12 – El perdón

11 Mar 2019
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12 – El perdón

Guías Metodológicas


Libro de actividades 12


Lucas 15: 11-32 / Mateo 18: 21-22 / Mateo 18: 23-35


“Hay pues una sola forma de seguir a Jesús y adorar a Dios y ella es reconciliarse con el hermano.
Si vamos a escuchar la Palabra de Dios y recibir el sacramento sin reconciliarnos primero con nuestro prójimo, iremos a nuestra propia condenación.
A los ojos de Dios somos asesinos. Por lo tanto “ve, reconcíliate primero con tu hermano, y luego ven y trae tu ofrenda.”
Es un camino duro, pero es el que Jesús exige si hemos de seguirle. Es un camino que trae mucha humillación personal e insultos, pero es su camino, el de nuestro Hermano crucificado, y por lo tanto el camino de la gracia abundante.
En Jesús el servicio a Dios y al más pequeño de nuestros hermanos se hace uno. . .
“Estamos viviendo en la era de la gracia, porque cada uno de nosotros tiene aún un hermano, estamos aún “con él en el camino”. El tribunal está más adelante y todavía tenemos oportunidad de reconciliarnos con nuestro hermano y pagarle nuestra deuda.
Viene la hora cuando nos hallaremos cara a cara con el juez y entonces será tarde. Entonces recibiremos la sentencia y habremos de pagar hasta el último centésimo.
¿Pero nos damos cuenta que en este punto nuestro hermano se nos presenta, no como ley sino como gracia?
Es una gracia el que se nos permita hallar favor con nuestro hermano y pagarle nuestra deuda, una gracia que podamos reconciliarnos con él.
En nuestro hermano hallamos gracia ante el tribunal del juicio.”


/ D. Bonhoeffer – “El precio de la gracia”

La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los primeros beneficiados somos nosotros mismos.
Esto es lo que le enseñaremos a nuestros grupos, que el perdón es una expresión de amor.
Que es parte del legado que Jesús nos dejó. . . “A quienes ustedes les perdonen sus pecados le serán perdonados” . . .
La imagen del Padre recibiendo al hijo arrepentido en medio del camino que nos muestra la parábola, es ciertamente como debemos perdonar nosotros, porque así somos perdonados. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó.

Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo. El perdón no se basa en la aceptación de lo que pasó sino en la aceptación de la persona reconciliada.

La falta de perdón te ata a las personas con el resentimiento. Te tiene encadenado.

 

Leer: San Lucas 15: 11-32

Habrás observado que la parábola es muy rica y seguramente te aportará gran cantidad de elementos para que sigas reflexionando y alimentando tu fe. Jesús quería que la gente comprendiera la grandeza de la gracia y el amor de Dios. Jesús compara a Dios con un padre. Los hermanos representan los grupos, aquellos que se desvían y aquellos que son siempre fieles a Dios. Con una actitud arrogante el hermano menor le pidió al padre su herencia, se la llevó y la desperdició hasta el punto de quedar en condiciones deplorables. En su desesperación aceptó trabajar al cuidado de los cerdos que eran considerados una comida prohibida para el pueblo judío. Cuando vuelve a su casa desesperado, con hambre y dispuesto a ser tratado como un siervo, el padre lo recibe con una fiesta
Aquí quisiera destacar dos cosas. La primera es cómo el padre en su gran misericordia está pronto a aceptar y perdonar a aquel hijo que regresa. El amor resultó mucho mayor que la desobediencia.
La segunda cosa que quisiera subrayar es la actitud distinta del hijo mayor. Este evidentemente, tiene una actitud completamente distinta de la de su padre, hasta tal punto que siente como una injusticia la alegría y el perdón otorgado por el padre.

/ Raúl Sosa – 7 x 7

 


¿Qué queremos lograr?


  • Comprender que Dios nos ama siempre a pesar de lo que hagamos y espera que así lo hagamos con otros.
  • Comprender que ante la falta o el error debe haber arrepentimiento y reparación.


Índice



./ niñas/os no lectores

Contar la siguiente historia:
Lucas estaba con su mamá en la casa, él estaba jugando pero en realidad pensaba cómo podía comerse las galletitas que la mamá había comprado. No tenía permiso para comerlas, tenía que esperar un rato hasta que llegara su hermano de la escuela. La mamá se fue a buscar a su hermanita a la escuela y le dijo: -Lucas, ya vengo portate bien-
Lucas, entonces, aprovechó para ir a buscar el frasco y sacar una galletita, en eso estaba en puntas de pie tratando de alcanzar el frasco…CRASHHH, todo al piso, el frasco roto y Lucas con un susto bárbaro. Justo entró la mamá y escuchó el ruido. Fue corriendo a la cocina y vio lo que pasaba.
¿Qué les parece que hizo la mamá? (esperar que contesten)
La mamá de Lucas enseguida preguntó si estaba bien, si no se había lastimado. Lucas le dijo que no le había pasado nada, pero estaba esperando que su mamá estuviera muy enojada. En cambio, la mamá lo abrazó y le dijo:- nene, ¡qué susto! No lo vuelvas a hacer más, menos mal que no te lastimaste. Lucas quedó más tranquilo y supo que para su mamá lo más importante era que él estuviera bien y que lo quería a pesar de haber hecho algo malo.
Como Lucas estaba muy arrepentido le ayudó a mamá a limpiar todo y entretuvo a la hermanita jugando con ella.


