Recursos para la predicación
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Mateo 25.14 30 – Presentación de Mercedes García Bachmann
La parábola es demasiado conocida. Un amo reparte entre varios de sus esclavos grandes sumas de dinero, dando a cada uno según su propia fuerza (dynamis) y se ausenta durante una temporada muy larga. A su regreso les pide cuentas. Los dos primeros entregan el doble de lo recibido, es decir que cuanto más habían recibido más entregan. Pero había uno que había recibido un solo talento y lo enterró; por tanto, sólo devolvió el talento recibido. Mientras que el amo alabó y premió a los esclavos fieles, a este último lo trata de malo y perezoso y le quitó aun el talento que se le había confiado.
Las interpretaciones tradicionales son muchas y conocidas, haciendo referencia a los talentos como dones o capacidades recibidas que deben ser puestas en uso. Otra lectura hace referencia, generalmente aprobándola, a la lógica capitalista: “cuanto más tengas más recibes y cuanto menos tengas, con menos te quedarás.” ¿Qué decir a nuestros pueblos al respecto?
Se dijo antes que la parábola de las diez vírgenes no explicita qué significa velar; que este significado se debe extraer del resto del capítulo, y del capítulo como un todo, pues son ejemplos de un principio enunciado en el cap. 24. Una lectura aislada y desencarnada de la realidad lleva a perder de vista elementos muy importantes del mensaje de Mateo. Como se verá en 25.31-46, el cuidado de los/as pequeños/as de la comunidad, de la Iglesia, despreciados/as por el mundo, determina la separación de cada persona gentil o pagana (las “naciones”) en bendita o maldita. A la luz de esta totalidad, veamos los vv. 14-30.
Hay dos lecturas posibles del relato. Una lectura es la tradicional, que interpreta la actitud recriminada al tercer siervo como pusilánime, miedosa o falta de amor por su amo. Es una lectura avalada no solamente por el texto mismo, sino por el mismo siervo, que se “condena” a sí mismo reconociendo de entrada su visión de un amo duro (sklerós), que recibe lo que no produjo por sí mismo. El amo reconoce recibir lo que no produce y esperar de sus esclavos lo que no hace por sí mismo; pero no reconoce ser duro. De hecho, su actitud para con los otros siervos muestra una cierta generosidad, aunque, por cierto, dentro de un sistema esclavizante e injusto. En esta interpretación, el siervo es condenado por su miedo al riesgo, su falta de iniciativa y su pereza, puesto que podía haber dado el dinero al Banco si no se animaba a correr riesgos.
Pero también hay otra lectura posible. Es cierto que el amo confió grandes sumas de dinero a sus siervos y que estuvo dispuesto a recompensarlos según lo pequeño o grande de su fidelidad. No dio a cada uno la misma cantidad, sino que usó su criterio y su conocimiento de sus siervos. ¿Por qué a este último le dio un solo talento? Quizás conocía su ideología y quiso ponerlo a prueba con una suma considerable, pero la menor entre las entregadas.
Con varios autores proponemos que este siervo estaba cansado de trabajar para otro, de ser explotado (todos lo eran, eso es seguro) y de producir ganancias para quien no había sembrado por sí mismo. Estaba cansado del sistema capitalista que no considera a quienes no se animan o no quieren producir siempre más para otros; estaba cansado de creer que porque lo recompensan con migajas se sienta a la mesa de los grandes.
Este siervo se decidió por la resistencia pasiva, por el desafío al amo y a la lógica acumulativa, sabiendo las consecuencias que esto le traería: “sé cómo eres y cómo funciona tu sistema, pero me niego a participar; acá está lo que me diste, esto es lo tuyo”. A la luz de la recompensa a quienes no se olvidan de los y las pequeñas de nuestra sociedad, era la única conducta posible, aun cuando fuera castigado o por lo menos excluido del sistema de premios (“tinieblas y rechinar de dientes”).
Como ya lo expresamos, no es el Hijo del Hombre quien otorga talentos y premia o castiga, sino un hacendado rico y dueño de esclavos/as, que busca su propio beneficio. Mientras que él sea amo, la lógica será la de la cosecha de lo que no sembró, pero será diferente cuando venga Jesús y juzgue. Entonces, la lógica será la que se percibe en Mt 25.31-46.
