Recursos litúrgicos y pastorales – febrero a marzo 2020 (Epifanía y Cuaresma)
Tiempo de Epifanía y Cuaresma
Febrero a Marzo 2020 (Ciclo A)
EL CULTO, EPIFANÍA DE LA IGLESIA
La Iglesia, asamblea litúrgica
Hemos hablado del culto como recapitulación de la historia de la salvación y, por tanto, del misterio del acontecimiento litúrgico. Ahora vemos un segundo aspecto de la doctrina del culto: que la Iglesia, por medio de su culto, se hace ella misma, toma conciencia de sí misma y se confiesa a sí misma. El culto permite a la Iglesia aparecer como tal.
En el AT, la palabra qahal designa la asamblea del pueblo salvado de Egipto y confirmado como pueblo santo en el Sinaí (Dt 4.10). Y en el NT la palabra Iglesia, ecclesía, no es en primer lugar ni un término jurídico ni sociológico, sino, de forma muy vigorosa, litúrgico. Como lo hace notar acertadamente P. Brunner
Se puede decir que el culto como asamblea de la comunidad cristiana en nombre de Jesús es el modo de aparición más central de la Iglesia sobre la tierra. Esa asamblea es la epifanía de la Iglesia.
El alcance del culto como epifanía de la Iglesia
Ahora bien, si el culto es el momento más importante de la epifanía de la Iglesia, se puede decir que la Iglesia, por medio de su culto, es consciente de ser una comunidad bautismal, nupcial, católica, diaconal y apostólica. Veamos este esquema con más detención.
- Por su culto y en él, la Iglesia aparece y toma conciencia de sí misma como comunidad bautismal. Por el culto, la Iglesia “sale, sin pretensiones, pero con firmeza, del medio profano en que está ordinariamente sumergida” (K. Barth). Hace falta “salir del campamento” (Heb 13.13) para poder presentar a Dios el culto que le es grato.El culto transfigura el mundo, a la vez que queda amenazado por él. La comunidad de bautizados que el culto hace aparecer es una comunidad de hombres y de mujeres y de niños que han renunciado al mundo, que están “muertos al pecado” (Rom 6.11). Pero esta muerte no los ha aniquilado, ni los ha falseado. Se encuentran en el culto, muertos y resucitados con ellos, su lengua, su cultura, sus pasiones, su estilo. Pero este mundo puede convertirse, también, para el culto de la iglesia, en una amenaza: la Iglesia no está nunca libre de recaídas.
- El culto revela a la Iglesia como comunidad nupcial: la Iglesia, por medio de su culto, aparece como la esposa de Cristo, es decir, la que ha respondido sí a la palabra del Señor, a su llamada. Y por eso la hace aparecer como comunidad de fe y como comunidad de esperanza.La esposa de Cristo, es decir, y de forma polémica, la que no es adúltera, la que no engaña a su liberador y esposo; la que sabe hacer la elección entre la palabra de quien la ama y la de quienes la querrían seducir; la que no se alegra por el retraso de quien espera; la que se niega a vivir para sí misma.
- El culto hace aparecer a la Iglesia como comunidad católica. Y ello es reconocer (1) que la Iglesia se sitúa más allá de las barreras sociológicas; es un lugar de acogida para todos (Lc 10.34), más allá del orgullo, de la codicia, de la explotación y de la envidia. Lo que el mundo separa o confunde, ella distingue y une.Es reconocer, también (2), que permite a los bautizados ser sus miembros en toda su plenitud antropológica: pueden ser ellos mismos, restituidos a esa humanidad gracias a la salvación. Están allí para escuchar la palabra de Dios y para responder a ella, para mirar y para moverse.Pero también, la Iglesia atestigua su catolicidad (3) arreglando lo que divide a los seres humanos en el espacio; une lo que está disperso; une al mundo en la solidaridad, negándose a admitir el olvido o el desprecio a los demás; e incluso en una dimensión vertical: el cielo y el descanso de los difuntos piden que se los admita en el culto.El culto hace aparecer a la Iglesia en su catolicidad en el tiempo: la iglesia atestigua que ella reúne los siglos, abarca el conjunto de la historia de la salvación, negándose a permitir que caiga en el olvido lo que ha pasado o que se esfume en la ilusión de lo prometido.
- En cuarto lugar (4), la Iglesia toma conciencia de sí misma como comunidad diaconal. No tiene justificación en sí misma: es para Dios y para los seres humanos como lo fue Cristo. Y también, porque el culto le permite aparecer no como un bloque, sino como cuerpo con diversidad de miembros, distintos en sus funciones y en su importancia. El culto invita a los miembros de la Iglesia a ayudarse mutuamente en la obra de la salvación.
- Y por último (5), la Iglesia confiesa lo que ella es presentándose como comunidad apostólica o misionera. La Iglesia se distingue del mudo por su culto, no solo porque no abarca a todos los seres humanos, sino además porque no está reunida de forma continua; hay un día de la Iglesia, es decir, un día de culto, el domingo. La intermitencia del mismo enseña a la Iglesia que está aún en el mundo, que no ha llegado aún el gran sábado. El culto es la epifanía de la Iglesia como comunidad misionera, en el sentido de que obliga a enviar al mundo a lo largo de la semana a los que ha reunido el primer día de la misma.
El culto, corazón de la comunidad local.
En primer lugar, el culto es en cierta forma el criterio de la vida parroquial: es sano lo que es apto para encontrar su sitio en el culto, lo que soporta orientarse hacia él y lo que puede dar fácilmente fruto con vistas al mismo. Una catequesis que no tenga la meta de sostener a “los adoradores que el Padre busca” (Jn 4.23) estaría viciada. Una organización parroquial que se desinteresase del culto sería parasitaria. Una diaconía que no quisiera aparecer como aceptadora de la intercesión de la Iglesia estaría profanada.
Pero decir que el culto es el corazón de la comunidad cristiana, no es recordar simplemente el criterio de lo que debe ser y vivir, sino que trae a la memoria el hecho de que si el culto se para, la Iglesia muere. La Iglesia vive gracias a su culto. Desde el culto, la Iglesia se extiende por el mundo para mezclarse como la levadura con la masa, para darle gusto como su sal, para permitirle ver como su luz, y la Iglesia viene hacia el culto, hacia a la eucaristía, desde el mundo, como un pescador que recoge sus redes o un campesino que guarda la cosecha.
La evangelización es la pareja absolutamente obligada del culto, como éste lo es de aquella. No tenemos que elegir entre una u otro. Cuando la Iglesia se reúne para el culto, cuando se convierte en una asamblea litúrgica, no se repliega en sí misma, sino que se acerca a Dios, para consagrarle, en la acción de gracias, en la eucaristía, lo que es y lo que tiene. Si no dudamos de la presencia de Dios en el culto, confiemos en la vida litúrgica. Si podemos confiar en la victoria de Cristo sobre el mundo, confiemos en el valor de la acción misionera.
Jean Jacques von Allmen, pastor y teólogo reformado, en El culto cristiano, su esencia y su celebración. Ediciones Sígueme, Salamanca, 1968, pp. 41-55. Resumen de GB.
¿QUÉ ES LA CUARESMA?
El vocablo proviene del latín quadragesima (dies) (día cuadragésimo), en referencia a los cuarenta días y cuarenta noches de ayuno de Jesús en el desierto (Mateo 4.2). La institución de la cuaresma se remonta a los primeros siglos del cristianismo, y las formas de su observancia fueron variando con el tiempo, debilitándose progresivamente el rigor del ayuno y abstinencia (todos los días, algunos días; ninguna comida, alguna, comida y tipos de alimentos, etc.). Hoy es prácticamente inexistente la práctica cuaresmal, no quedando más que el símbolo de los colores morados en la liturgia, los textos bíblicos para la reflexión y un poco de espíritu de meditación en contados cristianos.
Es prácticamente inexistente en los ámbitos evangélicos, aunque en las iglesias del protestantismo histórico sí se valora, aunque de modo distinto al de los espacios católico-romanos.
La cuaresma empieza el miércoles de ceniza (este año, el 26 de febrero) y termina en el día “cuadragésimo”, o sea, al inicio del día de pascua (el 12 de abril).
Severino J. Croatto, en Encuentros Exegéticos-Homiléticos del ISEDET, N° 23, febr. 2002, p.7. Adapt. por GBH, y actualizadas las fechas.
