Quédate con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo

17 Abr 2019
en Episcopado
Quédate con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo

Carta Pastoral Semana Santa


El Evangelio de Lucas en su capítulo 24, del 13 en adelante, nos relata una de las más bellas historias de Pascua. Narra el alejamiento de dos discípulos desilusionados de la ciudad de Jerusalén, y decepcionados de la compañía de los seguidores de Jesús. Se alejan del lugar en el cual tuvo lugar una profunda decepción y se alejan de los otros desilusionados.

Caminan  como fracasados: todas sus expectativas se han caído con la muerte de Jesús. Ya no tiene sentido permanecer en Jerusalén. Todo se ha acabado. Habían creído encontrar el sentido de su vida en la persona a la que seguían, pero su muerte los sumergió en el sinsentido y el vacío. Sus esperanzas políticas y mesiánicas se esfumaron y por ello caminan tristes y abatidos en busca de la pobre seguridad de su hogar. No vale la pena la comunión con los dispersos y desesperanzados.

Emaús se nos ofrece como paradigma de encuentro con el Resucitado. Agustín en uno  de sus sermones lo define con gran claridad:

“Habían perdido la fe y la esperanza. Muertos ellos, caminaban con el vivo; los muertos caminaban con la vida misma. La vida caminaba con ellos, pero en sus corazones aún no residía la vida. Y tú, si quieres la vida, haz lo que ellos hicieron para reconocer al Señor. Lo recibieron como huésped. El Señor tenía el aspecto de un viajero que iba lejos, pero lo retuvieron… Retén al forastero si quieres reconocer al Salvador. Lo que la duda había hecho perder, lo devuelve la hospitalidad. El Señor ha manifestado su presencia al partir el pan.”

Mira, todos somos peregrinos de Emaús,
somos todos los hombres que luchan en la oscuridad de la noche,
llenos de dudas después de los días malos.
Nosotros también somos los de los corazones cobardes.
Ven sobre nuestro camino, abrásanos el corazón a nosotros también.
Entra con nosotros a sentarte junto a nuestro fuego…
Y que exultando de alegría triunfal, a nuestra vez,
nos levantemos para saltar y revelar.  

Abbe Pierre

Aquí salta el gran mensaje de consuelo en esta historia: “Y entró a quedarse con ellos”. Según Lucas aquí radica  el sentido de la resurrección: el Resucitado camina a nuestro lado en nuestro peregrinar, y donde hagamos un alto en el camino, comerá con nosotros. Y nuestros ojos se abrirán para reconocerle como compañero del camino. Sus palabras y gestos despertarán en nosotros la esperanza perdida.  Esperanza que se nos cae tantas veces, como tan bien lo describe Eduardo Galeano:

 

“Soy un hombre de esperanzas, pero a partir de mucha desesperanza; y la esperanza y desesperanza se me cae y levanta varias veces al día. Si uno está vivo, nace y muere varias veces al día. Y en todo caso, creo que merece la pena estar vivo y que el mundo puede cambiar”.

 

En torno a la mesa y el pan compartido, es que los ojos se abrirán a la verdadera realidad liberadora y a nuevos horizontes esperanzadores. El resucitado va a hacer arder nuestra fe en la hermandad y la comunión que se forja alrededor de un pan roto y compartido. Oramos para que los cuerpos rotos, desharrapados y marginados esparcidos por los caminos de nuestra historia abran nuestra vida, nos quemen y conmuevan, movilizándonos a ser una iglesia que hospeda, solidaria, sororal y fraterna, igual a nuestro Señor Resucitado, que se queda cuando la noche llega:

 

Quédate con nosotros, Señor de la esperanza,
el mundo que tú amas hoy lucha por vivir.
Y aunque a veces dudamos de tu presencia en casa,
no dejes que la noche nos sorprenda sin ti.

Y porque ya anochece, quédate con nosotros,
no dejes que la noche nos sorprenda sin ti. 

(C. Vaneziale./ J.C. Maddío)

Que en este tiempo de Pascua de Resurrección, nuestros ojos sean abiertos y pasemos del desencanto al entusiasmo, a la alegría del triunfo del amor de Jesús, sobre todo proyecto de muerte e inhumanidad. ¡El Señor resucitó! ¡Verdaderamente ha resucitado!


Abrazo fraterno/sororal.

Pastor Américo Jara Reyes
Obispo

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