Undécimo domingo de Pentecostés

Salmo 130; 1º Reyes 19:4-8; Efesios 4:25-5:2; Juan 6:35, 41-51
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Evangelio de Juan 6.35, 41-51: Retomando el último vs. del texto anterior, seguimos la discusión sobre el significado de ser Jesús el pan de vida: no en el sentido de magia, ni antropofagia, ni esencias o sustancias, sino de creer, confiar en Jesús, vivir nosotros su vida.
Primer libro de los Reyes 19.3-8: El profeta Elías está “en guerra” contra los profetas de Baal –dioses cananeos de la fertilidad–. Muy cansado de la persecución, el ángel del Señor le da de comer y lo anima porque debe continuar la larga marcha que tiene por delante.
Carta a los Efesios 4.25–5.2: Hablen la verdad, no pequen al enojarse, no roben sino trabajen, cuiden sus palabras, quiten amarguras… y sobre todo, anden en amor. Como Cristo nos amó, seamos ofrendas agradables.
Salmo 34.1-8: Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza en mi boca estará; en el Señor se gloriará mi alma. Este pobre gritó, y el Señor lo oyó, y lo libró de todas sus angustias.