Decir que lo mismo nos cuenta la Biblia.

Contar la parábola en forma sencilla.

Explicar que así nos ama Dios, aunque a veces hacemos cosas que no están bien, Él nos ama siempre.

  Imprimir 1: Tarjetas (Libro de Actividades)

Entregar a cada uno una copia del dibujo para que la pinte.
Pegar el dibujo por la mitad y pegar las dos caras.
Colocar un chupetín dentro del dibujo.

 

  Imprimir 2: Dibujo (Libro de Actividades)

Imprimir 2: Dibujo

 

./ niñas/os lectores menores

Contar la historia bíblica:
Había una vez un papá que tenía dos hijos. Un día el hijo menor le dijo a su padre:- Yo sé que algún día me va a tocar quedarme con algunas cosas tuyas, pero yo las quiero ahora. Este papá quería mucho a sus hijos. Le dio a su hijo menor lo que pedía. Este hijo menor vendió todo lo que su papá le dio para poder tener plata y luego se fue a vivir muy lejos de su casa. Allí se gastó todo el dinero en tonterías. Muy pronto se quedó sin un centavo, ni una moneda. Poco tiempo después el hijo menor empezó a pasar hambre, pero no tenía dinero para comprar comida. Entonces decidió buscar un trabajo, el único que pudo conseguir fue dando de comer a los cerdos. En esa época todos miraban mal a los que trabajaban cuidando cerdos pero éste era el único trabajo que había conseguido el muchacho y cómo tenía hambre no le quedaba otra cosa que trabajar en eso. Algunas veces tenía tanta hambre que prefería comer lo mismo que los chanchos.
Un día, cuando el hijo menor se puso a pensar en su papá y su hermano, se acordaba de lo feliz que era, de la comida que tenía y pensó en volver a la casa de su padre.
Cuando estaba llegando a su casa pensó que su papa lo iba a recibir muy enojado. Cuando el papá lo vio llegar corrió a saludarlo. El hijo le pidió perdón. ¡El padre estaba tan contento! Organizó una fiesta para celebrar el regreso de su hijo y pidió que le dieran la mejor ropa para él. El otro hijo se enojó mucho y le dijo a su papá:- Yo me quedé con vos trabajando, no gasté el dinero y ¿a él le haces una fiesta?
Su papá le contestó que el hijo menor había vuelto a la casa, estaba arrepentido y había pedido perdón y eso era un motivo para festejar.


¿Qué quería el hijo menor que le diera su padre? ¿Después que se había ido de su casa el hijo menor, qué le sucedió? ¿Por qué quiso regresar? ¿Cómo reaccionó el padre cuando el hijo volvió? ¿Su hermano qué dijo? ¿El padre lo premió por portarse mal?

Decir: La Biblia nos cuenta la historia de un hijo que hizo las cosas mal, que gastó plata de más, que se quedó sin un peso y que comía la comida de los chanchos porque no tenía otra cosa para comer y entonces pensó en volver a su casa arrepentido.

Así pensó: (vers. 17 – 20a) ¿Qué más pasó? Versículo (20b -24). El Padre lo recibe porque lo ama y lo premia por su valentía de arrepentirse y pedir perdón. Esto puede ser que no suceda en casa, que cuando alguien hace algo mal o llega tarde aunque pida perdón y se arrepienta siempre se liga gritos o rezongos . . .

Pero esto no es lo que pasa con Dios.
Cuando hacemos algo mal y nos arrepentimos y le decimos a Dios que nos dimos cuenta de lo que hicimos, Él nos abraza -como hizo el padre de la parábola y entonces se olvida de lo que hicimos, porque su gran amor por nosotros es más grande que nuestra desobediencia.

¿El hermano mayor, a quién se parece? ¿Nosotros somos como ese hermano que cuando el papá o la mamá lo perdonan por lo que hizo, nos da mucha rabia? Si es así, también por esto debemos pedir perdón a Dios.

Decir: Este hijo que volvió a la casa de su padre, dejó allá en el fondo del camino las cosas malas que había hecho, ahora quería el perdón del padre y comenzar de nuevo.

Hacer un pozo en el fondo de la Iglesia y “dejar” (enterrar) las cosas que hicimos mal en el pozo (pocito) y colocar una plantita arriba, porque las cosas malas que hacemos nuestro Padre Dios las perdona y puede crecer una hermosa planta con flores que siempre nos recordará el amor de Dios.

 

Reflexionar si además de enterrar lo que hicimos mal no tenemos pendiente alguna reparación con alguien que haya quedado dolido, dañado.

  Imprimir 3: Juego (Libro de Actividades)

 

./ niñas/os lectores mayores

Leer en la Biblia la historia.

