Recursos litúrgicos y pastorales – octubre y noviembre 2020
Octubre y noviembre 2020 (Ciclo A)
La nueva entrega de los RECURSOS PASTORALES Y LITÚRGICOS para los meses de octubre-noviembre 2020. Es una reedición del año 2017, con nuevos recursos bíblicos sobre los textos del evangelio, del AT, de las epístolas y de los salmos, además de nuevos materiales para la liturgia, incluyendo una mejor edición de propuestas de himnos y canciones.
Rigor y normas, riqueza y belleza de la formulación litúrgica
La naturaleza del culto ¿se puede expresar con numerosas formas cultuales o solo se puede expresar y proteger con una sola forma? O más bien, la expresión y protección del culto ¿puede hacerse legítimamente de diversas maneras, pero dentro de algunas normas que es necesario respetar? Para responder, examinaremos en primer lugar algunas normas de la formulación litúrgica y sus condiciones y, en segundo lugar, veremos los límites de la libertad litúrgica.
Normas de la formulación litúrgica
El culto cristiano no se funda en una necesidad humana, sino en la voluntad de Dios. Por eso su formulación debe respetar ciertas normas. ¿Cuáles son?
El criterio fundamental es la fidelidad bíblica. No es que el NT contenga in extenso la liturgia de la Iglesia apostólica, aunque incluya muchos más textos litúrgicos de lo que se supone corrientemente. Pero el Nuevo Testamento define los contornos en cuyo interior se puede celebrar el culto cristiano con mayor o menor fortuna y con mayor o menor obediencia. Esos límites son:
- Es preciso que la asamblea se reúna en nombre de Jesucristo, para celebrar su victoria e invocar su presencia;
- Hay que tener la intención de celebrar el culto cristiano;
- Es necesario que ese culto permita a los fieles perseverar en la enseñanza de los apóstoles, ofreciéndoles la oportunidad de recibir el cuerpo de Cristo;
- Debe recoger también las oraciones de la iglesia y ofrecerlas a Dios; y finalmente
- Tiene que ser una reunión de hombres y mujeres que no están yuxtapuestos, como en una sala de cine, sino comprometidos en una vida comunitaria.
Con eso solo hemos puesto la base, que permite aplicar y justificar tres normas derivadas de la formulación litúrgica:
La primera norma es el respeto a la tradición, que forma parte del carácter comunitario del culto bíblico que recién nombramos. Cuando se celebra el culto, se está con la Iglesia de todo lugar y tiempo, y se compromete con esta comunidad. El respeto a la tradición litúrgica implica lo siguiente:
- En primer lugar, un sentimiento de gratitud por todo lo que Dios ha enseñado a la Iglesia en el pasado y por la manera de inspirarla y conducirla.
- En segundo lugar, respetar la tradición litúrgica quiere decir que se es libre respecto de la misma. El respeto de la tradición no impide que se renueve la formulación litúrgica, sino todo lo contrario, ya que permite expresar de manera adecuada a nuestros tiempos lo que los padres expresaban cuando se reunían para celebrar la salvación cristiana. El culto no es un museo, y si se permite el acceso a otro siglo, no es a uno ya transcurrido, sino al siglo venidero.
- En tercer lugar, respetar la tradición litúrgica del culto significa comprenderlo en la perspectiva de la unidad cristiana y, por lo tanto, en la perspectiva del amor. Celebramos el culto aquí y ahora, y por tanto debemos tener en cuenta que lo celebramos en la división cristiana. Valorar la tradicionalidad es buscar, en todas las confesiones, que el culto sea un intento y una llamada a la unidad cristiana. Esto no quiere decir que el culto no tenga derecho a ser polémico, oponiéndose al de otra confesión. Pero ese combate es contra lo herético o al menos peligroso para la pureza de la fe. Por ejemplo, la forma católico-romana de celebrar la eucaristía no nos debe hacer desconfiar de la misma eucaristía.
- En cuarto y último lugar, respetar la tradición litúrgica no evita ciertamente la clericalización del culto, pero permite combatirlo con alguna posibilidad de éxito, porque quien presida el culto no puede hacer lo que quiera, subjetiva y arbitrariamente, sino debe someterse a la manera de entenderlo de la Iglesia, pueblo sacerdotal.
