Recursos para la acción pastoral

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La predicación: venimos de Cristo y vamos a Cristo.
La predicación tiene un punto de partida único, a saber, que Dios se ha revelado. Es necesario decir también: tiene igualmente un punto de llegada, el cumplimiento de la revelación, de la redención que viene a nuestro encuentro.
De un extremo al otro, el nuevo testamento se dirige hacia el cumplimiento de la salvación. Pero esto no contradice el “todo se ha cumplido de una vez para siempre”. El Cristo que ha venido es también el mismo que volverá. La vida de la fe está orientada hacia este día de la parusía. Este punto de partida y este punto de llegada se resumen en esta declaración: “Cristo es el mismo ayer, hoy, eternamente”. Y puesto que todo lo esperamos de Cristo, se puede decir que cristología y escatología son una misma cosa (…).
(…) Ciertamente hay certeza profunda y alegre; pero existe también la preocupación grave y seria del que vigila, porque el cumplimiento debe venir. La predicación, como toda la vida cristiana, se desarrolla entre el primero y el segundo adviento.
Marchamos en la fe, no en la visión (2 Cor 5.7). Si viviéramos en la visión no tendríamos nada que esperar. No habría ayer ni mañana. Pero vivimos en la fe, es decir, venimos de Cristo y vamos a Cristo. Paz y alegría por ambas partes, pero en esta marcha se va de la riqueza al despojo, y del despojo a una nueva riqueza.
La predicación debe expresar esta marcha en la fe, lo que quiere decir que la certeza confiante no es cristiana, si no está atravesada por la sed de una salvación futura realizada en Cristo en la plenitud. Cristo ha venido, Cristo vuelve, nosotros esperamos su día: tal es la consigna. “La palabra se ha hecho carne” y tiene su corolario: “Amén, ven pronto, Señor Jesús”.