¿Cómo se sintió el hermano mayor cuando el menor pidió su herencia? ¿Qué pensó el padre cuando su hijo menor pidió su herencia y luego se fue? Si el hijo menor disfrutó de su herencia, ¿qué hacía el papá todos los días mientras que su hijo menor estaba lejos?

Decir: Esto puede ser que no pase en casa, que cuando alguien hace algo mal o llega tarde aunque pida perdón y se arrepiente siempre se liga gritos o rezongos, pero no es así no lo que pasa con Dios. Cuando hacemos algo mal y nos arrepentimos y le decimos a Dios que nos dimos cuenta de lo que hicimos, Dios nos abraza como hizo el Padre de la parábola y entonces se olvida de lo que hicimos porque su amor por nosotros es más grande que nuestra desobediencia.

¿El hermano mayor, a quien se parece? ¿Nosotros somos como ese hermano que cuando el papá o la mamá lo perdonan por lo que hizo, nos da mucha rabia? Si es así, también por esto debemos pedir perdón a Dios.

Decir: Este hijo que volvió a la casa de su padre, dejó allá en el fondo del camino las cosas malas que había hecho, ahora quería el perdón del padre y comenzar de nuevo. Estaba muy arrepentido y dispuesto a no cometer los mismos errores. Estaba dispuesto a pedir trabajo como siervo, aunque su papá lo recibió como hijo.

Hacer un pozo en el fondo de la Iglesia y “dejar” (enterrar) las cosas que hicimos mal en el pozo (pocito) y colocarle una plantita arriba, porque las cosas malas que hacemos nuestro Padre Dios las perdona y puede crecer una hermosa plantas con flores que siempre nos recordará el AMOR DE DIOS.

 

Reflexionar sobre la necesaria reparación de lo que hicimos mal cuando dañamos a otros con nuestra actitud. Pedir perdón es disponerse a cambiar.

ORAR.-

  Imprimir 4 y 5: Juego (1) y Juego (2) (Libro de Actividades)

Imprimir 4 y 5: Juego (1) y Juego (2)

 

./ adolescentes

Leer los textos bíblicos.

Comentar la parábola: Nos imaginamos cómo fue la vida de este hijo cuando tenía mucha plata: amigos, chicas lindas, fáciles de ganar y fáciles de perder, mucha bebida, mucha fiesta y nada de trabajar…
¿Tendría buenas amigas y buenos amigos que lo aconsejarían bien? ¿O su vida se iba transformando en un total desorden y confusión?

Volver al versículo 14.
¿Ahora nos podemos imaginar cómo vivía? ¿Qué habría pasado con los muchos amigos que lo rodeaban con tanto entusiasmo? Por lo visto ya nadie lo invitaba, nadie le prestaba nada…¿Cuánto tiempo tuvo que pensar lo que le iba a decir a su papá, al volver?

Destacar que el hijo que volvió tuvo la valentía de decirle a su padre: “Ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como uno de tus trabajadores”. Pero el padre se alegró mucho y lo recibió como hijo.

Decir: Es bueno perdonar y re lindo sentirse perdonado. No se puede vivir sin perdonar, muchas veces vamos creciendo con ciertas amarguras, resentimientos que fueron causados tal vez por personas muy cercanas a nosotros. Pero debemos sanar las heridas, para sanar nuestras relaciones y poder crecer felices. Así como el Padre perdonó al hijo que le había causado bastante daño, no sólo económico sino también afectivo, al pedirle la herencia en vida del padre, así somos perdonados por Dios.

De manera que si nosotros somos perdonados, podemos perdonar a los otros.
No podemos decir: “No puedo”. Perdonar no significa que estemos de acuerdo con lo que nos hicieron.
NO, si estuvo mal, estuvo mal, no es aprobar lo que pasó.
Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó.
Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo. El perdón no se basa en la aceptación de lo que pasó, sino en la aceptación de la persona reconciliada.
A veces la gente dice que perdonó, pero se les nota que no es así y si no lo arreglas con Jesús que es tu defensor y con Dios que es tu Padre bueno, no estás actuando con el mismo amor que Él te demostró.

 

Copiar en una afiche grande las siguientes preguntas para ver si tenemos solucionado esto de perdonar a los demás:

¿Todavía estás pensando que tu compañero merece un castigo por lo que te hizo la semana pasada, el mes pasado o más allá? ¿Te descubriste hablando mal de quien era tu amigo/amiga hasta la semana pasada? ¿Pensás o soñás despierto de qué forma podés vengarte de alguien que te hizo mal? ¿Quién te hizo mal, está pasando por un buen momento en el trabajo o en la escuela, cómo te sentís con él? ¿Podés orar a Dios pidiendo bendición para quien te ofendió?

Comentar cada una de las preguntas, el líder puede agregar lo beneficioso que es entregar el problema al Señor y cuánto sana poder perdonar como nosotros somos perdonados por Dios.

ORAR.- por todas las situaciones de nuestros adolescentes en las que necesitan ser perdonados o saber pedir perdón.

 

 

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