Un extraño himno de Carlos Wesley – Parte 2
Stranger Unknown (Extranjero desconocido)
Terminaba el año 2004 y el pastor Pablo Sosa me obsequió un CD que recopilaba una colección de sus mejores canciones con el título “Este es el día”. La mayoría me resultaban conocidas, pero uno de los temas cautivó mi atención pues me era totalmente desconocido y extraño. Nunca antes lo había escuchado, ni pude encontrarlo en ningún himnario de habla castellana. Pablo Sosa había escrito una intensa melodía con ritmo de milonga lenta, para un himno de Carlos Wesley. El arreglo para cuarteto de cuerdas es maravilloso y las voces masculinas que ensamblan a la perfección con el sentido de las palabras, lo cantan en el idioma original. Se grabaron 3 estrofas del himno, siendo el texto literal de la primera:
Extranjero desconocido, ¡tú eres mi Dios!
De mí, aún abatido sobre mi propia sangre
No puedes alejarte.
Derrama de tu Espíritu, el vino y el aceite,
Reanímame con una sonrisa llena de gracia,
Muéstrame tu piedad perdonadora.
LAS SEÑALES DEL METODISMO
El himno es parte de un poema que tiene 21 estrofas titulado “Cuan desesperada es la condición humana”. No era extraño en los escritores de la época, y menos en Carlos Wesley, la producción de textos tan extensos, ya que no escribían himnos para ser cantados, sino predicaciones o exégesis versificadas.
La producción de himnos y poesías espirituales de Carlos es vastísima. Se habla de más de 6500 himnos, de los cuales conocemos unos pocos y cantamos cada vez menos. Es una producción impresionante pero también heterogénea en calidad. Pero siempre podemos encontrar en ellos las señales del metodismo naciente.
1° – Su fundamento bíblico. De hecho, este poema es una exégesis de la conocida y fundamental parábola del Buen Samaritano (Lucas 10 25:37).
2° – Lo que relata no es algo que pasó, o le pasó a otro, sino que le pasa a Carlos, y a mí, ahora, en este tiempo que me ha tocado vivir. Esta característica se refuerza porque escribe en primera persona, asumiendo el papel del hombre herido, abandonado en el camino por los ladrones. “De mí aun abatido sobre mi propia sangre”.
3° – La naturaleza pecadora del hombre debe ser reconocida, solo así tiene sentido un Dios de gracia y perdón, solo así tiene sentido el poder de la sangre vertida por Jesús en la cruz.
Éste, tu paciente descansa en tus manos
Indefenso y débil.
Pero tu inmenso poder
Por medio de la virtud de tu sangre
Sanará completamente mi alma.
4º – En varias estrofas enfatiza el riesgo de una religión ritual sin corazón ni piedad.
El venerable sacerdote
Puede ver mis heridas
Pero no puede socorrerme
EL Levita se aproxima
Mira con ojo impasible
Ordena, pero no me brinda alivio
5º – Dios descendió, habitó entre nosotros, para dar Vida.
Pero vi a la Vida aparecer, en la muerte
El buen Samaritano está cerca
Del cielo viene a la tierra.
6º – Finalmente, el sentido social de la fe. Así como el Samaritano hizo, ahora ve tú y haz lo mismo.
La misericordia me obliga a aliviar
Quien necesite, mi ayuda recibirá
Extranjero o enemigo,
Es un alma que hizo mi Creador
Un alma por la que mi Salvador murió.
DE LA TEOLOGÍA A LA CANCIÓN
Hace unos años, en EEUU se compusieron melodías y arreglos “modernos” para los himnos de Carlos. El proyecto se llamó, “los himnos de Wesley para nuestro tiempo”. Como la “milonga lenta”, compuesta por Pablo, son bellísimas fusiones que nos recuerdan que la música puede cambiar, pero la Palabra permanece. Teología transformada en poesía, poesía en canción.
Pero la canción funcionalmente no puede contener todo el texto. A menudo apenas recordamos la primera estrofa de un himno. Se hace necesario reducir la cantidad de estrofas y el significado pleno de la experiencia del autor queda reducido o trunco. Especialmente en Carlos, cada estrofa debería ser estudiada y comprendida desde la exégesis bíblica, y desde la perspectiva de su experiencia personal y su fe, las que, al mismo tiempo, en forma inexorable, serán significadas por las nuestras.
Eduardo Cavallo para CMEW