La retención a las exportaciones según Juan Wesley
Sabemos que Juan Wesley nutrió su ministerio con una gran avidez por las “cosas que le suceden a las criaturas de Dios”, no solo en su aspecto espiritual, sino la existencia en su totalidad y complejidad. Aquella vieja frase latina de Plubio Terencio “Nada de lo humano me es ajeno” se ajusta perfectamente a Wesley y aún le queda chica, ya que nada de la creación entera le era ajena.
Wesley consideraba que todas las disciplinas de las ciencias son instrumento de Dios para mejorar la vida de la gente y en ese sentido deben ser estudiadas, desarrolladas y aplicadas. Sin duda Wesley fue un fiel hijo de la ilustración, no solo leyó a Locke sino que consideraba su método empírico como parte central del conocimiento, tal como lo afirma en su sermón de 1788 “Sobre los descubrimientos de la fe” donde dice que “el conocimiento, incluso de las cosas que parecen más claras, no es innato, sino que se deriva de algunos de nuestros sentidos”. Por ese motivo incursionó como sabemos en diferentes disciplinas. Aparte de la teología y la lectura de los clásicos latinos se interesó por la medicina, la educación, la física, el uso terapéutico de la electricidad (recientemente descubierta) y también por la economía, en relación a ella escribió su artículo “Reflexiones ante la presente escasez de alimentos” de 1773.
Este artículo surge ante la terrible realidad socio económica que vivía Inglaterra hacia fines del siglo 18, grandes subas de precios de alimentos primordiales, escasez de productos básicos, pobreza creciente y degradación social, contrastaba con la acumulación de riquezas por parte de los nuevos ricos y los extravagantes lujos de la tradicionalista aristocracia y nobleza británica. El artículo se divide en dos partes en la primera Wesley plantea las preguntas que surgen de esa realidad: ¿por qué miles de personas están hambrientas, pereciendo de necesidad en cada lugar de la nación? ¿Pero por qué no tienen trabajo? ¿Por qué hay tantos miles de personas en Londres, en Bristol, en Norwick, en cada condado, desde un confín al otro de Inglaterra totalmente carentes de empleo? ¿Pero por qué el alimento es tan caro? ¿Pero por qué está tan cara la avena? ¿Por qué la carne de res y de cordero están tan caras? ¿Por qué son tan caros el cerdo, las aves y los huevos? . ¿Pero por qué la tierra está tan cara? ¿Pero por qué los impuestos son tan altos?
La segunda parte del artículo intenta encontrar las soluciones: “¿Qué remedio hay para este doloroso mal?¡Muchos miles de gente pobre están muriéndose de hambre! Encuéntrenle trabajo y hallarán comida. Entonces ganarán y comerán su propio pan.”
Wesley encuentra algunas soluciones:
Los altos impuestos estaban dedicados a mantener una estructura imperial arcaica, lo cual aumentaba la deuda pública. ¿Cómo pueden reducirse los impuestos? Se preguntaba Wesley. “Anulando toda pensión inútil, especialmente otorgadas a administradores de fuertes y castillos; fuertes que han sido inútiles por más de cien años, excepto para albergar grajos y cuervos”. El lujo de la administración imperial se llevaba gran parte de la deuda pública.
¿Cómo reducir el precio de trigo y la cebada?. Ambos cereales eran muy cotizados porque se utilizaban para la destilación de bebidas alcohólicas. Wesley proponía limitar o eliminar la destilación para que la cebada baje su precio y pueda ser nuevamente base para la comida de la gente.
¿Cómo reducir el precio del cerdo y de las aves?. Fomentando pequeñas granjas productivas no superiores a cien libras anuales. Evitando así grandes criaderos que se transforman en oligopolios que fijan los precios de sus productos.
¿Cómo reducir el precio de la tierra?. “Por todos los métodos arriba mencionados, en tanto cada uno tiende a disminuir los gastos para manutención de la casa: especialmente lo último, restringiendo el lujo, el cual es la fuente más grande y generalizada de la escasez”.
¿Cómo reducir el precio de la avena? Los caballos en tiempos de Wesley eran no solo fuerza de trabajo sino artículos de lujo. Eran, podría decirse, lo que hoy es el combustible, ya que movilizaban los carruajes, especialmente los de la aristocracia que empleaba gran cantidad de caballos. La avena era comprada para alimentar a los caballos y estos se habían convertido en el principal producto de exportación de Inglaterra. Por eso Wesley proponía gravar con una retención a las exportaciones de caballos para carruajes de lujo, exceptuando a los usados por la gente trabajadora. Así lo dice:
“Esto se podrá hacer efectivo, sin afectar la actividad del labrador, del cochero, de cualquiera que tenga caballos para las tareas comunes. Imponiendo un tributo de “diez libras por cada caballo exportado a Francia, para lo cual hoy hay mayor demanda que nunca”. Además, “debería implementarse un tributo adicional por los carruajes de los caballeros, cinco libras anuales por cada caballo. Estos dos impuestos solamente, ayudarían a disminuir la deuda pública”.
Es notable que Wesley edita este artículo 3 años antes que saliera a luz la obra de Adam Smith “La Riqueza de las naciones”. Ambos enfoques, diametralmente opuestos en relación al rol del Estado en la economía. Según el modelo de Smith, el mercado se debe regular solo a través de la oferta y la demanda, el Estado no debe intervenir ni controlar ninguna variable.
La otra mirada, la de Wesley, basada en el primitivo mercantilismo proteccionista inglés, el Estado juega un rol primordial en la economía, porque es el que debe regular y controlar para evitar que los precios se disparen y los monopolios se hagan de enormes ganancias mientras las masas populares no son partícipes del flujo de dinero que hay en circulación. También en la economía, o principalmente en ella, Wesley se involucró en función de su rol social.
Daniel A. Bruno para CMEW