La segunda norma bíblica del culto cristiano se refiere al futuro de la Iglesia y del reino de Dios, no solamente al pasado y la tradición. La presencia del reino es indispensable en la formulación litúrgica. El culto es, por excelencia, el sitio y el momento en que el futuro va a brotar en el presente, y es preciso que pueda manifestarse esta alegría o regocijo que menciona tan frecuentemente el Nuevo Testamento (cf. Hch 2.46; 16.34, etc.).
Esta presencia del reino se manifiesta sobre todo por el carácter nupcial del culto. Hombres y mujeres tienen acceso al banquete mesiánico y se reconcilian, es decir se encuentran unidos más allá de lo que los separa en este mundo; y también por el papel de los símbolos litúrgicos que trataremos más adelante. Aquí solamente apuntamos que los símbolos apuntan a la función de manifestar su carácter escatológico; y que un culto que desconfía de los símbolos está amenazado con perder su dimensión de la esperanza, dejando de ser receptáculo del futuro.
Y tercera norma: hay que tener en cuenta el presente de la iglesia, no solo el pasado y el futuro. Es decir, que la Iglesia confiesa el aquí y el ahora de su peregrinación por medio de su culto. Tiene el derecho y también el deber de expresarse a sí misma mediante las oraciones, cánticos y símbolos que continuamente le inspira el Espíritu de Dios. Pero repitámoslo, el aquí y el ahora no debe ser confesional sino accidentalmente. Lo que importa es que permita al genio de un pueblo y de una época reencontrarse y expresarse, ya perdonado, en el culto de la Iglesia.
Por eso, a pesar de la unidad profunda que da el culto a la Iglesia, no debe ser uniforme. También puede haber un culto latinoamericano de distinta manera que el escandinavo, o un culto del siglo XXI de distinta manera que uno del siglo III: “que quien ora se sienta interpelado en su hoy y no en su ayer traído a la superficie por obra de un hechizo solemne” (Otto Hendler).
Condiciones de la formulación litúrgica
Estas condiciones son la inteligibilidad, la simplicidad y la belleza.
Primera, la inteligibilidad del culto, que se sitúa en tres planos:
- En primer lugar, es preciso que el pueblo comprenda lo que pasa en el culto. Por ello es el mejor campo para ejercer la catequesis. Explicando el culto, se explica también la historia de la salvación, la naturaleza de la Iglesia y su misión en el mundo.
- En segundo lugar, el pueblo tiene que comprender la lengua del culto.
- En tercer lugar, es preciso que el pueblo oiga lo que se dice en el culto.
Segunda condición de la formulación litúrgica: la simplicidad. No hay que confundirla con la desnudez, con la negligencia formal ni con la impaciencia de inspiración docetista respecto a las formas. Es más bien una voluntad de orientación del culto hacia su centro. Hemos dicho que el culto recapitula la obra de aquel en quien Dios ha recapitulado todo: por eso existen un orden, una sencillez y severidad, contra todo barroquismo.
Y por eso se da también una gran vigilancia respecto de los símbolos, ya que su poder es su alcance. La simplicidad, la plenitud litúrgica no es lo contrario a la complicación, sino a la dispersión litúrgica. Es el requisito de mostrar el punto culminante o su “clave”: y alcanzado ese punto culminante, queda saciado para apaciguarse frente al testimonio del mundo. Así, pues, el culto será más simple cuanto mejor prepare la eucaristía y la haga más alegre, más viva y más existencial.
Última condición de la formulación litúrgica: la belleza. Ya sé que esto puede convertirse en una trampa (cf Ez 16.15; 28.17). Sin embargo, es preciso decir que la formulación litúrgica debe buscar la belleza, ya que está encuadrada en una preparación nupcial, y porque la Iglesia, cuya epifanía es el culto, está llamada a aparecer ante su Señor “gloriosa, sin mancha ni arrugas ni nada parecido” (Ef 5.27).
Lo único que se exige es que esta belleza esté al servicio de la inteligibilidad del culto y que exprese su simplicidad.
