Habitando la Vida, habilitando la Esperanza – Carta pastoral de Navidad

15 Dic 2020
en Episcopado
Habitando la Vida, habilitando la Esperanza – Carta pastoral de Navidad

“El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz;
sí, la luz resplandeció para los que vivían en un país de sombras de muerte.
Tú aumentaste el regocijo, y acrecentaste la alegría.”
Isaías 9: 2-3


Estos versos son parte de un canto del profeta Isaías, un himno de acción de gracias festejando que el Señor ha liberado al pueblo de la opresión. Esta luz liberadora consiste en lo mismo que el profeta anuncia: que un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Jesús es la luz del mundo que está viniendo a iluminar a este pueblo que andaba en tinieblas y oscuridad.

Pensar en la luz me lleva a pensar que allá en el siglo XVIII, Isaac Newton demostraba que la luz blanca del sol posee colores que van desde el rojo al amarillo, el verde y el violeta hasta finalmente volver al violeta. Es lo que se denomina la descomposición de la luz blanca, que demuestra que está constituida por la superposición de todos estos colores. Aunque ciertamente la misma naturaleza se había encargado de demostrarnos esta realidad que Newton va a poner en términos científicos. Luego de una lluvia o llovizna vemos aparecer el arco iris, fenómeno exquisito y enigmático que nos atrapó en nuestra niñez, y que todavía tiene la capacidad de hacernos detener para elevar la mirada y dejarnos sorprender por su belleza multicolor.

Diversos pueblos, culturas y tradiciones nos han transmitido sus relatos contando su comprensión de esta hermosa manifestación de la naturaleza. Y para el relato bíblico es la gran señal de la alianza perpetua que Dios ofrece a las generaciones venideras, garantizando la vida por siempre: “…pondré mi arco iris en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra” (Génesis). Y nos podemos preguntar con el gran poeta Pablo Neruda, “¿dónde termina el arco iris, en tu alma o en el horizonte?” (El libro de las preguntas).

Una luz ha brillado, una luz multicolor resplandece en medio de nuestra historia y nuestro mundo, provocando la convocatoria a una conversión personal, un nuevo nacimiento desde Jesús, luz del mundo que ilumina en medio de las tinieblas. Por esa luz, abandonamos todas nuestras tinieblas de mujeres y hombres viejos y nos incorporamos alegremente en la danza de la gracia y la esperanza que vienen con el niño, el Hijo que se nos ha dado.

En este niño luz, todas las promesas de Dios se convierten en su gran sí:


Sí a la vida para todas y todos
Sí a la paz y a la verdad
Sí a la diversidad
Sí a la liberación
Sí a la esperanza
Sí a la alegría
Sí a un mundo donde quepan todos los mundos
Sí a Dios con nosotras y nosotros


El nacimiento de Cristo será nuestro renacer y dejaremos que su luz y su gracia calen profundo en nuestras vidas y conciencias. En los relatos bíblicos aparecen los pastores como aquellos capaces de ver la luz y dejarse guiar por ella. Llamados y llamadas somos a ver la luz que nos lleva a lo nuevo y nos convierte en anunciadoras y anunciadores de la humanidad, la bondad y el amor compasivo de nuestro Dios.   El amor de Dios sale a nuestro encuentro y nos permite contemplar la novedad hasta en el sitio más oscuro del corazón humano. “Todo puede ser mentira, menos la verdad de que Dios es Amor y de que toda la Humanidad es una sola familia.” 

Dom Pedro Casaldáliga.

Hermandad amada, confiemos: hay una luz que ilumina nuestro camino por más sombrío que se presente. Aún cuando no tengamos claro el camino a seguir.  El niño, el hijo, lo sabe muy bien y nos lo comunicará. Avivando nuestra fe y esperanza, fortaleciendo una nueva, rica y profunda espiritualidad.


«Entonces las hojas que parloteaban, callaron como muertas; el viento que susurraba, quedó parado en el aire; el gallo que cantaba se calló en medio de su canto; las aguas del riachuelo que corrían, se estancaron; las ovejas que pastaban, quedaron inmóviles; el pastor que erguía su cayado quedó como petrificado; entonces, en ese preciso momento, todo se paró, todo se silenció, todo se suspendió: nacía Jesús, el Salvador de las gentes y del universo».

(Texto de la liturgia cristiana, citado por Leonardo Boff)

 

¡Feliz Navidad a todos y a todas!

Abrazo fraterno/sororal.

Pastor Américo Jara Reyes
Obispo



 

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