Nicea y el Metodismo Latinoamericano: Palabras sobre la unidad de la Iglesia – Pablo R. Andiñach

15 May 2025
en En contexto
Nicea y el Metodismo Latinoamericano: Palabras sobre la unidad de la Iglesia – Pablo R. Andiñach

El Concilio de Nicea I realizado en esa localidad, en la costa del Mar Negro, en el año 325, fue el Primer Sínodo Ecuménico de la Iglesia.  Se realiza en el contexto del imperio Romano, del que era emperador Constantino I. El Concilio fue convocado por el obispo Osio de Córdoba y luego apoyado por el emperador. ​

En una época donde la cristiandad no tenía todavía sus conceptos teológicos definidos, el Concilio de Nicea dio los primeros pasos hacia la formación de lo que hasta hoy consideramos las bases de la fe cristiana.  Definió que Jesús era “verdadero Dios y verdadero hombre”, que la Iglesia cristiana era “Una” más allá de las diferencias que podía haber en las distintas regiones, y redactó el Credo Niceno, que más tarde se completaría en el en año 381 y es llamado el Credo Niceno-constantinopolitano, que hasta hoy utilizan las iglesias cristianas como signo de unidad.

El Concilio Mundial Metodista organizó una serie de encuentros virtuales para celebrar los 1700 años de ese Sínodo fundacional de la Iglesia cristiana.

El texto que presentamos es la exposición de nuestro Pastor Pablo Andiñach en el encuentro correspondiente a “las Américas”, con presentaciones de Brasil, EEUU y Canadá.


WMC Webinar 1700 anniversary of Nicaea – March 4, 2025

Nicea y el Metodismo Latinoamericano: Palabras sobre la unidad de la Iglesia – Pablo R. Andiñach


El título es confuso. El desafío del Concilio de Nicea es a toda la cristiandad, y no se refiere a regiones, países, denominaciones o tradiciones. Pero de todos modos la recepción de su legado es recibido en cada lugar de manera propia. Permítanme decir algo desde América Latina, o desde mi lugar en el vasto continente, multicultural, que es lo que llamamos AL. Lo haré sobre uno de los temas del Concilio: la unidad de la Iglesia.


