Un extraño himno de Carlos Wesley – Parte 1
Wrestling Jacob (La lucha de Jacob)
Este poema de “apenas” 14 estrofas, es considerado el mejor de todos los escritos por Carlos Wesley. Fue publicado en el primer himnario metodista Himnos y Poemas Sagrados de 1742.
El poema se basa en Génesis 32:22-32, parte de la historia del regreso de Jacob a Canaán. En la versión King James, conocida por Wesley, leemos que en la orilla del río Jabbok «luchó con él un hombre hasta el amanecer». El muslo de Jacob se descoyuntó, pero su «adversario» le dio un nuevo nombre, Israel, antes de partir al amanecer.
Los detalles de la lucha descrita en este pasaje han sido interpretados de forma diversa por diferentes estudiosos, pero hay un acuerdo general que el resultado principal del encuentro fue una especie de regeneración espiritual para Jacob, de modo que no sólo su nombre, sino también su naturaleza, fueron cambiados.
La nueva naturaleza era la bendición que necesitaba, y el nuevo nombre que se le dio fue una confirmación de esa bendición. Oseas 12:4 atribuye a Jacob el «poder sobre el ángel», pero añade que «lloró, y de que «lloró y le suplicó», de modo que, desde este punto de vista, la bendición se obtuvo no por una conquista física, sino por las lágrimas y la oración, por la humilde y ferviente súplica.
LA MELODÍA
En este caso el poema se convirtió en un himno no muy frecuentado ni en Inglaterra ni en EEUU, ni en nuestro país, pero podemos encontrarlo en el himnario Cántico Nuevo bajo el título “Oh tú viajero extraño, ven”, traducido y adaptado por el Obispo Federico Pagura.
La melodía tiene un autor especial: Samuel Sebastián Wesley, nieto de Carlos. Organista, arreglador y compositor litúrgico de cierto renombre en Inglaterra de principios de siglo XIX.
TU NATURALEZA Y TU NOMBRE
Para Charles Wesley, Cristo era el tema no sólo del Nuevo Testamento, sino también del Antiguo Testamento. Era inevitable que en sus manos la historia de la lucha de Jacob se convirtiera en una alegoría de la lucha espiritual de cualquier penitente que, en un encuentro con Cristo se convierte en una nueva criatura. «Cualquier penitente» podría incluir al propio Wesley.
Traducción literal de la primera estrofa:
Ven, oh tú, viajero desconocido,
A quien aún sostengo, pero no puedo ver;
Mi compañía de antes se ha ido,
y me he quedado solo contigo.
Contigo me quedaré toda la noche
Y lucharé hasta el amanecer.
Durante todo el poema la lucha de Jacob se traduce en una pregunta desafiante:
But who, I ask Thee, who art Thou? (Pero quién, yo te pregunto, ¿quién eres Tú?)
Tell me thy name, and tell me now. (Dime tu nombre, y dímelo ahora)
Pregunta que encuentra respuesta en las 3 últimas estrofas, donde se expresan su propia conversión, su propia renovación y revelación, con un verso que se repite como una campanada triunfal
Thy nature, and thy name is LOVE.
Tu naturaleza y tu nombre es AMOR
JUAN Y CARLOS
Cuando Charles Wesley murió en Londres el 29 de marzo de 1788, su hermano Juan estaba en un viaje que lo llevaría hasta el norte de Glasgow y Edimburgo, con visitas a las sociedades metodistas en el camino. Por un error del correo se enteró del fallecimiento 5 días después y no pudo asistir al funeral.
Hizo un alto en su viaje y dolido regresó a Londres. Pocos días después se dirigió a la ciudad de Bolton, a predicar a la comunidad metodista. Eligió este himno para iniciar el servicio, pero a poco de empezar, al cantar:
Mi compañía de antes se ha ido,
y me he quedado solo contigo.
su voz se quebró y lloró. Se sentó y enterró el rostro entre las manos. La comunidad acompañó su dolor originado en su propio duelo, pues había perdido a alguien que durante cincuenta años había sido, figuradamente, y a menudo literalmente, su amigo.
Sin duda, el anciano Juan, de casi ochenta y cinco años, encontró consuelo en las últimas líneas del himno:
Aunque mi carne encogida se queje
Y se queje por luchar tanto tiempo,
Me elevo por encima de mi dolor,
Cuando soy débil, soy fuerte.
DE LA TEOLOGÍA A LA CANCIÓN
Hace unos años, en EEUU se compusieron melodías y arreglos “modernos” para los himnos de Carlos. El proyecto se llamó, “los himnos de Wesley para nuestro tiempo”. Como la “milonga lenta”, compuesta por Pablo Sosa, son bellísimas fusiones que nos recuerdan que la música puede cambiar, pero la Palabra permanece. Teología transformada en poesía, poesía en canción.
Pero la canción funcionalmente no puede contener todo el texto. A menudo apenas recordamos la primera estrofa de un himno. Se hace necesario reducir la cantidad de estrofas y el significado pleno de la experiencia del autor, queda reducido o trunco. Especialmente en Carlos, cada estrofa debería ser estudiada y comprendida desde la exégesis bíblica, y desde la perspectiva de su experiencia personal y su fe, las que, al mismo tiempo, en forma inexorable, serán significadas por las nuestras.
Eduardo Cavallo para CMEW