Vigesimosegundo domingo después de Pentecostés

[bsa_pro_ad_space id=2]
Salmo 17:1-9; Job 19:23-27a; 2ª Tesalonicenses 2:1-5, 13-17; Lucas 20:27-38
Evangelio de Lucas 20.27-38: Le hacen a Jesús una pregunta intentando ridiculizar la esperanza en la resurrección, y él responde que Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos son vivos, y todos son hijos e hijas de la resurrección.
Libro de Job 19.23-27: ¡Cómo quisiera que mi sufrimiento quedara registrado delante de Dios! Pero yo sé que mi Redentor vive y que al fin se levantará del polvo, yo sé que he de contemplar a Dios, con mis propios ojos, aun cuando por dentro estoy desfalleciendo.
2da Carta a los Tesalonicenses 2.1-3, 13-17: Hermanos, hermanas, no se dejen asustar por nadie en cuanto a que el día del Señor está cerca. Siempre damos gracias a Dios por ustedes, hermandad amada. Sigan firmes en esta fe, y que Dios la confirme en sus buenas palabras y en sus buenas obras.
Salmo 17.1-8: Señor, atiende a mi clamor, pues no sale de labios mentirosos. Tú me contestas. Dame una clara muestra de tu amor. Protégeme bajo la sombra de tus alas!
[bsa_pro_ad_space id=3]