La revolución pendiente: una necesaria justicia social y personal
11 Jul 2019
en Episcopado
“Dirigí luego mi atención a los actos de opresión que se cometen en este mundo. Y vi que los oprimidos lloran, pero no hay quien los consuele; sus opresores les hacen violencia, pero no hay quien los consuele.”
Libro de Eclesiastés 4: 1
Hoy desperté entonando Adagio en mi país, que resuena en mi vida en la inconfundible voz de Alfredo Zitarrosa. Sin duda, en sueños fui perseguido por la descripción que hace al cantar “en mi país, qué tristeza, la pobreza, y el rencor”…
Tiempos difíciles los que nos corresponden vivir. Un cuadro de opresiones e injusticias que nos rodea, nos desafía y nos convoca a no permanecer mudas y mudos, sino a levantar la voz. Somos convidados a “creer por los que no creen, amar por los que no aman, soñar por los que no sueñan, hasta que lo que esperamos se torne realidad”, como lo afirma el Credo Hispano.
Como parte del pueblo metodista afirmamos que el Cristianismo es una religión esencialmente social. Y por ello debemos, deberíamos, tenemos que alumbrar con nuestras acciones, haciendo toda clase de bien a mujeres y hombres.
¿Desde dónde hacemos nuestra teología, nuestro mensaje? El lugar de la teología para la iglesia son los pueblos anhelantes de salvación y liberación, sus alegrías y necesidades, sus esperanzas y anhelos, sus frustraciones y demandas. En calles, plazas y mercados es donde palpita el corazón de nuestra gente y donde ha de encarnarse la Buena Noticia del Reino de Dios.
La revolución pendiente es la espera activa en las añoranzas de unos cielos nuevos y una nueva tierra, confiadas y confiados en que Jesús vuelve; en tanto proclamamos la justicia del Reino de Dios.
A la iglesia le corresponde unirse a las voces de una mayoría que muchos quieren silenciosa, siempre humillada y siempre oprimida. Son las voces que resuenan en los profetas visibilizando una realidad de injusticia y oprobio contra el pueblo, y anunciando el tiempo nuevo que esperamos.
–Oigan esto, ustedes que oprimen a los humildes y arruinan a los pobres del país; ustedes que dicen: «¿Cuándo pasará la fiesta de la luna nueva, para que podamos vender el trigo? ¿Cuándo pasará el sábado, para que vendamos el grano a precios altos y usando medidas con trampa y pesas falsas? ¡Arruinaremos a los pobres hasta que ellos mismos se nos vendan como esclavos para pagar sus deudas, aunque sólo deban un par de sandalias! ¡Venderemos hasta el desecho del trigo!» Amós 8: 4-6
Los profeta son claros y poseen una vigencia enorme para nuestro tiempo, ya que sin justicia jamás será posible la paz en nuestra tierra y en nuestros pueblos.
Existe un estilo de vida caracterizado por ser contaminador y consumista, fundamentado en una “lógica” de producción sin lógica y de acumulación sin conciencia de los bienes. El hombre de negocios contaba estrellas, nos relata Exupéry en El Principito:
- ¿Y para qué te sirve poseer las estrellas?
- Me sirve para ser rico.
- ¿Y para qué te sirve ser rico?
- Para comprar otras estrellas, si alguien las encuentra.
El afán de poseer por poseer, sin límite alguno, es descrito con gran profundidad y sencillez en este diálogo del principito.
Hermandad amada, las actuales circunstancias nos desafían ante los poderes de la muerte y la opresión…
- a ser comunidades pioneras de nueva humanidad, con la enorme capacidad de evidenciar los valores alternativos del Reino de Dios;
- a sustituir las relaciones patriarcales y de poder, por lazos de sororidad y fraternidad;
- a denunciar la idolatría y los poderes ocultos de un sistema de dominación, levantando propuestas nuevas y humanizadoras en donde se incuben cambios sociales profundos;
- a ser comunidades de la circulación de la gracia, ante tanta condena;
- a reverenciar y honrar la vida; encendiendo una vela antes que maldecir la oscuridad.
“Dice mi padre que ya llegará
desde el fondo del tiempo otro tiempo
y me dice que el sol brillará
sobre un pueblo que él sueña
labrando su verde solar”
Abrazo fraterno/sororal.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo