Quinto domingo después de Pentecostés

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Génesis 22:1-14; Jeremías 28:5-9; Romanos 6:12-23; Mateo 10:40-42
Evangelio de Mateo 10.37-42: Quien quiere a su padre o a su madre más que a mí, no merece ser mío; y el que no toma su cruz y me sigue, no merece ser mío. El que los recibe a ustedes me recibe a mí, y la que me recibe a mí, recibe al que me envió; y quien da un vaso de agua estos pequeños seguidores míos, seguramente tendrá su recompensa.
Profeta Jeremías 28.5-9: Jeremías ironiza sobre el anuncio optimista de Jananías, falso profeta, de que se va destruir el yugo de Nabucodonosor. Si el profeta anuncia paz y sus palabras se cumplen… Pero el resto del capítulo expresa el engaño de Jananías, que ha llevado al pueblo a confiar en mentiras.
Salmo 89.1-2, 15-18: Por siempre alabaré la misericordia del Señor, firme como los cielos. ¡Dichoso el pueblo que anda a la luz de tu rostro! En tu nombre y en tu justicia se alegrará, por tu buena voluntad acrecientas nuestra fuerza.
Carta a los Romanos 6.13, 19b-23: Así como antes entregaron sus cuerpos al servicio de la impureza y la maldad, entréguenlos ahora a Dios como instrumentos de justicia. La consecuencia del pecado es la muerte, pero el regalo de Dios es vida eterna en unión con Cristo Jesús.
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