  1. El símbolo de Nicea es la primera formulación que une a la iglesia en torno a una expresión común, un texto que muestra los elementos primeros que todo creyente debe aceptar. Hasta ese tiempo, fuera de las Escrituras, no había un documento doctrinal claro y sencillo que diera las bases de la fe. Desde mi punto de vista es irrelevante los intereses que pudo haber tenido el emperador Constantino. Su preocupación política es evidente y también su desconocimiento de la teología cristiana. De manera que asumimos que el Espíritu Santo utilizó a Constantino para bien de la Iglesia. Sin duda no es la primera vez que lo hace: ya lo hizo con el emperador Ciro el Persa, cuyos intereses imperiales fueron utilizados por el Señor para liberar del cautiverio al Pueblo de Dios (Is. 44:28). De manera que el Símbolo de Nicea, en su forma breve y limitada (luego expandida en Constantinopla en 381 a.d.), es lo que la iglesia necesitaba en ese momento para comenzar a dar forma a su unidad como Cuerpo de Cristo.
  2. Es emocionante que utilice la expresión “Dios de Dios, luz de luz”, en paralelo, para referirse a la naturaleza de Cristo. Dice que Cristo es Dios, pero recurre al lenguaje del símbolo para “traducir” la palabra Dios (palabra que refiere a lo inefable, lo inmenso, lo distinto) con la palabra “luz” (que expresa lo conocido, lo cercano, lo habitual). Esa búsqueda de cercanía pone en evidencia que los cristianos de aquellos lejanos años ya comprendían la necesidad de la Iglesia de anunciar su mensaje de un modo que fuera comprendido por todos. Siguen la tradición de la Biblia, que en cada página pone la dimensión divina y cósmica en narraciones cotidianas e imágenes cercanas a la experiencia humana. Percibieron que decir que Jesucristo era Dios no tenía la claridad suficiente como para anunciar su condición de salvador de todas las personas y pueblos. Podemos incluso pensar que la palabra “Dios” en aquellos años no era tan clara y simple como hoy podemos imaginar. Las religiones del imperio eran inmensas, complejas y diversas. En ellas abundaba la palabra Dios. ¿Será por ello por lo que Nicea busca traducir la palabra Dios a fin de que no se confunda a Cristo con los tantos Dioses que habitaban el universo de su tiempo? No lo sabemos, pero sí podemos ver que eligieron el símbolo de la luz, aquello que fue lo primero creado (Gen 1:3, «Let there be light; and there was light”). El que el mismo Cristo aplicó como símbolo a sí mismo (“yo soy la luz…” Jn 8:12). Y, sin saberlo, eligieron aquello que Albert Einstein nos enseñaría que es lo único absoluto en un universo donde todo es relativo. Tampoco quizás sabían que la palabra griega Dieus viene del indoeuropeo y del sánscrito Deivos que significa “brillo, luz”, aunque ellos utilizaban el griego Theos para hablar del Dios de la Biblia.
  3. Deseamos postular que esta asimilación de Dios a la luz es una de las piezas clave para comprender la unidad de la Iglesia en Cristo. En tiempos del Concilio el Arrianismo no cuestionaba la doctrina de la iglesia, sino que buscaba expresar una variante de la fe. Para Arrio Cristo era menos luminoso, menos Dios; Cristo traía salvación, pero no alcanzaba la gloria del Padre. Prevaleció el pensamiento de la mayoría del Concilio, aunque el pensamiento arriano todavía hoy aparece entre la fe de algunos creyentes, sin saberlo y sin conflictos. Pero esa asimilación de lo divino de Cristo a la luz es una fuerte y profunda expresión que permite unir las experiencias de todas las personas, en todos los tiempos y culturas.
  4. América latina es un continente de oscuridades. En realidad, el mundo global se ha tornado oscuro. No pensamos que vivimos la peor de las épocas y sin duda que no es más oscura que en otros muy tristes momentos de la historia. Pero este es nuestro tiempo, en el que el Señor nos ha puesto, y en el que, al igual que quienes se reunieron en Nicea hace 1700 años, debemos dar testimonio de nuestra fe. En AL falta la luz donde hay violencia. Falta la luz donde hay pobreza. El futuro es oscuro para millones de jóvenes que no pueden imaginar un mundo mejor, más solidario y humano, y que deben migrar y dejar sus familias y la tierra que los vio nacer (como lo hicieron Abram y Sarai, Gen 12:1). Hay falta de luz cuando los abuelos no pueden descansar por ver como sus nietos son amenazados por los enemigos de la vida.
  5. También AL es un continente oscurecido por las expresiones religiosas. No siempre las iglesias cristianas han estado a la altura del evangelio que las funda y les da sentido. Por un lado, hay un catolicismo básico cruzado por un sinnúmero de matices religiosos, desde sectores que muestran un simple paganismo hasta formas vinculadas a movimientos políticos antipopulares. Es cierto que junto a ello hay un catolicismo socialmente serio y responsable, que ha dado mártires y que aún hoy busca ser luz en la oscuridad.
  6. El pueblo protestante y evangélico no se ve mejor. La división de las iglesias evangélicas y protestantes (una marca teológica de nacimiento desde la Reforma, lo que es una deuda que todavía no hemos podido saldar), que hace cien años mostraba cierta organización y una amistosa distribución del terreno misionero, se ha transformado en una lucha ideológica, donde las corrientes “progresistas” y “conservadoras” no pueden dialogar. Hoy parece que han devenido en secundarias las divisiones teológicas, para transformarse en discusiones sobre temas culturales, políticos y accidentales al Evangelio. En Nicea los considerarían temas mundanos y producto de la influencia en la Iglesia del paganismo de nuestro tiempo. Lo grave de esto es que se ha profundizado la división de las iglesias, no en base a diferencias teológicas sino a temas marginales a la esencia de la fe. Mostramos al mundo nuestra peor cara al continuar dividiéndonos, y los Metodistas hemos contribuido a esa moderna Babel con la triste imagen de una Iglesia que no pudo dialogar, sea cual fuere el lugar que en esa mesa hayamos ocupado los que hoy estamos aquí.
  7. Es muy difícil anunciar al pueblo de América Latina la unidad que promueve el Evangelio si la cristiandad está dividida. ¿Cómo anunciar al Cristo que es luz cuando nuestras Iglesias suman oscuridad a una sociedad que ya es oscura? Sin embargo, es justo decir que hay un metodismo latinoamericano que, en medio de todas estas dificultades y conflictos externos e internos, predica y da testimonio fiel del Cristo resucitado.
  8. El Concilio de Nicea es una poderosa fuente de enseñanzas para nosotros. Buscaron una fórmula que uniera la iglesia, y en su momento lo lograron. Buscaron clarificar las bases de la fe, lo que debía creer todo cristiano y lo que no era esencial a la fe, y lo plasmaron en el Credo. Percibieron la importancia de un calendario común y universal y en consecuencia fijaron la fecha común de la Pascua.
  9. Cristo es “Dios de Dios, luz de luz”. Hoy a Cristo en persona no lo vemos, pero vemos la luz y nos impacta su presencia. En AL y en el resto del mundo somos llamados a dar testimonio de ese Cristo que es Dios y luz.

Pregunta: ¿Cómo anunciar al Cristo que es luz cuando nuestras Iglesias suman oscuridad a una sociedad que ya es oscura?

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