Posible esquema para la predicación
Propongo una reflexión que parta de los distintos personajes y que examine la parábola desde el amo, desde los siervos fieles, desde el siervo que se resistió a producir más dinero... y desde los y las excluidas que este siervo se pudo haber encontrado allí a donde fue excluido.
Mercedes García Bachmann (Iglesia Evangélica Luterana Unida, argentina), Estudio Exegético-Homilético 32, ISEDET, noviembre de 2002.
Introducción a Sofonías – Presentación de Jesús María Asurmendi Ruiz
Sofonías (“Yavé esconde o protege”) vive en Jerusalén, centro geográfico y simbólico de sus oráculos. Su genealogía intriga, pues menciona cuatro generaciones, contrariamente a los otros profetas, de los que solo se nombra al padre. ¿Se quiere entroncar a Sofonías con el rey Ezequías o se pretende únicamente mostrar que es un verdadero israelita a pesar del nombre extranjero del padre?
Contemporáneo del final del imperio asirio (745-612), anuncia en un poema sobrio e incisivo la caída de Nínive (612), que forma parte de un bloque literario bien delimitado con oráculos contra los pueblos fronterizos, basados en la tradicional enemistad entre vecinos y en conflictos concretos más recientes (2.4-15). No hay que olvidar que el asedio de Jerusalén en 701 tuvo consecuencias muy negativas para el reino de Judá, aunque la capital se salvase in extremis. Gran parte de su territorio fue entregado por los asirios a los vecinos filisteos que, evidentemente, no desperdiciaron la ocasión. Se comprende así el resentimiento que se trasluce en los oráculos de Sofonías.
El libro de Sofonías se caracteriza por la ironía de sus oráculos y por la fuerza expresiva de muchos de ellos, entre los que destaca 1.7,14-18, descripción fantástica del “Día del Señor”, terrible y veloz, expresión del castigo con el que el profeta interpela a sus conciudadanos.
Muy probablemente su libro, como todos los de la Biblia, haya sido adaptado a nuevas circunstancias y completado en función de ellas. Es cierto que en su presentación actual “el día”, “aquel día”, “el día del Señor” constituyen una especie de trama de fondo que va hilvanando las distintas unidades.
La estructura literaria del libro es la siguiente:
1.1.
1.2–2.3 2.4-15 3.1-8 3.9-20 |
Título
Oráculos de juicio contra Jerusalén y llamada a la conversión Oráculos contra las naciones vecinas Nuevos oráculos de juicio contra Jerusalén Promesas y esperanza |
Como en otros libros proféticos, en el de Sofonías están presentes los tres elementos clásicos de la profecía: oráculos de juicio y de condena, promesas y oráculos de esperanza, oráculos dirigidos a las naciones vecinas.
Su predicación influyó muy probablemente en la reforma social y religiosa del rey Josías (640-609), aunque no haya pruebas de ello. En efecto, no solamente la precede cronológicamente sino que su libro contiene una fuerte crítica de la idolatría del reino de Judá (1.2-6), tema clave de la reforma y del Deuteronomio que la inspira, aunque dicha reforma tuviese contenidos políticos claros: reunificación y reestructuración de la sociedad, centralismo del culto y, en definitiva, redefinición de la identidad y unidad nacionales.
Sus intervenciones comprenden igualmente denuncias virulentas contra la injusticia social de gobernantes, clases dirigentes y oficios diversos. Junto a las denuncias de Judá y Jerusalén (1.2-18; 3.1-8), la esperanza cristaliza en oráculos famosos (2.1-3; 3.9-20). Apasionado por Jerusalén, su mensaje se sintetiza en tres términos: justicia, pobreza y humildad que nada tiene que ver con actitudes espirituales apocadas o melindrosas. Es lo que falta y por lo tanto lo que espera. En Sofonías el “Día del Señor”, “Aquel día” es, ni más ni menos, la acción del Señor que será castigo primero y esperanza después.
“El día del Señor” es una expresión típica de la literatura profética y por lo tanto anterior a él. Cronológicamente, el primer libro donde se encuentra es el de Amós (5.18): “¡Ay de los que suspiran por el Día del Señor! Será tinieblas, no luz”. Lo cual quiere decir que en la conciencia general “El Día del Señor” servía para designar la acción de Dios en favor de Israel. Así, por ejemplo, en Isaías 9.3 se habla del “Día de Madián”, alusión evidente a los episodios relatados en Jue 7-8, considerados, dadas las circunstancias de la victoria, como una hazaña extraordinaria del Señor en favor de su pueblo.
