Recursos para la acción pastoral
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La celebración del compromiso en el reino de Dios
Hoy por hoy la significación del reino de Dios ha llegado a constituir un tema ineludible para el estudio de las iglesias latinoamericanas. El tema es semental de numerosas preguntas y de diálogos fructíferos entre cristianos de diferentes tradiciones eclesiales. Pero, por otra parte, el elemento de celebración que tiene esta presentación, al darle centralidad a lo festivo del compromiso se constituye en algo nuevo que llama a la reflexión de todos los cristianos. Celebrar el compromiso es una respuesta de fe creativa para producir formas cúlticas propias de nuestras idiosincrasia latinoamericana. De ahí que este material plantee dos objetivos:
- Ayudar al estudio crítico en las iglesias sobre la necesidad de celebrar un compromiso genuino con el reino de Dios.
- Incentivar a las iglesias a que creen formas de celebración más autóctonas y en sintonía con los tiempos actuales.
- DEFINICIÓN DE TÉRMINOS
Debido a los diversos contextos eclesiales, sociales, geográficos, etc., se comprenderá que expresiones como “celebración” y “compromiso” variará en su significación de un grupo de cristianos a otro. Por ello es necesario arrojar luz sobre lo que a simple vista pareciera algo complejo, difícil y solo apto para teólogos profesionales.
- La celebración
Aquí usamos el término celebración para indicar toda actividad y actitud de culto de los cristianos. Celebración encierra, entre otros, el sentido de alabar, reverenciar. ¿Qué celebramos? ¿A quién alabamos y por qué? Celebramos la solemnidad de la vida frente a Dios, alabamos a Dios dador y sustentador de la vida. Indica conmemoración de los hechos históricos de Dios a favor de su pueblo. Señala también la dedicación del pueblo que renueva sus votos ante el Señor. La consagración de la iglesia se refleja en símbolos (flores, luces, cruces, etc.), actos concretos (arrodillarse, levantar los brazos, ofrendar, etc.) y arreglos de culto para una festividad específica.
En sentido estricto, la celebración viene a ser un culto, una liturgia, un servicio religioso o una festividad. Pero, en sentido amplio, la celebración es una actitud e culto o liturgia de toda la vida. Es un constante ofrecerse al Señor en sacrificio viviente e inteligente (Rm 12.1). puede decirse, sin exageración, que la celebración es vivir una vida festiva o vivir litúrgicamente.
Es más, uno de los primeros sentidos de liturgia es “obra pública” o “servicio social”. Pablo se considera un liturgós de los gentiles como un ministro o siervo (1 Co 15.16) e igualmente habla de Epafrodito que sirvió, ministró, “hizo su liturgia” por las necesidades del apóstol (Fil 2.25). Aun el mismo Señor es presentado como un servidor, ministro o liturgós (Heb 8.2). Así pues, ministrar como sacerdotes tiene su equivalencia en el servicio como diácono. Diaconía y liturgia nos colocan como servidores de la gente en el reino de Dios; servidores de aquellos por quienes el Señor, que “no vino a ser servido sino a servir…” (Mc 10.45), nos dio el ministerio de reconciliación (2 Co 5.19).
- El compromiso
Con esta palabra indicamos nuestro deseo de ser fieles, nuestro interés de cumplir un acuerdo. El compromiso conlleva un elemento de responsabilidad y seriedad en la vida.
Muchas veces dejamos a un lado lo que estamos haciendo para cumplir con alguien porque tenemos una cita o un negocio. ¿Quién, en tal circunstancia, no ha dicho, “tengo un compromiso”?
Es necesario subrayar el elemento humano y colectivo del compromiso, es decir, la responsabilidad compartida. Más adelante se ampliará este elemento de la celebración. Ahora baste señalar que el compromiso es una alianza responsable con Dios y la hermandad. Ello demanda fidelidad en el cumplimiento de las exigencias de Dios para los suyos. Dicho compromiso pone de relieve nuestro grado de fe; manifiesta nuestro lugar en el pueblo de Dios comprometido con la tarea redentora del reino. Nuestra fe empeñada supera todo obstáculo por el amor de Cristo. Amor y compromiso en el reino de Dios van de la mano. No hay amor sin compromiso, ni compromiso sin amor. Pablo sabía que nada ni nadie lo podía separar de su compromiso amoroso (Rm 8.35ss).
- El reino de Dios
Ya sabemos que no se iguala a los reinos con sus monarcas humanos, como Inglaterra, España, etc. ¿Podemos decir lo que no es el reino de Dios? El reino no es un lugar geográfico específico; no es un estado político; no es una nación con muchos plebeyos y un grupito que compone la familia real. Sí sabemos que esta idea del reino de Dios llena todo el horizonte bíblico y que, además, concretaba el mensaje mismo de Jesús, que él definía como “el evangelio del reino” (Mt 4.23; 9.35; 24.14).
No hay duda de que la expresión usada por Jesús –reino de Dios– recogió toda la herencia que el testamento antiguo legó: la presencia de Dios que obraba entre los seres humanos como Señor de la creación y soberano sobre toda idolatría. Pero aún más, Jesús elevó este concepto a niveles más radicales y personales. Jesús m ismo es el Señor, dador de vida plena y permanente –vida eterna– a todo hombre y mujer que se compromete fielmente con su causa. En otras palabras, Jesús presenta el “reino de Dios” en términos que desborda todo sentido territorial o geográfico, étnico o nacional.
Aunque Jesús no definió la expresión “reino de Dios”, sus hechos y dichos nos guían a concluir que él se refería a la presencia de Dios entre los seres humanos., Él alude a su persona con autoridad, a su poder o dominio. Realmente se debería pensar más en “la realeza de Dios”, “el reinado de Dios” o en “la soberanía de Dios”. Estas expresiones indica el nuevo orden humano y justo que Dios inauguró. Orden que es una denuncia ante la injusticia y la muerte. Por eso el cuarto evangelio prefiere hablar de la vida, vida en abundancia, en lugar del “reino de Dios”. La vida plena y digna es expresión del reinado de Dios.
Diremos también que “reino de Dios” es otra forma para mencionar a Dios, ay que los judíos de ese tiempo, por reverencia no pronunciaban “Dios”, sino que usaban el giro “reino de los cielos”. Jesús, pues, es el reino (Mt 18.23) y él es la vida misma. Ante el reino de Dios hay resistencia de los reinos de injusticia. Ante la vida plena encaramos manifestaciones de muerte, deshumanizaciones sistemáticas de los poderes de este mundo. Por eso, Jesús, que inauguró el reino, o la soberanía e Dios entre las gentes, lucha contra toda clase de injusticia, y espera que los suyos sean señales de la justicia.
Resumiendo, diremos que nos toca celebrar nuestro compromiso con Jesús. Esta celebración es una fiesta que por ese hecho es expresión alegre de vida. Por otro lado celebra la vida misma de quienes están en el ámbito de la vida plena, o sea, dentro del reino que es Dios en Cristo. Celebrar el reino de Dios es comprometerse con la vida misma.
Preguntas para reflexión y debate
- ¿Cómo definimos “celebración” para hoy?
- ¿De qué manera la congregación puede realizar un ministerio en la comunidad que sea servicial o litúrgico?
- Haga una lista de asuntos con los cuales debemos comprometernos como prueba de nuestra participación en el reino de Dios.
- Haga una lista de lo que cada uno cree que es el reinado de Cristo.
Hugo Zorrilla en Jesucristo, vocación comprometida con el reino, CLAI, San José, Costa Rica, 1982, pp. 71-75. Resumen y adaptación de GBH, primera parte del texto.
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