08 – Bienaventuranzas (2) Los compasivos

11 Mar 2019
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08 – Bienaventuranzas (2) Los compasivos

Guías Metodológicas


Esta jornada no cuenta con Libro de Actividades


Mateo 5:7

Auxiliar: Mateo 18:23-35

En esa palabra “Bienaventurados” Jesús está hablando de las normas de vida de todos aquellos que quieren entrar en el Reino de Dios; para todos los que quieran ser llamados hijos suyos y desean verlo.
Si miramos en el libro de Josué 8: 33 – 35, se leen las bendiciones y las maldiciones que Dios le había dado a Moisés para el pueblo justamente cuando entraran a la tierra prometida (Deuteronomio, Cap. 27– 28).

Con Jesús se inaugura un tiempo nuevo: el tiempo del Reino de Dios y Jesús sólo habla de bendiciones para aquellos que quieran “vivir como él vivió” (como dice la canción).

Amar como Jesús amó

Un día vino un niño y me paró,
me miró a los ojos y sonrió.
En sus manitos lápiz y papel,
tarea de la escuela para hacer.
Y me preguntó con mucha alegría
¿Qué preciso para ser feliz?

Amar como Jesús amó,
soñar como Jesús soñó,
pensar como Jesús pensó,
vivir como Jesús vivió.
//Sentir como Jesús sentía,
reír como Jesús reía,
y al llegar al fin del día
sé que dormiría mucho más feliz.//

Oyendo lo que dije me miró
diciendo: ¿qué bonito que habla usted!
Pidió que repitiese, por favor,
y que no hablase todo de una vez,
y preguntó con mucha alegría
¿Qué preciso para ser feliz?
Después que terminé de repetir
sus ojos no salían del papel.
Tocando su carita le pedí
que cuando lo dijera fuese fiel,
entonces me dio un beso cariñoso
y a mi lado fue diciendo así.
(CD 1, Amiguitos de Jesús)

 

Las bienaventuranzas también están en el evangelio de Lucas, aunque menos detalladas.
Presentemos con entusiasmo y alegría las bienaventuranzas a nuestros grupos, vayamos descubriendo juntos el Reino de Dios, ese Reino que va llegando y nos inunda de paz y justicia. Ese Reino de Dios que aún no llegó del todo pero que ya está entre nosotros, y es la vida misma.

En esa palabra “Dichosos”, “Felices” o “Bienaventurados” Jesús está hablando de la nueva manera de vivir de todos aquellos que quieren disfrutar el Reino de Dios, y al mismo tiempo son las normas de vida para todos los que quieran ser llamados hijos e hijas de Dios y desean ver ese Reino que se acerca.
También este mes nos encontramos con la celebración de Pentecostés y nos alegramos por la promesa que nos hace Jesús en el evangelio de Juan cuando habla de enviarnos un Defensor, (griego,Paracletos), que permanecerá con nosotros y en nosotros. Dios abre el cielo de esperanza enviando su Espíritu para llenarnos la vida con su aliento.
Que ese mismo Espíritu nos inunde, nos llene de alegría y libertad para vivir y disfrutar el evangelio.

Las bienaventuranzas son actitudes que van a estar presentes en la vida de todos los cristianos; son características de los hijos de Dios. Son un diseño para vivir felices de acuerdo con Jesús. Expresan la mente, la manera de pensar y sentir de Cristo Jesús para sus discípulos, aún hoy.

Para tener en cuenta:
Todos necesitamos sentir que somos parte de algo. El Espíritu Santo es un regalo de Dios y su presencia en nuestras vidas nos identifica como miembros de su familia, la Iglesia. Ser parte de la familia de Dios realmente es un privilegio que todos debemos valorar. Uno de los privilegios de ser parte de su familia, es contar con la ayuda, la fortaleza y el valor que el Espíritu Santo nos da para vivir vidas completas, útiles y agradables a los ojos de Dios. Su presencia en nuestras vidas, nos capacita para actuar con justicia, alegría y paz” en este mundo (Romanos 14.17).

 


¿Qué queremos lograr?


  • Comprender que Jesús nos enseña a trabajar por la paz.
  • Aprender lo que significa ser bendecido por Dios.
  • Valorar que Jesús nos bendice cuando lo buscamos.
  • Entender que necesitamos la ayuda de Dios para obedecer sus enseñanzas.
  • Reconocer y valorar actos de compasión.
  • Actuar compasivamente, es decir sintiendo con el otro.


Índice



./ niñas/os no lectores

Preguntar: si alguien sabe qué les pasa a los chicos que no están viniendo a la iglesia, si están enfermos o qué les está pasando.

¿Alguna vez estuvieron enfermos o lastimados? ¿Se tuvieron que quedar en casa sin salir a jugar? ¿Alguien te fue a visitar, o te llamó o te mandaron algún regalito? ¿Qué sentiste?

Destacar lo bueno que es que alguien se acuerde de nosotros.

Pensar en alguna persona de la iglesia o del vecindario que pasa por una situación triste.

Prepararle un regalo: Llevar una caja y decorarla con papelitos de colores pegados. Guardar dibujos de los chicos y una carta que el/la maestro/a escribirá dictada por los chicos con sus buenos deseos para que se ponga bien. Es muy importante que la escriba en el momento y la lea para que vean cómo quedó. Luego envolver la caja y ponerle un moño. Decidir cómo la entregan. Lo ideal sería que lo hagan ellos mismos.

Preparar tarjetas para llevar a los chicos que no están viniendo (que cada tarjeta tenga el nombre de todos lo de la clase).

 

ORAR.- Gracias por la ayuda que me dan; ayúdame a que pueda ayudar.

 

./ niñas/os lectores mayores

Contar el siguiente cuento:
Juanito salió de su casa con la honda en la mano. Estaba muy contento y mientras caminaba acariciaba la honda
Al dar vuelta a una esquina vio un perro negro, muy juguetón y despierto. Juan se quedó mirando al perrito y después de un rato se puso a tirarle un palito para que lo fuera a buscar y lo trajera de vuelta. El perrito corría muy alegre, recogía el palo, se lo traía como si hubiera conocido a Juan desde hacía mucho tiempo.
Después de jugar un buen rato, Juan siguió su camino, quería ir a caminar por el campo y usar su honda. Cuando había llegado a un lugar con pasto y árboles, se puso a mirar a su alrededor. De pronto, oyó un ruido:
-Chip, chip, chip.
Se dio vuelta y ¡pobrecito!, allí, tirado en el suelo, arrastrando una alita ensangrentada, había un pajarito.
A Juan le dio tristeza, ¡pobre animalito, herido sin poder volar! Se acercó despacio y lo levantó. El ala no estaba quebrada, sólo lastimada.
“Seguro que alguien lo hirió con una piedra”, pensó Juanito. “Si yo hubiera usado mi honda, podría haber sido yo el que lastimara al pajarito.” Ya su honda no le gustaba tanto. Acarició al pajarito, trató de limpiarle la sangre y lo dejó, a la sombra entre unas ramas que parecían formar como un nido. Ya no tenía deseos de utilizar la honda así que regresó.
Mientras regresaba, oyó un griterío muy fuerte. Se apuró para saber qué estaba pasando.
-¡Perro loco, perro loco, perro rabioso!
Un montón de chicos estaban tirando piedras y palos con toda su fuerza.
Juan corrió.
Vio al grupo de muchachos encima de una pared y allí; en la calle, tratando de escapar, el mismo perrito negro con el que había jugado esa mañana.
-¡Ese perro está rabioso! ¡Perro loco, perro loco!
Juan sabía que el perro no estaba enfermo; las piedras, los palos y los gritos lo habían asustado tanto, que corría como enloquecido y ladraba furioso. Juan corrió tan rápido como le daban las piernas y se puso entre los niños y el perro.
-¡No, no le peguen, pobrecito, no está loco, no está rabiosos!
Juan se iba acercando al perrito, los chicos quedaron con la boca abierta porque esperaban que el animal lo atacara.
Pero el perro con la cola entre las patas, se refugió junto a Juanito, que le tocaba la cabeza con cariño.
Los muchachos dijeron:
-¡Uy, no está rabioso, no está rabioso!
Entonces lo tomó en sus brazos y lo llevó a su casa para gran alegría de Mariela y Cecilia, que nunca habían tenido un perro.
Otro día, Cecilia salió con Mariela. Cuando llegaron a la casa de la señora Sofía, una de sus vecinas, la vieron en la puerta, con su bebito en brazos. Tenía los ojos llenos de lágrimas. La señora miraba para un lado y para el otro, parecía muy afligida. Las niñas se acercaron y la saludaron.
-Cecilia ¿Sabes dónde están mis niños? No los veo por ninguna parte.
-No, señora. Nosotras recién salimos a la calle.
Las hermanitas se daban cuenta de que la pobre señora estaba muy preocupada.
-¡Ah, esos chicos! Se han escapado y tengo al bebito enfermo. Necesito ir a la farmacia y no tengo con quién dejarlo.
A Cecilia se le ocurrió una idea. Sentía ternura por el bebé y por su pobre mamá, tan afligida y preocupada.
– Mire Serra Sofía, su bebito nos conoce, déjelo con nosotras, se lo cuidaremos mientras usted va a comprar las medicinas. Mientras tanto quizás vengan sus hijos. Deme el bebe, yo se lo cuido.
A la señora le cambió la expresión, ahora estaba sonriente. Le entregó el bebé y fue apresurada a la farmacia.
Cecilia tomó al niño con mucho cuidado. Mariela comenzó a hablarle y el bebé se reía contento porque conocía a las hermanas. Así pasó el tiempo, las niñas estuvieron felices cuidando al bebé y ayudando a su vecina, hasta que ésta regresó, muy agradecida.
-Gracias niñas, aquí tienen una pequeña propina, cómprense algunos caramelos.
-No, gracias señora, no queremos propina, nos gustó mucho cuidar a su bebito, deseamos que se mejore. Buenas tardes.- Y se fueron felices de haber ayudado a su vecina.
Esa noche, los tres hermanitos se pusieron a leer la Biblia.
Allí, cerca del capítulo donde está el Padrenuestro encontraron el versículo que dice: “Dichosos los que tienen compasión de otros, pues Dios tendrá compasión de ellos”. Juan contó a las niñas cómo él había cuidado del pájaro herido y había protegido al perro que los niños estaban golpeando.
-Sentí cariño por esos animalitos y quise ayudarlos, hacer algo por ellos. ¿Será compasión, misericordia?
-Yo creo que sí, Juan-dijo Ceci-, yo creo que misericordia, compasión es hacer algo por el bien de otros.
-Si- dijo Mariela-, también hicimos eso con el bebé, porque lo queremos y apreciamos a su mamá.
Los tres niños se miraron, habían descubierto algo muy importante: que cuando ayudamos a otros, estamos dispuestos a hacerles el bien, a ayudarlos en su necesidad recibimos esta felicitación de Jesús: “Felices los compasivos, porque Dios tendrá compasión de ellos”.
Y con ese pensamiento, se fueron a dormir, sintiendo en su corazón el amor de Jesús Y su bendición.