Pero los profetas, como aparece claramente en el texto de Amós, cambian radicalmente el contenido de la expresión para designar con ella el castigo que Dios va a infligir a su pueblo consecuencia de su extraviado comportamiento. La expresión, sin embargo, volverá a cambiar de contenido y en muchos textos adquiere una consonancia positiva que expresa la esperanza, escatológica en muchos casos, como en el libro de Joel.
Pistas hermenéuticas. Orgullo y humildad
“…Yo quitaré de en medio de ti a los que se alegran por tu soberbia… en medio de ti dejaré aun pueblo humilde y pobre, el cual confiará en mi nombre” (3.11-12). A mediados del siglo pasado se puso muy de moda la expresión “los pobres de Yavé”. Se designaba con ella una actitud espiritual, enraizada en la Biblia, de aquellos creyentes que ponían toda su confianza en Dios creando una dinámica que le hacía vivir plenamente según su voluntad. El texto recién citado de Sofonías era considerado como el punto de partida de dicha espiritualidad.
Entre los católicos, la figura modélica era María –no por cierto la María Reina o Emperatriz ni tampoco la resignada Mater Dolorosa (comentario de los Recursos)–. La propuesta era y es tentadora con tal de que se respeten los parámetros bíblicos. El mismo texto de Sofonías ofrece ya pautas sobrias pero seguras. Si el texto citado emplea los términos “humilde y pobre”, el primero aparece dos veces en Sof 2.3: “Ustedes, los humildes de la tierra, los que practican la justicia del Señor, ¡búsquenlo!” ¡Busquen al Señor y su justicia! ¡Practiquen la mansedumbre! Tal vez el Señor los proteja en el día de su enojo.” Lo cual quiere decir que la invitación a buscar la “humildad y la justicia” es como el antídoto de la condena.
Cuando en el oráculo de 3.9-13 Dios promete un pueblo pobre y humilde, teniendo en cuenta el contexto del libro, quiere decir sencillamente un pueblo que practica el derecho y la justicia y que no cuenta con fuerzas, recursos ni medios propios para “salir adelante”, para vivir. Para Sofonías la humildad va pareja, es sinónimo de la justicia, de la práctica del derecho, y conlleva esa dimensión de desprendimiento personal que consiste en contar, fundamentalmente, con Dios.
Un caso concreto de lo que Sofonías entiende por orgullo se encuentra en 2.15, el oráculo contra Nínive a la que acusa de orgullo culpable cuando se autodefine en esto términos: “Yo y solo yo”. Fuerza política, habilidad comercial, chanchullos diversos con un único denominador común: montar y dirigir la vida con y por sus propios medios: “Yo y solo yo”. La tentación es permanente. Se puede decir que se trata de un componente estructural del ser humano en particular y de las sociedades por él creadas.
Muchos acontecimientos mundiales siguen mostrando un término y una realidad que expresan estas realidades: la arrogancia. Una arrogancia que, como denunciaban los profetas en su tiempo, se basa en una visión unilateral de la gente concebida como máquina de consumo o, en el mejor de los casos, como productor de bienes de consumo comercializables. Con estos parámetros, la arrogancia difícilmente se puede evitar para quien posee poder político y/o medios financieros como pedestal y principio de su existencia.
El tema del orgullo y la desmesura es clásico entre los profetas. En Isaías, el cap 2 es un lamento desgarrado contra todo lo encumbrado, pretencioso y orgulloso. El profeta acusa al rey de Asiria de orgullo desmedido (10.5-15) y a Egipto de sus ilusiones de sabiduría sin par (19.11-15). Tampoco Ezequiel se queda corto y desmenuza la actitud engreída e impertinente del rey de Tiro, hábil comerciante, que se encumbra hasta las alturas divinas (Ez 28.1-19).
En todos estos casos las víctimas se amontonan. Y es difícil evaluar hasta qué punto las llamadas “fuerzas de la historia” combaten la arrogancias del poder. La Biblia afirma que su Dios, el Dios de las víctimas, trabaja por ellas, por su honor y por su vida.
Jesús Maria Asurmendi Ruiz, biblista católico de Navarra, España, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, Navarra, 2007.
