El metodismo en los márgenes: El desafío de la misión y la capellanía en Dock Sud
La comunidad Metodista ubicada en el barrio de La Boca ha soñado con dos maravillosos proyectos educativos de misión: las escuelas “William C. Morris”, al lado de la iglesia; y posteriormente cruzando el puente Avellaneda, en el barrio de Dock Sud, la “Juana Manso”… escuela de la que hablaremos en el día de hoy.
Volviendo varios años atrás, en el pastorado de Daniel Monti (1960-1969), se recibió una donación que permitió pensar en la posibilidad de abrir una segunda escuela que se construiría en un lugar en el que no hubiera muchos establecimientos educativos y que estos fueran necesarios.
La comunidad, al tener ya una avanzada en la Isla Maciel, un barrio muy pobre de la ciudad de Avellaneda pensó en esa zona, también llamada Dock Sud. Estamos pasando los años 60.
Allí se compró un terreno pequeño en el que se pudieron cimentar 4 aulas para nivel primario, en las cuales debían distribuirse los grados de primero a séptimo en dos turnos ya que no alcanzaban dichas aulas, y otras dos aulas para nivel inicial.
Así comenzó la misión por esos lados. Al comienzo fue difícil dar a conocer la escuela y su instalación. Los directivos debían salir por el barrio a “buscar” a los alumnos, a sus familias, para que pudieran aprovechar la educación que se ofrecía.
Con el tiempo la escuela fue reconocida, principalmente por la solidaridad que ofrecía. Esto llevó al crecimiento en cantidad de estudiantes, generando también la necesidad de más espacio. Tal fue la demanda que se compraron otros pequeños terrenos contiguos para crear más aulas, dando así la posibilidad de que concurra, en cada turno, el nivel primario completo, de primero a séptimo. Más adelante, por reformas educativas, también se sumó el nivel secundario.
En todo este tiempo de trabajo de la escuela, se hicieron evidentes las carencias del barrio, sus necesidades, sus dificultades. Contaba una maestra que había una familia que mandaba a sus dos hijos alternadamente a la escuela ya que solo tenían un par de zapatillas y no les alcanzaba el dinero para el calzado de los dos. Otros alumnos no podían comprar los útiles, o iban con hambre, o familias que no podían viajar en colectivo al hospital, o para realizar ciertos trámites básicos como tramitar el DNI de los chicos.
Todo esto genera sentimientos de empatía y solidaridad que llevó a colaborar con lo que se pudiera. Muchos miembros de la comunidad de la Boca han dejado y siguen dejando tiempo, esfuerzo y dinero en construir y mantener a la querida Escuela Juana Manso. Muchas maestras en todos estos años también aportaron y aportan su conocimiento, su interés, dedicación y amor.
Una historia cuenta que alguien de la iglesia cuando fue a visitar a la escuela Juana Manso, inmediatamente colaboró con dinero para que se pudieran comprar comida para los alumnos: sandwiches, pan con dulce, mate cocido… la portera conseguía que la panadería done el pan, una maestra que viajaba desde Congreso para educar en Dock Sud consiguió que su padre que trabajaba en una despensa de San Telmo donara el fiambre. Alguien de la congregación iba a arreglar algo en el edificio, los mismos maestros ofrecían sus manos para tal tarea. Y así muchas más historias que muestran la solidaridad y compromiso de la gente que trataba y trata de solventar las necesidades de la comunidad toda de la Escuela Juana Manso; estudiantes, familias, iglesias, otras escuelas, el gobierno provincial y nacional, alguna que otra vez. Hubo muchas donaciones, de tiempo, de artículos necesarios, inmuebles, de ideas.
De a poco y con “sangre y sudor”, dirían algunos, se fue construyendo este proyecto entre alegrías y lamentablemente también pasando por varias situaciones difíciles. Por ejemplo, la escuela ha sufrido dos grandes incendios. Uno del sector en donde se encontraban los archivos, en esa oportunidad se han perdido mucha documentación y fotografías importantes. Y el otro, en una sección grande de la escuela, afectando aulas y gran cantidad de materiales.
Todo esto impactó fuertemente a la comunidad, tanto por el cariño como por el reconocimiento por el esfuerzo que se había invertido en todos esos años. La vieron crecer y luego en unas pocas horas se encontraron con un sector destruido y perdido. Estos episodios no lograron que la comunidad se desanimara, que bajara los brazos. Y con la gracia de Dios, pusieron otra vez manos a la obra para volver a levantar, con mucho esfuerzo, a la querida Juana Manso.
Es un barrio en el que lamentablemente se han vivido y viven muchas cosas trágicas, con familias de bajos recursos y que luchan día tras día, con mucho más sacrificio, con realidades distintas, muy complejas, con muchas emergencias. Por ese motivo la escuela acompaña a las familias en esas situaciones incluso con cuotas accesibles y más bajas que otras instituciones. Esto afecta por supuesto el funcionamiento de la escuela ya que el aporte gubernamental sólo cubre el sueldo de docentes y directivos, y no cubre todo lo necesario para el mantenimiento y normal funcionamiento de la institución.
La escuela organiza diversos eventos y acciones para recaudar fondos: se organiza una kermés para conseguir fondos para la compra de equipo de audio, equipo de educación física, y elementos así, se organizan actos patrios la venta de comidas, etc… Todo en la Juana Manso se hace a pulmón, con mucho esfuerzo, pero con la característica que la destaca… su alegría, su entusiasmo, sus fuerzas y el apoyo mutuo, del poder vivir la presencia de Dios en los pequeños y grandes gestos, desde el personal, desde las infancias, desde las familias, desde la iglesia.
Realmente es una bendición y un desafío poder acompañar y compartir este tiempo y este espacio desde la capellanía. Poder colaborar tanto en las palabras de esperanza, de consuelo, como los llamados, las entrevistas, las charlas con los chicos y chicas desde Nivel Inicial, Primaria, y Nivel Medio. Poder estar a disposición para acompañar a familias, poder conseguir algún contacto para donaciones, como en los momentos de pandemia… poder sostener tragedias y hacerse presente en las dificultades.
El lema de la Juana Manso es “Construyendo Esperanzas”. Y creo que desde sus inicios hasta el día de hoy se ha intentado hacer eso. Siempre con la presencia de Dios, de su gracia, con las manos que colaboraron desde la educación, el esfuerzo, el trabajo, el tiempo, los alimentos hasta el amor, el consuelo, la alegría y las esperanzas de un mundo mejor. Sin esto, no hubiese sido posible.
Jennifer Stauffer para CMEW