 

Preparar tarjetas para llevar a los chicos que no están viniendo (que cada tarjeta tenga el nombre de todos lo de la clase).

ORAR.- (abrazando a quien tengan al lado): “ayúdame, Jesús, para que pueda ayudar a quien lo necesite”.

 

 

./ adolescentes

Leer texto: San Mateo 5:7

Bienaventurados los misericordiosos (compasivos, dice Dios Habla hoy) porque ellos alcanzarán misericordia (porque Dios tendrá compasión de ellos).
Sinónimos: sensibles, tiernos, amorosos, humanos, clementes.

Juego: Teléfono roto.
Reglas del juego:
Los jugadores se hallan sentados en círculo. El director del juego susurra muy rápidamente una frase cualquiera al oído de su vecino de la izquierda. Este repite a su vez a su vecino de la izquierda la frase que cree haber captado, y así sucesivamente hasta el último jugador. El último jugador dirá en voz alta la frase que cree haber oído, y que se presupone debería ser la que el director de juego dijo. La sorpresa puede ser mayúscula cuando se oye el resultado: casi siempre la frase se va enredando de tal manera que cuando llega al último no es ni parecida a la que fue al principio.

 

Decir: cuando decimos las cosas apuradas o no las decimos bien, nadie entiende nada, como en el juego, y cuando llega al tercero o cuarto, ya no se sabe lo que era, entonces repetimos algo que no es y esto puede ser chisme o mentira.

Una de las formas de ser compasivos es acercarnos a los que son tímidos o los que sabemos que tienen problemas personales, en la escuela, el trabajo, la casa.

Es escuchar a los otros, pero escucharlos bien, sin juzgarlos, entendiendo lo que nos quieren decir, no lo que nosotros pensamos que dicen. Todos alguna vez sentimos que no nos escuchan. Invitar a decir cuándo se han sentido así. El Señor nos invita a escuchar en serio, sentir lo que al otro le pasa. Eso es ser compasivo, es “tener tiempo para los otros”, como hizo Jesús.

Leer la historia de San Marcos 5: 21 – 42; San Marcos 6:34

ORAR.- por aquellos que necesitan que los escuchemos.

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