Decimocuarto domingo después de Pentecostés

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1º Reyes 8:(1, 6,10-11), 22-30, 41-43; Salmo 84; Efesios 6:10-20; Juan 6:56-69
Evangelio de Juan 6.57-69: Retomamos el discurso de Jesús que culmina aquí con las referencias a las “palabras de vida eterna”: no se refiere a un comer biológico, sino al espíritu que da vida. ¿A quién podemos ir? Desde entonces, muchos que habían seguido a Jesús lo dejaron.
Primer libro de los Reyes 8.(1, 6,10-11), 22-30, 41-43: Salomón ordena llevar el arca del pacto a Jerusalén. La ubican en el lugar santísimo del templo. Si ni los cielos son capaces de contenerte, mucho menos este templo. Pero oye aquí las plegarias de tu pueblo y de todos los pueblos de la tierra.
Salmo 84.1-5, 11-12: ¡Qué lindo estar en tu templo, Señor! ¡Hasta los gorriones y las golondrinas quieren estar aquí! ¡Cuán felices quienes hallan fuerzas en ti y ponen su corazón en tus caminos!
Carta a los Efesios 6.10-20: La lucha del cristiano es por la justicia, la verdad, la paz, la fe, la salvación, contra los poderes espirituales de este mundo, orando confiadamente en todo tiempo.
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