Noveno domingo después de Pentecostés

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Salmo 33:12-22; Génesis 15:1-6; Hebreos 11:1-3, 8-16; Lucas 12:32-40.
Evangelio de Lucas 12.32-40: No teman, manada pequeña, háganse tesoros en el cielo; allí donde esté su tesoro, allí estará su corazón. Estén atentos, con sus lámparas encendidas. Felices aquellos a quienes su Señor encuentre despiertos, porque no saben cuándo vendrá.
Profeta Isaías 1.1-2, 11-18: ¿Para qué me sirven sus muchos sacrificios? No me traigan más ofrendas sin valor, ya no escucho sus oraciones. Hagan el bien, ayuden al oprimido, hagan justicia… ¡Y yo limpiaré sus pecados!
Carta a los Hebreos 11.1-2, 8-11,14-16: La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Por la fe Abraham salió hacia una nueva tierra, quedando a la espera de una nueva ciudad, buscando una nueva patria...
Salmo 50.1, 4-7, 14-15: El Señor, Dios de dioses, ha convocado a la tierra. Los cielos declaran su justicia y que Dios es el juez. En vez de sacrificios, ofréceme alabanzas y cúmpleme tus votos. Invócame, yo te libraré, y tú me honrarás.
Ya que en el segundo domingo de Cuaresma tuvimos la lectura de Génesis 15.1-12, 17-18, optamos por la alternativa que ofrece el Leccionario Común Revisado acompañando la lectura del Evangelio de Lucas 12.32-40 con Isaías 1.1, 10-20 y fragmentos del Salmo 50.
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