Recursos para la acción pastoral

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La celebración del compromiso en el reino de Dios
II. LA SENDA DE LA CELEBRACIÓN, continuación
2) La celebración como compromiso
En el compromiso se presentan dos coordenadas: una histórica y otra antropológica.
El compromiso nos lleva a pensar que la celebración es un recordatorio del pasado. Aquí también se señala la unidad de la comunidad con los cristianos de otras épocas, sus luchas, logros y esperanzas. Este pasado enriquece cultural, histórica y cultualmente nuestro presente. Elementos de la celebración como la palabra explicada, la música, gestos y formas, etc., son legado del pasado que iluminan el compromiso presente. Es decir, que el culto no es una mera recreación del pasado, ni siquiera una dramatización ahistórica del pasado. El compromiso de Cristo sigue vigente desde “una vez y para siempre” (Heb 9.28). Nuestro compromiso es “seguir presentando…” (Rm 12.1-2).
Y al mismo tiempo la celebración es una reactualización. El acto redentor de Jesús sigue vigente hoy. Su reino sigue extendiéndose en nuestro presente entre las gentes. Celebramos “el ya” del reino y la expectativa de que “todavía no” se ha consumado. Al celebrar en nuestro presente el reino, testificamos que el presente de Dios es continuo desde nuestro pasado hasta nuestro presente, máxime que Cristo resucitó, vive en su pueblo y viene a consumar su reino.
Y además la celebración es una respuesta. Toda celebración conlleva una respuesta del pueblo y la expresión de intereses comunes. Aún más, las respuestas personales se concretan en el ámbito vital del pueblo de Dios. Respondemos a la celebración expresando nuestro encuentro con Dios, de manera que esas expresiones sean señales, gestos concretos del reino de Dios que se está realizando y se consumará en el futuro. Respondemos dentro de nuestros propios culturales y eclesiales, según respondan a una cultura andina o costeña, urbana o rural.
Lo antes expresado se ilumina más si tenemos presente la celebración de la cena del Señor. En ella, según 1 Co 11.23-26 encontramos un elemento de reactualización con mira al pasado: “hagan esto en mi memoria”; “cada vez que la beban, en mi memoria”. También se encuentra un elemento de presente, subrayado en el imperativo: “hagan”. Por dicho mandato reactualizamos la entrega, muerte y resurrección de nuestro Señor. Pero, al mismo tiempo, se nota un aspecto futuro que motiva nuestra respuesta: “siempre… hasta que él venga”.
Nuestro responder ante la celebración de la cena del Señor debe concretarse en gestos y hechos que ayuden a que su reino de paz, amor y justicia se muestre entre la gente. Quizás una iglesia respondió con una invitación para que, en medio de la pandemia, muchas familias recibieran una bolsa de alimentos y elementos de limpieza. Puede ser que otra comunidad de fe celebre la cena al aire libre bajo el cartel “También de pan vive el ser humano: Yo soy el pan vivo”. Podríamos encontrar formas nuevas y creativas de celebrar la cena del Señor como un compromiso con el reino de Dios. ¿Qué elementos de nuestra cultura barrial o céntrica, rural o urbana, podrían enriquecer una celebración donde todos podamos gritar, “Maranata, ven, Señor Jesús”?
Hugo Zorrilla en Jesucristo, vocación comprometida con el reino, CLAI, San José, Costa Rica, 1982, pp. 79-80. Resumen y adaptación de GBH, tercera entrega del texto.
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