Recursos para la acción pastoral

19 Abr 2022
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Recursos para la acción pastoral
Recursos para la acción pastoral 24 AbrilAbr 2022

Blanco

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Desde nuestra memoria, aún desde nuestras derrotas y sufrimientos, Dios nos da la visión de un futuro distinto. Nos detenemos, repasamos el pasado y escuchamos las promesas de Dios. Muchas veces nos quedamos paralizados, sin capacidad de mirar provechosamente hacia atrás ni esperanzadamente hacia el futuro. El mensaje del evangelio es una invitación permanente a construir o reconstruir la esperanza.

Hay familias de puertas cerradas, que terminan encerrándose a la vida. Hay parejas de puertas cerradas; no quieren tener amigos ni amigas, son celosos… Hay grupos de amigos de puertas cerradas; no han aprendido que el intercambio y el apoyo mutuo son los mejores maestros. Hay iglesias de puertas cerradas, comunidades religiosas de puertas cerradas...

¿De qué manera en nuestras comunidades se toma en serio la memoria, los relatos de la construcción comunitaria, los testimonios que nos permiten ver el amor de Dios en los tiempos de crisis? ¿Nos atrevemos a recordar cómo se vivió la fe en esas situaciones difíciles, o preferimos enterrar la memoria para que no abrir viejas discusiones? ¿Qué sería del evangelio sin la memoria de las primeras comunidades cristianas?

La parábola de las llaves. “Tengo las llaves”, dice Jesucristo en la visión del Apocalipsis. En la vida cotidiana de las comunidades, algunas personas y grupos tienen las llaves de algunos lugares, otros no, lo cual es normal. ¿Quiénes tienen acceso a las llaves? ¿Quiénes definen cuando se abre y cuándo se cierra, y para quiénes? ¿Algunos espacios son privativos o exclusivos de algunos miembros?

Por cierto hay que tener cuidado con  las llaves, que pueden perderse o ser usadas sin la prevenciones necesarias en medio de la ciudad. Pero nos referimos a las llaves en sentido social o comunitario. Hay personas que pasan años participando en una iglesia o siguen sintiéndose “nuevas” y les hacen notar cada tanto que son nuevas: sin el conocimiento necesario para participar plenamente. A alguien relativamente nuevo se le pregunta: ¿Usted no es de una familia de la iglesia, no? ¡Y eso equivale a un portazo en las narices!

¿Somos iglesias cerradas o abiertas, físicamente, socialmente? ¿Cuesta entrar?


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