Oíd un son en alta esfera
Nuestro conocido himno “Oíd un son en alta esfera” es un poema para el tiempo de Navi-dad escrito en principio por Carlos Wesley en 1739. Aparece por primera vez en el libro “Poemas e himnos sacros” recopilado y publicado por Juan Wesley ese mismo año.
Los versos originales escritos por Carlos eran: “Hark! How all the welkin rings / Glory to the King of Kings” (Oigan!, como todos los cielos cantan / Gloria al Rey de Reyes).
La versión en inglés conocida por todos hoy, es el resultado de alteraciones de varias manos, la más notable fue la de Jorge Whitfield, uno de los colaboradores más cercanos de los Wesley. Fue él quien introdujo varios cambios, principalmente los 2 versos de apertura: “Hark! the herald angels sing / Glory to the newborn King” (Oigan, los ángeles mensajeros cantan / Gloria al Rey recién nacido.)
El texto en castellano de nuestros himnarios, pertenece a Juan Bautista Cabrera (1837-1916), religioso protestante español, fundador de la Iglesia Cristiana Española de rito presbiteriano. Director del primer periódico protestante de España y escritor prolífico. Es una versión resultado de las dificultades para lograr una traducción que además de mantener el significado, tenga rima y sea cantable.
Además, hay palabras que no tienen una traducción exacta en otro idioma. Por ejemplo, el llamado inicial “Hark”, traducido como “Oíd “u “Oigan” o “Escuchen”, en realidad es un “Oigan con atención” o “Despierten y oigan”. Es un monosílabo, casi onomatopéyico, una palabra de gran fuerza sonora.
Pero analicemos la traducción literal de la versión de George Whitfield que mantiene la perspectiva teológica del original. La primera estrofa:
Oigan! Los ángeles mensajeros cantan
¡Gloria al Rey recién nacido!
Paz en la Tierra, y misericordia benigna,
Dios y los pecadores son reconciliados.
Levántense alegres naciones todas,
Únanse a los triunfos de los cielos;
La naturaleza se levanta y lo adora,
A quien ha nacido en Belén.
Un hecho ocurrido en las sombras de la noche, en un pueblito apartado de la mirada del mundo, es el motivo de una alegría universal, el Cielo y la Tierra son reconciliados, celebramos el puente nacido entre Dios y la naturaleza pecadora del hombre.
En la segunda estrofa, nos damos cuenta que este no es un himno descriptivo, sino una reflexión teológica que evoca el principio del Evangelio de Juan:
Cristo, adorado por el más alto cielo,
Cristo, el Señor eterno,
Tarde en el tiempo vedlo venir,
Vástago del útero de la Virgen.
Vemos a la divinidad velada en la carne,
¡Salve Deidad encarnada!
Aparece como hombre entre los hom-bres,
Jesús, nuestro Emmanuel, aquí.
El Verbo se hizo carne. Es Dios, pero viene al mundo por intermedio de la carne de María. Divinidad velada, escondida en la carne. Dios, aparece como hombre entre los hombres. Son versos conmovedores.
Finalmente, una reminiscencia de Corintios 1, sobre el segundo hombre.
Borra ahora la semejanza con Adán
y estampa tu imagen en su lugar;
Segundo Adán desde el cielo,
Trabaja en ello con tu Amor.
LA MELODÍA
Una de las melodías utilizadas originalmente fue la del himno Amazing Grace. Sin embargo Wesley mismo impulsaba que su himno fuese cantado con la melodía de “Cristo ya Resucitó”.
La melodía que todos cantamos hoy y que es tan popular en el mundo pertenece a Félix Mendelsohn, quien la escribió como parte de una cantata “secular” en homenaje a Juan Gutenberg y a la invención de la imprenta. La cantata fue presentada en 1840 en el festival de Canto de Leipzig. Allí la encontramos en el 2º coro. “Vaterland, in deinem Gauen” (Patria, en tu región).
Fue William Hayman Cummings (1831– 1915), un músico inglés, tenor y organista, quien, en 1855, unió por primera vez el himno de Carlos Wesley y la melodía de Mendelshon, dando origen al himno tal como lo conocemos.
Curiosamente Mendelshon había afirmado que su melodía podía ser utilizada por diversos coros, pero nunca como música sacra. Ironías del destino.
He escuchado este himno en mil versiones, congregacionales, corales, para piano, órgano, flautas, versiones sinfónicas, estilo jazz, blues, pop. Es siempre una sensación trascendental, como si fueran los mismos ángeles quienes anuncian sus versos. Es un texto que sigue vigente y vivirá por siempre. Así que solo resta decir con los mensajeros: ¡HARK!
Eduardo Cavallo para CMEW