Mensaje de la XXVI Asamblea General de la IEMA a las Congregaciones Metodistas de Argentina
A las Congregaciones Metodistas de Argentina.
La XXVI Asamblea General de la IEMA, reunida en el Colegio Ward, los días 11 al 14 de octubre de 2019, saluda a las congregaciones a lo largo de todo el país, en la Gracia y Esperanza de nuestro Señor Jesucristo.
En la certeza de que “ la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros… lleno de gracia y de verdad “ (Juan 1:14), nos ha acompañado el Espíritu Santo, guiándonos en las decisiones y en el debate hacia una visión común, acerca de los temas de la gran parroquia, que son los desafíos misioneros que se nos presentan en este tiempo.
Como Iglesia Metodista en Argentina, con 183 años de vida en nuestro país, somos una expresión del pueblo de Dios que es parte de una familia denominacional wesleyana de más de 90 millones de personas en el mundo que celebran y viven su fe, a la luz de su tradición. Este año celebramos los 50 años de nuestra Autonomía de la hermana Iglesia Metodista Episcopal (hoy Iglesia Metodista Unida). En esa asamblea se resolvió caminar hacia la construcción de una iglesia que responda a las exigencias de los tiempos en estas tierras.
Procurando ser una iglesia sierva de Jesucristo, ámbito de libertad y lugar de encuentro para todas las personas, reafirmamos nuestra identidad ecuménica y profética, comprometida siempre con los aconteceres de nuestro país.
En el marco de la XXVI Asamblea General, bajo el lema: “Jesús, Gracia que transforma y esperanza que libera”, recordamos que Él anunció que la gracia de Dios nos libera de toda condena, nos transforma y convoca a anunciar su verdad y su justicia para construir una sociedad digna, con equidad, que refleje la imagen de Dios, en toda su creación.
“No se conformen a este siglo, sino transfórmense por medio de la renovación de su entendimiento, para que comprueben cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:2.
“El mundo es mi parroquia” afirmó Juan Wesley y creemos oportuno reflexionar en las preguntas de la Gran Parroquia, que dan el contexto adecuado a nuestra práctica, como iglesia comprometida con el tiempo que le toca vivir. Las temáticas reflexionadas Justicia climática y ambiental, Justicia migratoria y hospitalidad, Justicia de género y patriarcado, Justicia comunicacional y verdad, Justicia social y estigmatización de los pobres, nos ayudan a entender la misión en diálogo con nuestros contextos sociales complejos y dinámicos. Asumiendo que el mundo es nuestra parroquia y somos desafiados a encontrar caminos de misión y fidelidad en esta coyuntura.
Nuestra Iglesia clama por un reavivamiento misionero que nos transforme en comunidades que sean casas de gracia y esperanza, ya que “de gracia han recibido; den de gracia “ (Mateo 10:8). Donde se viva el amor incondicional de Dios, que nos libera de nuestros miedos y encerramientos, en la búsqueda prioritaria de su reino y su justicia.
En este tiempo electoral, afirmamos por lo tanto, lo que proclama nuestra Afirmación de principios sociales aprobada en 1969 en nuestra Asamblea de Autonomía… “que debemos oponernos a todo sistema basado en el egoísmo, la hipocresía, la represión, la injusticia y la violencia…y que es nuestra responsabilidad buscar permanentemente una renovación total que modifique el estado de cosas existente. “
Proclamamos que, en Cristo hay gracia amorosa que transforma estas realidades de muerte y renueva la esperanza en un nuevo tiempo histórico para todas las personas y toda la creación. Afirmando la experiencia de un evangelio comprometido con quienes sufren hambre y exclusión, desempleo y cualquier tipo de discriminación.
Tenemos el llamado a orar por nuestras comunidades y sus testimonios en cada uno de los contextos en el que viven, en sus dificultades y sus avances. Somos desafiados y desafiadas a comprometemos a colaborar hacia un nuevo pacto social, ético y ciudadano donde la solidaridad, el encuentro y la justicia sean los ejes de un nuevo tiempo. Donde el cuidado de toda la creación, el valor de la paz, el sentido de igualdad y la libertad de los pueblos, como la dignidad de todo ser humano sean los principios y acciones hacia una vida con esperanza, en nuestra querida tierra.
El lema: “Jesús es Gracia que transforma y Esperanza que Libera”, nos desafía como Iglesia a buscar desde el Evangelio de Jesús y en la tradición wesleyana de la Gracia, la renovación espiritual y el testimonio-servicio profético que nuestro país necesita y que como porción del Cuerpo de Cristo debemos ofrecer. Dios nos sigue llamando para colaborar –al decir de Juan Wesley-: “en la gran y extraordinaria obra que Dios está haciendo en medio nuestro”.
En medio de grandes dificultades, confiamos en la fuerza de su gracia y en la esperanza que nos anima, en la certeza de comprometernos con Aquel que camina en medio nuestro y …. “está haciendo nuevas todas las cosas. (Apocalipsis 21:5 ).