La confianza, siempre la confianza
Al recorrer las cartas de Wesley, que escribiera en sus últimas semanas de vida a diversos destinatarios y cuestiones, encontramos que todas las misivas aparecen atravesadas por una misma marca: la confianza en Dios. “¿Qué no nos dará el Señor que no sea para el bien de nosotros, si tan sólo confiáramos en Él?”
Esta frase del 12 de enero, es en respuesta a una carta de Ann Bolton, en la que afirma así su confianza. Seleccionamos para compartirles, algunas frases de las cartas escritas en las primeras semanas del año 1791, fragmentos de algunas misivas que redactó entre enero y febrero.
Wesley partió a la presencia de su Señor el 2 de marzo de ese año, a los 87 años.
A pesar de su avanzada edad y de acuerdo a la expectativa de vida promedio en aquella época, llama la atención su lucidez y energía hasta las últimas semanas de vida. El 1º de febrero comparte con un pastor de Estados Unidos su actual condición física:
“porque el tiempo me ha dado la mano, y la muerte no está lejos. Pero tengo razón para estar agradecido por el tiempo que ha pasado: durante ochenta y seis años he sentido pocas de las enfermedades de la vejez. No fue hasta hace un año y medio que mi fuerza y mi visión me fallaron. Y aun así puedo escribir un poco y caminar despacio, pero no puedo correr.”
En la misma nota, termina afirmando su confianza en el Señor y en la causa emprendida por el movimiento metodista:
“No pierdan la oportunidad de manifestar a todas las personas que los metodistas son un pueblo en el mundo entero; y que es su determinación continuar así, ‘aunque las montañas surjan, y los mares se desborden en vano para separarnos’.”
El 24 de febrero, posiblemente una de sus últimas misivas, escribió a William Wilberforce, el gran luchador contra la esclavitud. Nuevamente se observa la inalterable confianza de Wesley en la obra de Dios y en las buenas causas de la humanidad. A menos de una semana de partir, el fundador del metodismo halla fuerzas y convicción para señalar:
“Pero si Dios está con usted, ¿Quién podrá contra usted? ¿Son todos ellos más fuertes que Dios? ¡Oh, no se canse de hacer el bien! Continúe, en el nombre de Dios y en el poder de su fuerza, hasta que la esclavitud americana (la más vil que se ha visto bajo el sol) desaparezca ante ese poder.”
Las fuerzas espirituales y físicas de Juan Wesley provenían de su confianza en Dios y es una fuente de inspiración hoy, para todo el pueblo metodista en el mundo.
En estos tiempos, donde abunda el desconcierto y el desaliento, bien vale retener las palabras que le escribiera a Robert Brackenbury el 15 de septiembre de 1790:
“El mes pasado casi perdí mis fuerzas, y me sentía con deseos de estar sentado desde la mañana hasta la noche. Pero, bendito sea Dios, me moví cautelosamente y me las ingenié para predicar una vez al día.”
Sí, a los ochenta y seis años, a cinco meses de su muerte, casi sin fuerzas en su cuerpo, Wesley predicaba aun, apoyado en el amor de su Señor. Confianza, siempre la confianza.