce un espacio de intercambio enriquecedor.

Por un lado, varios comentarios sostienen que el término evangélico no debería ser abandonado…por diversos motivos:

“Coincido con que no debemos renunciar al término “evangélico” y no entregar el término a los otros evangélicos….”

“Evitando el nombre simplemente es riesgoso, ya que si dejamos de llamarnos evangélicos podría pensarse que ya no seguimos el evangelio…”

“Más allá de los distintos “rostros”, el evangelio es una forma de vida que nos invita a construir un mundo mejor donde quepamos todos…”

“No podemos decidir usar el nombre o no por la mirada de los otros, sean medios de comunicación, o cualquier otro sector de la sociedad.”

Otro matiz lo aportan, aquellos que ven la necesidad de fortalecer el sentido profundo del término, sin abandonarlo:

“Hoy el término evangélico está vinculado con grupos carismáticos, fundamentalistas etc. Tal vez debamos plantear desde el propio testimonio institucional, de nuestra tradición, pero también de la comunión de iglesias históricas. Que la identidad evangélica no se circunscribe únicamente a los grupos fundamentalistas y evangelicales. Es una tarea ardua y pesada, pero hay que dar razones de nuestra esperanza…”

“Lo mismo sucede con la palabra “metodista” en América Latina tenemos diferentes experiencias dentro de las mismas iglesias de CIEMAL además de otras iglesias que usan el nombre…”

“Necesitamos recuperar el sentido de lo evangélico con mayor profundidad, pero no perderlo…”

Por último la mirada más crítica está dada por aquellos/as que ven en el término una lucha por el significante y lo simbólico a la hora de la comunicación masiva:

“A mí me preocupa la comunicabilidad del término a nivel público. Contradicciones hay y las seguirá habiendo. Pero este tiempo es ciertamente más complejo y presenta otras dificultades para la comunicación.”

“Es un desafío para nosotros, parte del pueblo evangélico que haya una disputa en el campo de la producción de lo simbólico. Relatos esclavizantes y otros del orden de la liberación. No se puede abandonar la disputa por la producción de lo simbólico…”

“Entiendo toda la argumentación relacionada a sostener la definición de “evangélico” …pero hace difícil la comunicación… ¿Cómo se encara esto?”

“¿En los 2000 años de historia de cristianismo, cuanto ocupa el término evangélico? ¿Nos estaremos pegando a un nombre, más que a un seguimiento a Jesús? Qué bueno que podamos pensar estos temas y reflexionarlos en comunión.”

“El nombre afecta en la comunicación. En Trelew tenemos un grupo ecuménico, formado desde hace años, para la iglesia católica nosotros somos metodistas, creo que es porque las otras iglesias evangélicas, lamentablemente, cuando convocamos para reunirnos no lo hacen porque está la iglesia católica…”

“Es claro que el nombre se lo pone uno y se autodefine de esa manera. El tema es que para dar testimonio hay que comunicar y en toda comunicación importan las personas o grupos con los que nos comunicamos. Es decir, no es lo que yo pienso, sino es cómo lo recibe el otro. Hay que reconocer que la nomenclatura “evangélico” tiene hoy connotaciones que interfieren con el testimonio del evangelio”.

De esta manera, como podemos apreciar, tenemos un abanico de opiniones, una manera muy práctica de poner en juego el lema de estos últimos posteos de “pensar y dejar pensar”. Pero todas las variables apuntan a la búsqueda del objetivo clave de la misión que es, buscar la mejor forma de brindar un testimonio eficaz y transformador.

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