Hageo, palabras de ánimo para reconstruir

02 Ago 2022
en Episcopado
Hageo, palabras de ánimo para reconstruir

“Vayan al monte, y traigan madera, y reconstruyan mi casa. Yo pondré en ella mi beneplácito, y seré glorificado.” Yo, el Señor, lo he dicho.

Hageo 1:8

Reconstruir la casa del Señor es reconstruir el espacio donde se vive en el Nombre del Señor. No es construir una catedral, ni tampoco una capilla rural. Es construirnos y reconstruirnos como comunidades donde anticipamos el Reino de Dios, donde somos y seremos totalmente pueblo Dios y donde Dios vive y vivirá plenamente con nosotros.

Si leemos el libro de Hageo, que cabe en dos páginas de nuestras Biblias, rápidamente vemos que el tema de la profecía es dense prisa, reconstruyan la casa del Señor. Y por eso nos preguntamos qué significaba el templo en el pensamiento de Hageo, en tanto expresión de la voz de un pueblo, de sus ansias y esperanzas colectivas.

Hageo manifiesta una preocupación comunitaria por el templo, como elemento clave y organizador en la fe y en las esperanzas del pueblo. Probablemente este profeta era parte del llamado “pueblo de la tierra”, el campesinado de Judá, que ocupó la tierra en Palestina, después de la caída de Jerusalén. Deportada toda la gente que le servía a Babilonia, habían quedado en la tierra los pobres, aquellos y aquellas que nadan tenían.

La pastora, biblista y teóloga presbiteriana Alicia Winters nos ayuda a comprender algunas dimensiones simbólicas del templo en el contexto de las comunidades campesinas de Judá, es decir, en la cosmovisión del pueblo:


El templo proporcionaba continuidad con el pasado frente a los grandes cambios en la vida política del país. Era símbolo de la acción de Dios en medio de su pueblo. Simbolizaba la relación continua del pueblo con la tierra como lugar sagrado. Articulaba la identidad del pueblo y canalizaba su resistencia frente a la creciente penetración de las costumbres y exigencias de los conquistadores extranjeros. Creaba comunidad, proporcionando organización y estabilidad frente a la incertidumbre que prevalecía en todas partes. Hablaba de la presencia de Dios con su pueblo y así brindaba esperanza para el futuro. El templo es un proyecto y plantea una utopía, una esperanza.


Si pensamos que el mismo nombre de Hageo significa “celebrar”, remitiéndonos a las celebraciones llenas de júbilo en los festivales de Dios, podemos celebrar el nombre de Dios desde nuestras búsquedas, luchas y compromisos junto a nuestros pueblos y desde contextos de profunda adversidad, en los que la vida de nuestra gente está amenazada y en peligro.

Así compartimos con el profeta Hageo la reconstrucción de nuestra vida personal y comunitaria, así nos dejamos interpelar por su llamado a la reconstrucción del sentido de nuestras iglesias, así damos lugar a la propuesta de reedificación de nuestros pequeños “templos”, así descubrimos una esperanza vital e invencible en el proceso de construcción de comunidades alternativas, comprometidas con nuestro tiempo e historia, comunidades celebrativas de la vida nueva y esperanzada regalada por Dios.

Espero que te sepas convocado y convocada a descubrir el profundo sentido de ser comunidades de amor, fraternales y sororales en la presencia de Dios, reflejando la relación dinámica entre la solidaridad espiritual y el bienestar integral de nuestros pueblos.

Y te invito, hermana y hermano, a que hagamos juntos un ejercicio de interpretación desde nuestros contextos post-pandémicos vitales para nuestra eclesiología,


“en donde la reconstrucción de nuestras comunidades de fe bajo el concepto de Cuerpo de Cristo, la renovación de la vida cristiana tanto personal como comunitaria y la recuperación de la misión de Dios–en esta tercera década del siglo XXI–bajo la fuerza del Espíritu, que nos conmina con denuedo a trabajar por el reino de Dios en medio del mundo y de la historia, de cara a la futura “restauración de todas las cosas”

Luis Vásquez

“Para que Dios se vea Dios ahora,
hay que ir haciendo el Reino, a contramano
de cualquier otro reino; y es la hora
de que este mundo lobo sea humano”

Don Pedro Casaldáliga

Abrazo fraterno/sororal

Pastor Américo Jara Reyes
Obispo

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