COMPRENSIÓN EVANGÉLICA DE LA CUARESMA
En una comprensión evangélica y valoradora de la liturgia como pedagogía comunitaria de la fe, podemos destacar los siguientes aspectos positivos de las celebraciones de la Cuaresma:
- Es un buen tiempo de preparación, renovación o retiro para marcar en el candelario estos hechos centrales de nuestra fe, y para registrarlos en nuestras conciencias y sentimientos. Destacamos el sentido de la ofrenda de amor que hace Jesucristo entregando su vida por todos nosotros y la confirmación del Padre en la resurrección.
- La cuaresma y especialmente la Semana Santa son oportunidades para el encuentro de toda la iglesia. El domingo de Resurrección es una celebración frecuentemente más concurrida entre nosotros. En algunos casos hacemos cultos especiales o convocatorias distritales.
- Y es también un tiempo potencialmente evangelizador, en la medida en que no nos encerremos en unas celebraciones rutinarias y poco significativas para la vida actual en nuestros propios contextos, dependiendo si se trata de una iglesia “barrial” o “de centro”.
- Festejamos la entrega de nuestras propias vidas: “conocemos lo que es el amor porque Jesucristo dio su vida por nosotros; así también, nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos” (1 Jn 3.16). En ese sentido este es un tiempo propicio para opciones de vida y determinaciones liberadoras, y también momentos de revisión pastoral.
- Insistimos en la importancia de una liturgia inclusiva y participativa, con tiempos dedicados a la revisión de la vida, pero también al abrazo de la paz o al saludo festivo; combinando la gratitud y la intercesión, la reflexión y el gesto significativo, el canto y el silencio, el ver y el escuchar.
En el archivo encontrará
- Orientaciones para la predicación
- Orientaciones para la acción pastoral
- Orientaciones para la liturgia del culto comunitario
Domingos
- Febrero 2, 2020 – 4° Dgo. después de Epifanía – Presentación del Señor (Blanco)
- Febrero 9, 2020 – 5° Domingo después de Epifanía (Verde)
- Febrero 16, 2020 – 6° Domingo después de Epifanía (Verde)
- Febrero 23, 2020 – Domingo de la Transfiguración (Verde)
- Marzo 1, 2020 – 1er Domingo de Cuaresma (Morado)
- Marzo 8, 2020 – 2° Domingo de Cuaresma (Morado)
- Marzo 15, 2020 – 3er Domingo de Cuaresma (Morado)
- Marzo 22, 2020 – 4° Domingo de Cuaresma (Morado)
- Marzo 29, 2020 – 5° Domingo de Cuaresma (Morado)
Esta ha sido una nueva entrega de recursos litúrgicos y pastorales para continuar el tiempo de Epifanía y Cuaresma – febrero a marzo 2020 (Ciclo A)
- para hermanos y hermanas encargados del ministerio de la Palabra,
- realizando trabajos pastorales en amplio sentido y con distintos grupos
- y a encargados y encargadas de la liturgia del culto comunitario.
Completamos con nuevo material la edición de 2016-2017. Seguimos el ecuménico Leccionario Común Revisado según la edición del Leccionario-agenda de la IEMA, y cotejando con el Leccionario del Festejamos juntos al Señor, y Leccionarios Católicos y Luteranos.
Agradecemos todos los aportes que hemos usado –ya disponibles en varias redes–, sus aportes para estos “recursos”, especialmente de la pastora Cristina Dinoto, y agradecemos sus comentarios.
Las referencias a la música, abreviadas, son al (CyF) Canto y Fe de América Latina, edición de la Iglesia Evangélica del Rio de la Plata, Buenos Aires, 2007; (CN) Himnario Cántico Nuevo, Methopress, Buenos Aires, 1968; al (MV) Mil voces para celebrar de la Iglesia Metodista Unida para las comunidades hispanas, Nashville, USA, 1996 y al (LCC) Libro de Culto V Asamblea CLAI 2007, BsAs.
Fraternalmente, Laura D’Angiola y Guido Bello, desde la congregación metodista de Temperley, Buenos Aires Sur.
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FEBRERO A MARZO 2020 (CICLO A)
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