Segundo domingo después de Pentecostés

[bsa_pro_ad_space id=2]
Salmo 42; Isaías 65:1-9; Gálatas 3:23-29; Lucas 8:26-39
Evangelio de Lucas 8.26-39: En Gerasa o Gadara, un hombre endemoniado es sanado por Jesús. Esta “legión” de demonios entra en unos cerdos, y allí se ahogan. Los gadarenos piden a Jesús que se vaya, porque tienen mucho miedo. Jesús encarga al hombre curado que cuente a todos lo que él había hecho.
Profeta Isaías 65.17-25: Yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva, una ciudad nueva y un pueblo contento: ni llanto ni angustia, ni niños ni ancianos muriendo antes de tiempo. Harán sus casas y vivirán en ellas. El lobo y el cordero comerán juntos…
Carta a los Gálatas 3.23-29: La ley nos tenía presos, o era para nosotros como el esclavo que cuida a los niños, hasta que vino Cristo y por la fe obtuvimos la justicia, y ahora somos de Cristo.
Salmo 42.1-5: Como ciervo sediento en busca de un río, tengo sed de Dios, del Dios de la vida. Yo antes estuve con el pueblo de Dios en su celebración. ¿Por qué entonces voy a desanimarme?
Preferimos otro pasaje de Isaías 65, más programático del reino de Dios (vs. 17-25).
[bsa_pro_ad_space id=3]