Si se celebra el culto con fe, esperanza y amor, se engendra la belleza, y se hace una crítica profunda de la vulgaridad y del esteticismo, que tiene su fin en sí mismo. El culto puede ser pobre sin dejar de ser bello. Y pobre no significa mísero, triste ni barato. No despojado de formas ni de símbolos, sino de pretensiones y de autojustificación.
Continuamos el texto del pastor reformado Jean Jacques von Allmen, El culto Cristiano, su esencia y su celebración, Sígueme, Salamanca,1968, pp 97-105. Resumen de GBH.
En el archivo encontrará
- Orientaciones para la predicación
- Orientaciones para la acción pastoral
- Orientaciones para la liturgia del culto comunitario
Domingos
- Octubre 4 – Décimoctavo domingo de Pentecostés (Verde)
VIE 9 – DIA MUNDIAL DEL CORREO - Octubre 11 – Décimo noveno domingo de Pentecostés (Verde)
LUN 12 – ARG-ROU – DIA DEL RESPETO A LA DIVERSIDAD CULTURAL – FERIADO NACIONAL
VIE 16 – DIA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN
SAB 17 – DIA INTERNACIONAL PARA ERRADICAR LA POBREZA - Octubre 18 – Vigésimo domingo de Pentecostés (Verde)
SAB 24 – DIA DE LAS NACIONES UNIDAS - Octubre 25 – Vigésimo primer domingo de Pentecostés (Verde)
SAB 31 – CONMEMORACIÓN DE LA REFORMA PROTESTANTE O EVANGÉLICA - Noviembre 1 – Vigésimo segundo domingo de Pentecostés (Verde)
MIE 4 – DÍA DE LA UNESCO
SAB 7 – DIA DEL CANILLITA - Noviembre 8 – Vigésimo tercer domingo de Pentecostés (Verde)
DGO 8 – ARG – JORNADA NACIONAL DEL ENFERMO
MAR 10 – DÍA DE LA TRADICIÓN - Noviembre 15 – Vigésimo cuarto domingo de Pentecostés (Verde)
DGO 15 – JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES – DIA INTERNACIONAL DEL AIRE PURO
VIE 20 – DÍA INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS DEL NIÑO – ARG: DÍA DE LA SOBERANÍA NACIONAL
SÁB 21 – DÍA MUNDIAL DE LA TELEVISIÓN – ARG: DÍA DE LA ENFERMERA - Noviembre 22 – Vigésimo quinto domingo de Pentecostés– Reinado de Cristo (Blanco)
DGO 15 – DIA UNIVERSAL DE LA MÚSICA
LUN 23 – ARG: FERIADO NACIONAL (POR EL 20, DIA DE LA SOBERANÍA NACIONAL
JUE 26 – DÍA UNIVERSAL DE ACCIÓN DE GRACIAS
Esta ha sido una nueva entrega de recursos litúrgicos y pastorales para el tiempo de Pentecostés, meses de Octubre y Noviembre 2020 (Ciclo A). Reedición de 2017 con nuevos materiales.
- para hermanos y hermanas encargados del ministerio de la Palabra,
- realizando trabajos pastorales en amplio sentido y con distintos grupos
- y a encargados y encargadas de la liturgia del culto comunitario.
Cotejando el “Leccionario Común Revisado”, con el también editado por la agenda y leccionario de la IEMA y otros de iglesias hermanas. Nos permitimos algunos cambios en la longitud de los textos y proponiendo algunas alternativas.
Este material circula en forma gratuita y solamente en ámbitos pastorales, dando crédito a todos los autores hasta donde los conocemos, valorando mucho su disponibilidad.
Agradecemos todos los materiales que hemos usado –ya disponibles en varias redes–, sus aportes para estos “recursos”.
Las indicaciones de las fuentes, especialmente las musicales, son:
- CF – Canto y Fe de América Latina, Igl. Evangélica del Río de la Plata.
- CA – Cancionero Abierto, ISEDET.
- HCN – Himnario Cántico Nuevo, Methopress.
- MV – Mil Voces para Celebrar, himnario de las comunidades metodistas hispanas, USA.
- Red Crearte, https://redcrearte.org.ar/
- Red Selah: www.webselah.com
Fraternalmente, Laura D’Angiola y Guido Bello, desde la congregación metodista de Temperley, Buenos Aires Sur.
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Octubre y Noviembre 2020 (Ciclo A)
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