Cuarto domingo de Pentecostés

Salmo 133; Job 38:1-11; 2º Corintios 6:1-13; Marcos 4:35-41
Evangelio de Marcos 4.35-41: Jesús se ha dormido en la barca, en medio de la fuerte tormenta. “¡Maestro, nos estamos hundiendo!” Jesús da órdenes al viento y al mar y el viento se calma. “¿Por qué están asustados? ¿Todavía no tienen fe?” Y los discípulos: “¿Quién será este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?”
Libro de Job 38.1-4,8-11: El Señor le habla a Job en medio de la tempestad: ¿Dónde estabas tú cuando yo afirmé la tierra? ¿Quién encerró con puertas al mar y le dije “aquí se romperán tus olas arrogantes”?
2ª Carta a los Corintios 6.1-5, 7b-10: En todo mostramos que somos siervos de Dios, soportando con paciencia sufrimientos, necesidades y dificultades; por pureza y bondad, por el Espíritu Santo en nosotros, por nuestro mensaje de verdad; pobres pero enriqueciendo a muchos.
Salmo 133: ¡Vean qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! Allí es donde el Señor envía la bendición de una larga vida!
O Salmo 107.23-31: Surcaron el agua con sus barcos y vieron la maravillosa creación del Señor. Se desató una tormenta, perdieron el valor ante el peligro, pero el Señor los sacó de la aflicción. ¡Den gracias al Señor por su amor!
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