Medios de Gracia: La comunión fraternal
En entregas anteriores ya hemos hablado de los medios de gracia que Wesley señala: la oración, el estudio de las Escrituras y la Santa Cena constante. Estos tres medios presuponen un cuarto: tanto la oración, como el acceso a las Escrituras, como también la Santa Cena, poseen un nivel personal y uno comunitario. De tal manera que este cuarto medio de gracia está presupuesto y es de vital importancia para el fundador del metodismo.
En el Sermón 16 (p. 315, T I), Wesley inicia su argumentación sobre la existencia de los medios de gracia desde la Biblia y el testimonio de la iglesia primitiva, cita Hechos 2: 42, donde se describe la vida de la iglesia en la perseverancia en la doctrina de los apóstoles, en el partimiento del pan y en las oraciones. Estos tres medios de gracia que la comunidad primitiva ejerce se brindan en el marco que la misma cita de los Hechos menciona: “Todos los que habían creído estaban juntos…”.
En varios escritos Juan Wesley volverá sobre el significado y el alcance de la comunión fraternal. En el Prefacio a los Himnos (Tomo IX, p. 237), hallamos un pequeño tratado eclesiológico y esto no debe sorprendernos, ya que los himnos fueron compuestos para alabar a Dios y anunciar su Palabra en el marco de la comunidad de fe reunida. En el mencionado escrito Wesley hace una rotunda afirmación acerca de la dimensión comunitaria de la experiencia de fe:
“En el (evangelio) no hay religión solitaria. “Santos solitarios” es una frase tan inconsistente con los evangelios como “adúlteros santos”. El evangelio de Cristo no conoce otra clase de religión sino una religión social; no otra santidad sino social. “La fe que trabaja por el amor” es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de la perfección cristiana.” (p. 239)
Para lograr comprender en profundidad lo que Wesley afirma en la cita mencionada es importante saber que el término “religión” hoy podríamos interpretarlo por “fe”. Algo similar ocurre con la palabra “social” cuando por el contexto, se refiere a lo comunitario de la fe cristiana. En este sentido Wesley está afirmando que la fe es comunitaria y la santidad es comunitaria.
No es necesario aclarar que Wesley afirma que la experiencia del encuentro y seguimiento de Cristo es personal. Pero a la vez se requiere que sea enriquecido y alimentado en la iglesia, en el ejercicio de la comunión fraternal que nos ha sido dado en Jesucristo por medio del Espíritu Santo. Entonces, la fe es personal y simultáneamente comunitaria. El individualismo es una perspectiva errónea del cristianismo en el metodismo.
Hasta tal punto la comunión fraterna es un medio de gracia, Wesley nos invita a mirar con generosidad y amplitud el concepto de la catolicidad (universalismo) de la iglesia. En palabras del autor:
“No me atrevo a excluir de la iglesia católica a todas aquellas congregaciones en las cuales algunas doctrinas no contenidas en las Escrituras y de las cuales no puede afirmarse que sean “la Palabra pura de Dios”, son frecuentemente predicadas. Ni tampoco a todas aquellas congregaciones en las cuales los sacramentos no son “debidamente administrados”.
Dos aspectos podemos destacar de esta cita. En primer lugar, la “catolicidad” de la iglesia Wesley no la deja enteramente en manos de la Iglesia Católica Romana, es pertenencia y marca distintiva de todo el cuerpo de Cristo. En segundo lugar, el espíritu ecuménico del metodismo no permite descalificar ni quitar de la comunión de la iglesia universal a quienes sostengan doctrinas que no sean enteramente respaldadas por las Escrituras o donde los sacramentos no sean “debidamente administrados” (en clara alusión a la iglesia Romana).
Estos temas Wesley los desarrolla en el Sermón 74 “La Iglesia” (T IV, p. 81), donde también nos ofrece una definición de la iglesia que es la que da sustento a la afirmación de la comunión fraternal como un medio de gracia.
“¿Qué es la iglesia? La iglesia católica o universal es: Todas las personas a quienes Dios ha llamado a salir del mundo para concederles el derecho al carácter precedente, a ser “un cuerpo”, unidos por “un Espíritu” que tienen “una fe, una esperanza, un bautismo; un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”.
Varios asuntos se desprenden de las citas del fundador del metodismo que hemos brindado a lo largo de esta entrega. Esperamos que puedan ser de utilidad para nuestros lectores y sus comunidades de fe. Es necesario revisar nuestro espíritu ecuménico, evitemos todo sectarismo y descalificación hacia quienes no viven la fe en Jesús de la misma manera que nosotros. También nos hace falta preguntarnos acerca de nuestro propio vínculo con la comunión fraternal.
En ocasiones, disgustos y frustraciones en la vida congregacional nos impiden ver cuanta gracia divina existe en permanecer unidos en Cristo. No permitamos que nuestras limitaciones en saber convivir y amarnos en las diferencias, nos alejen de la iglesia y nos priven de toda clase de bendiciones que el Señor quiera darnos.
Claudio Pose para CMEW