Paz y bien amada hermandad!
Que este tiempo de adviento nos encuentre en alegría por la llegada de un Dios profundamente humano que decide acampar entre nosotros.
“El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sí, la luz resplandeció para los que vivían en un país de sombras de muerte”.
En este tiempo de Adviento se acerca el misterio de la gracia del nacimiento de Jesús, el hijo del Dios viviente, y somos convocados a recordar el pasado, vivir el presente y preparar el futuro.
Somos interpelados a vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor en la justicia y en el amor.
El Adviento nos invita a ser comunidades de esperanza y ternura, para los que andan con el corazón y el espíritu roto. Como iglesia en misión nos tenemos que aventurar en los mejores proyectos que liberen la dignidad, el amor y la justicia, frente a todo proyecto que deshumaniza y destruye.
El Adviento nos desafía a ser Iglesia en misión dispuesta a abrazar y acariciar en gestos y palabras, a arropar a la desnuda y el desnudo manteniéndonos con el corazón tibio y el oído atento.
Abrazo cálido y sereno.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo