Vigesimoquinto domingo después de Pentecostés

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Mt 25.14-30; Sof 1.7, 12-18; Sal 90.1-8, 12; 1 Tes 5.1-11

Evangelio de Mateo 25.14-30: El reino de los cielos es como un hombre que se va de viaje y deja mucho dinero a cargo de sus siervos: a uno cinco mil monedas de plata, a otro dos mil y a otro mil. Ellos hacen negocios ganando el doble, menos uno que esconde ese dinero. Siervo malo y negligente, denle ese dinero al que juntó más!

Profeta Sofonías 1.7, 12-18: Guardemos silencio en presencia de nuestro Señor y Dios. Yo examinaré con linterna a Jerusalén, y castigaré a quienes piensan que el Señor no hace nada. Construirán casas, pero no las habitarán, plantarán vino, pero no lo beberán.

Salmo 90.1-8, 12: Señor, eres nuestro refugio por todas las edades. Y nos haces volver al polvo, pones al descubierto nuestros pecados. ¡Enséñanos a mirar con sabiduría el tiempo de nuestra vida!

1a Carta a los Tesalonicenses 5.1-8: Ustedes saben bien que el día del regreso del Señor llegará cuando menos lo esperen, por eso debemos mantenernos despiertos, revestidos de la coraza de la fe y
el amor, y llevando como casco la esperanza de la salvación.

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