Jesús, vida para descubrir y compartir
La buena noticia de que hay vida plena y eterna para quienes la busquen sincera y decididamente, se hace carne, se hace realidad en Jesucristo. Es El, crucificado en favor de cada una de nosotras y nosotros, y resucitado venciendo el peor de los límites, quien nos dice «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida».
Como Iglesia, damos testimonio de Jesús, el Cristo, como la expresión del amor de Dios que nos posibilita y genera una vida con propósito tanto personal como social. En este sentido examinamos constantemente el mensaje para discernir, bajo la dirección del Espíritu Santo, la autoridad de las Escrituras y a la luz de la tradición, esa expresión del amor de Dios en las diferentes circunstancias.
El Dios de amor, mediante la obra de su Espíritu, nos impulsa a creer contra toda evidencia que la verdad descansa en el amor y no en el poder; que el poder de Dios se hace visible en quienes le creen y viven afirmados en su amor, y no al revés: quienes se creen poderosos no por ello pueden mostrar a Dios. A Dios se lo ve en el cumplimiento y la obediencia a sus mandatos como expresión de una vida en continua transformación; mandatos que no son ley rígida; que no se basan en la fuerza para castigar sino en un amor que supera toda prueba, nutrido en la propia experiencia del amor con que Dios nos amó primero. [i]
Afirmamos que Jesús es esa Vida para descubrir y compartir. Este es el desafío hacia adentro y hacia afuera de nuestra comunidad: vivir y compartir la Vida que solo Jesucristo hace posible, en un mundo hambriento de amor, paz y justicia.
Sobre el diseño del isologo
Esta propuesta de isologo está basada en el de la cruz y la llama que la Iglesia Evangélica Metodista Argentina usa corrientemente.
Formalmente, es un cuadrado que se rompe/expande al ser atravesado por la cruz. Perdiendo así su forma regular, su condición de tener cuatro lados iguales. Se buscó hablar de expansión, abrirse, salir, dejar y resquebrajar esa forma original para poder ir a otros, conocerlos, incluirlos. Todo eso forma parte del «descubrir y compartir». Para que ese descubrir y compartir no quede sólo dentro de las paredes de la comunidad/iglesia/persona, sino que salga a buscar todo lo que tiene para enseñarnos Jesús desde su evangelio, donde se puede ver que estaba, en gran parte, recorriendo las calles, con los que necesitaban, con los denostados por el sistema, etc. Esto se puede llevar a la realidad de la Iglesia Metodista Argentina como propuesta de romper con algunas cuestiones «tradicionales» para poder descubrir y compartir la vida que nos propone Jesús.