Sofonías 1.1–2.3 – Juicio contra Jerusalén y llamada a la conversión - Presentación de J. María Asurmendi Ruiz
1.2-6 – Idolatría y castigo
Vemos en este oráculo dos partes distintas, vs 2-3 por un lado y 4-6 por el otro. El tema de amabas unidades es el mismo: la idolatría religiosa. En la primera se alude a cultos en que los animales representaban a dioses. Y en la segunda se entra en el terreno más concreto de los cultos que más tentaron a los israelitas durante la época monárquica sobre todo. El más conocido de ellos es, sin duda, el del dios Baal, dios cananeo de la fecundidad y de la fertilidad, enemigo jurado de Oseas y Elías.
1.7-13 – Desglose de culpas y culpables
El v 7 es un caso aparte. Menciona por vez primera el “Día del Señor” introducido por la aclamación de resonancias cúlticas: “Guardemos silencio en presencia de nuestro Señor y Dios”. Es una especie de anticipo o preludio al poema de los vs 14-18. Y notemos la frecuencia de la mención del “día” (vs 8,9,10,12).
Los vs 8-9 están dirigidos contra los responsables políticos de Jerusalén. Aunque no está muiy claro qué quiere decir “el día del sacrificio del Señor”, parece que, contrariamente al ben eficio que se esperaba de una acción cúltica, esta vez los efectos serán francamente negativos. La crítica parece clara: aparecen los magnates y quienes se visten a la moda extranjera.
No se sabe bien tampoco a qué se refiere la expresión “saltar por encima del umbral”. ¿Práctica idolátrica? ¿Alusión a quienes entran y salen con facilidad en el palacio real? Sea lo que fuere del sacrificio del Señor y de saltar por encima del umbral, está claro que la acusación, compuesta de violencia y engaño, entraña abuso de poder y víctimas inocentes.
En 10-11 se entra en otro mundo de la sociedad de la época. “Puerta del Pescado”, “Barrio Nuevo”, vecinos del “Mortero” (ver por ej. la NBE) son evidentemente lugares y barrios de Jerusalén donde el profeta sitúa las actividades comerciales y financieras. El porvenir no se presenta muy halagüeño para estos personajes. Aunque el oráculo no explicita acusación alguna, no hay que ser muy agudo para imaginar lo que el profeta achaca a tales destinatarios.
En 12-13 continúan las acusaciones. Se trata de quienes piensan que el Señor es totalmente inoperante. Que no sirve para nada. Ni para bien ni para mal. La indiferencia y el desinterés constituyen el nudo gordiano de este oráculo Es una actitud más negativa y destructora que el enemigo frontal y directo. La imagen de Dios rastreando Jerusalén con una linterna es única y de una extraordinaria plasticidad. El castigo propuesto es bastante clásico en la Biblia: construir y no habitar, plantar y no gozar del fruto.
1.14-18 – El día del Señor
El poema del Día del Señor, en sentido estricto, comprende los vs 14-16. Su inminencia, su proximidad, su imprevisibilidad constituyen las primeras características de este poema ¡sin un solo verbo! Esta situación gramatical provoca la sensación de una situación petrificada, terrorífica y sin salida. A pesar de la agitación enloquecida que se describe, el cuadro es audiovisual, de tonos negros y sonidos espeluznantes; y todos sus elementos son totalmente negativos, creando un conjunto de una densidad sin igual.
Los vs 17-18 presentan una ampliación del horizonte a todo el universo. De esta forma el capítulo cuyo comienzo ofrece un panorama que abarca el universo entero termina de la misma forma tras haber focalizado su atención en personajes y lugares concretos.
Jesús Maria Asurmendi Ruiz, biblista católico de Navarra, España, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, Navarra, 2007.
Salmo 90 – Presentación de Enzo Cortese y Silvestre Pongutá
Es una lamentación colectiva. La alabanza y acción de gracias inicial no es rara como introducción al lamento. Al acostumbrado tema de los castigos y de las relativas culpas (7-11) se mezcla el de la fragilidad humana (3-6), con el cual parece unirse la petición de la gracia de la sabiduría (12). Con esta empiezan las acostumbradas peticiones finales de gracia y liberación (13-17).
El título atribuye esta oración a Moisés: como intercedió ante el castigo por lo del becerro de oro, se lo hace interceder frente al nuevo gran castigo. ¿Estamos todavía en el exilio o frente a las tribulaciones del período sucesivo? Si la obra de nuestras manos, que el v 17 de robustecer, es la reconstrucción del templo, como en Hageo 2.14-17, tenemos una fecha probable, el 520 aC, para la formación y ejecución solemne de nuestro salmo.
La fragilidad humana y la brevedad de la vida, son ideas entrelazadas y confrontadas con la eternidad de Dios. La idea de la fragilidad que continúa con la imagen de la hierba (6) y la del Dt-Is (Is 40.6ss) viene del exilio. La repetición del vocabulario sobre el tiempo: años (4s,9s,15), días (3s,12,14), noches (4), mañana y tarde (6)… tejen en todo el salmo el tema de la mortalidad humana y la prolongada duración de los sufrimientos.
De todo esto deberíamos aprovechar para convertirnos, tema artísticamente elaborado con el verbo volver (3, al polvo y convertirse; 13, vuelta compasiva de Dios), que se debe unir con la petición de sabiduría del v 12, de saber contar los días: sobre todo los de la duración de los silencios de Dios.
Si todo lo ambientamos, incluyendo la esperanza expresada en las peticiones finales, que hablan de un tiempo nuevo, de una nueva mañana n(14s), en las primeras liturgias post-exílicas, esta plegaria llega a ser conmovedora.
Lectura cristiana
Y así cada comunidad cristiana que sufre o ha sufrido tiene a mano también hoy una magnífica plegaria. Su belleza fue entendida y señalada ya por los primeros cristianos (2 Ped 3.8-9), a la espera de tiempos mejores y de la liberación escatológica. La iglesia recita este salmo, haciéndose voz, en especial, de quienes más sufren.
Enzo Cortese y Silvestre Pongutá, Salmos, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, España, 2007, Vol II, pp.709.
1 Tesalonicenses 5.1 11 – Presentación de Pablo Ferrer
Introducción
El texto que sigue tiene que ser leído como continuación de la preocupación surgida en el párrafo visto el domingo anterior. Si 1º Ts. 4.13-18 busca responder a la desesperanza que ocasiona la incertidumbre por el destino de los muertos en Cristo, ahora la incertidumbre es por los que aún viven. ¿Cómo esperar ese día en que el Señor llegará triunfante? Y además, surge la pregunta propia quien está en sufrimiento: ¿Hasta cuándo tendremos que esperar?
Presentación del problema, vs.1
Acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba,
Pablo usa dos palabras relativas a la medición del tiempo: jronos y kairós. El primero, usado para medición de partes del día, mientras que kairós era comprendido como un momento específico adecuado para determinada ocasión. Ambos indican una necesidad de saber si la llegada del Señor es temprana o todavía hay que aguardar.
En relación al término kairós había sido utilizado religiosamente para expresar el momento final de la historia de la humanidad y la intervención divina. También este término era usado en el lenguaje político imperial. El término implicaba una interpretación de las señales históricas para determinar si era o no el momento justo.
Mientras tanto, jrónos, entendido en clave escatológica, podía dejar ver una periodización de la historia. Esto se había llevado a cabo en varios grupos que se ubicaban a sí mismos dentro del último periodo de la historia. La historia dividida en etapas que llegaban a un final estaba presente en los tiempos de los primeros cristianos puesto que había sido muy desarrollada durante la época intertestamentaria.
La no-escatología imperial, vs. 2 y 3
Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche.
Cuando digan: "Paz y seguridad", entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.
Uno puede ir descubriendo la propuesta imperial y el discurso del Imperio en relación al kairós. Por otro lado, podemos ver la propuesta paulina en confrontación a este discurso.
Como ladrón en la noche…
Esta figura es por demás inquietante para unos y reconfortante para otros. Inquieta a quien cree tener asegurado el futuro y quien cree tener el poder en sus manos para conducir ese futuro. Reconforta, y a la vez alienta, a quienes no ven una salida en el presente ni en el futuro, quienes no poseen poder y no se ven como tenerlo. Da fortaleza a quienes haciendo cálculos y probabilidades sólo pueden perder en la vida, y aún la vida misma.
Ya no hay periodización de la historia. Pablo no propone un plan divino con etapas. Sí, en cambio, cree en una intervención repentina de Dios en la historia de la humanidad.
Esta idea de lo repentino anula toda posibilidad de cálculo humano a la vez que deja abierto el misterio divino. ¿Quién puede saber si vivimos la última etapa? ¿Quién sabe si será hoy, mañana o dentro de mil años? Algunos autores proponen que lo repentino en la venida de Jesús es una forma de salvar la decepción de la primera iglesia por el retraso de la anunciada parusía. Sin embargo, rescatamos aquí la fuerza renovadora y de resistencia que posee una venida repentina, la cual hace totalmente imposible predecir el lugar y el tiempo del suceso.
La idea de lo repentino pone en tela de juicio la constante intención de todo imperio (el romano en el caso de Pablo) de mantener el control sobre la historia, sobre la ciudadanía. A la vez que el imperio romano se construye a la sombra del poder de destrucción que poseía su ejército, esta venida repentina imposibilita todo tipo de acción para tratar de detenerla. Nada podía hacer el ejército más poderoso del mundo ante una venida repentina, sorprendente, de Jesús.
Cuando digan: "Paz y seguridad"…
Pablo pone frente a frente el discurso imperial que afirmaba haber establecido un reino de paz y seguridad y la esperanza de un cambio repentino, del fin del Imperio. Como todo Imperio, el romano tenía sus lemas: pax romana, pax et securitas, etc., que se podían ver en monedas, monumentos, discursos imperiales, etc. Esta impresión de los lemas en diferentes objetos de la vida cotidiana hacía que se volvieran parte de la comprensión del común de la gente ¿Quién podía dudar que Roma hubiera establecido un reino de paz? Los primeros cristianos, entre otros. Los seguidores de Jesús tenían la firme esperanza de que lo visible no era la última palabra. Esperaban ese caos repentino sobre toda estructura de poder y de dominio. Y luego de ese caos, sí, el verdadero Reino de Paz, traído por Dios. Pablo pone el discurso imperial atado al caos. La mención “paz y seguridad” evoca en los primeros cristianos no una tranquilidad sino todo lo contrario. Aquel que afirma haber establecido la paz y la seguridad está proclamando el caos repentino. Como hoy también ayer mientras algunos escuchan “estabilidad” otros escuchan “hambre”, mientras unos escuchan “flexibilización laboral” otros escuchan “desocupación”, etc.
Como los dolores a la mujer encinta…
La esperanza que construían los primeros cristianos allá en Tesalónica tenía una certeza: los dolores de hoy son duros, pero son parte del nacimiento de la nueva era. La destrucción repentina sobre “ellos” no queda ahí, sino que es parte de algo nuevo, algo que está naciendo. Saber que el dolor no tiene en sí mismo el destino final, sino que está construyendo algo es saber que son dolores de parto: terminarán y algo nuevo nacerá.
La ubicación ética en el mundo, vs. 4-7
Pero vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.
Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Por tanto, no durmamos como los demás, sino vigilemos y seamos sobrios, pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.
En estos versículos se puede ver el “mientras tanto”. Si bien el futuro está asegurado y el fin del dominio imperial está asegurado, hay que saber cómo vivir mientras esto sucede.
El lenguaje luz-oscuridad, hijos de luz-hijos de la noche recuerda a Qumrán, el movimiento apocalíptico que se retiró al desierto a esperar la batalla final entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. Allí en el desierto se preparaban para la batalla final.
Se pueden observar algunas diferencias con movimientos sectarios, como Qumrán:
- No hay una separación de la vida cotidiana ni de la participación social (como se puede ver muy bien a lo largo de la carta a los Tesalonicenses)
- No hay una batalla final. El seguidor de Jesús es un testimonio viviente de otra forma de vida. Es un adelanto, una primicia del nuevo ser humano, de la nueva creación, de la luz. Pero, a diferencia de Qumrán y otros movimientos similares, no hay una expectativa de batalla puesto que en el final es Dios quién decide la irrupción repentina del nuevo reino.
El lenguaje en sí mantiene una dualidad simple. No se visualiza en estos casos una posible interpretación del ser humano como alguien que no es totalmente santo o que no es totalmente pecador. En esta dualidad característica del apocalíptico existen los que son totalmente buenos (hijos de la luz) y los que son totalmente pecadores (de las tinieblas). No hay lugar para un ser humano simultáneamente justo y pecador. Esta cosmovisión dualista puede ser vista en grupos en riesgo donde la pertenencia total al grupo (o contrariamente la exclusión total) es un factor de supervivencia. El riesgo puede ir desde pérdida de identidad simbólica (real o percibida como tal) hasta la pérdida de la vida misma. Puede darse en grupos de poco poder, minoritarios. En estos casos la pertenencia al grupo se transforma en uno de los elementos más fuertes de resistencia.
La vestidura ética en el mundo, v. 8
Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de la fe y del amor, y con la esperanza de salvación como casco.
Como ya vimos, la armadura propuesta no es pensada para una batalla sino para la resistencia necesaria hasta el repentino día en que vuelva el Señor. De hecho, no hay armas sino sólo coraza de defensa. La intención no es eliminar al enemigo, sino mantenerse dentro del grupo de los hijos de la luz. Una ligera diferencia con la armadura de Efesios 6 donde hay espada y donde hay un alistamiento para una lucha contra principados, potestades…
La propuesta de Dios, vs. 9 y 10
Dios no nos ha puesto para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,
quien murió por nosotros para que ya sea que vigilemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.
Este es un pequeño resumen de la voluntad de Dios para con sus seguidores: están puestos para salvación, no para ira. Es necesario saber cuál es el final, sabiendo cuál es la propuesta de Dios.
Se destaca también la acción salvífica de Jesús. En este contexto, la muerte de Jesús “por nosotros” no debe ser leída en forma sacrificial (cordero sacrificado para perdonar nuestros pecados) sino una muerte que identifica a sus seguidores. La muerte (y resurrección) de Jesús pone a los que mueren como él en la certeza de resucitar como él. Aquí no hay un contexto literario de pecado que es salvado por un sacrificio expiatorio, sino un contexto de resistencia en el cual se produce la muerte. La muerte de Jesús se transforma en una compañía para el que resiste. La muerte de Jesús produce una comunidad entre los que están alertas para no ser vencidos, los que han muerto por resistir y Jesús mismo.
La comunidad de Tesalónica no precisa que se le hable de sus pecados, sino que se le aliente. En este sentido la cristología que emerge no es la que se puede ver en Romanos, por ejemplo. La cristología en Tesalónica responde a un contexto de resistencia, de dolor y persecución.
Motivo del discurso, v. 11
Por lo cual, animaos unos a otros y edificaos unos a otros, así como lo estáis haciendo.
El motivo del discurso no difiere en relación al visto para el discurso apocalíptico del domingo anterior. Exhortación y edificación unos a otros. Vemos que Pablo y los apóstoles reconocen que la comunidad de Tesalónica ya está llevando adelante esta tarea que ayuda en la espera.
Sugerencias homiléticas
La carta a los tesalonicenses deja ver un contexto de opresión y un grupo que está resistiendo dentro del marco de la fe en Jesús. La comunidad, como base para la resistencia, y la construcción y aliento de sus miembros, es una eclesiología que se nos propone en estos tiempos de nuevos imperios. Poder afirmar hoy que la supuesta estabilidad y capacidad de control de un imperio son fútiles y pueden durar tanto como su propia enunciación, es poder afirmar una fe alternativa. Esta es la fe que ayuda a vivir. En este imperio, por otra parte, somos llamados a saber discernir entre lo que es luz y lo que es tinieblas, entre los que viven en las tinieblas, aunque se presenten como hijos de la luz, y los que verdaderamente son hijos de la luz.
En relación a lo repentino, tenemos que decir que sigue siendo el factor desestabilizante del poder imperial. Esto es bien sabido por grupos terroristas que utilizando este factor crean una forma de vida determinada (organizada en base al terror) y minan la credibilidad imperial. Pero el factor “sorpresa” sin dudas puede ser usado por los hijos de la luz, los seguidores de Jesús, para poner en crisis la supuesta estabilidad del imperio sin derramar sangre de seres humanos, sin destruir el medio ambiente, sin provocar terror. Acciones y manifestaciones repentinas, “como ladrón en la noche”, son las que no pueden ser controladas por el poder. Tanto la espontaneidad del amor como la espontaneidad de la verdad se pueden expresar de múltiples maneras y pueden resquebrajar lentamente la supuesta “paz y seguridad” de este imperio.
Pablo Ferrer, biblista metodista argentino, en Encuentros Exegético-Homiléticos 68, ISEDET, noviembre de 2005. Resumen de GBH.
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