Escritura, medio ambiente y justicia ambiental
Podríamos decir que una clave con la cual nos identificamos la mayor parte de los que decimos ser cristianos y cristianas, es que Jesucristo es nuestro “Señor y Salvador.” Esta declaración breve y poderosa, resume e identifica, quiénes somos y quién es nuestro Dios Señor y Salvador. Sin embargo, si hiciéramos un repaso de las implicancias de los dos términos, es muy probable que reconozcamos que tenemos más presente a Jesús como Salvador, que como Señor.
Pero, ¿qué implica la palabra Señor? Sí vamos a las escrituras, podemos reconocer que una de las características de los Señores de la Biblia con la cual se identifica a si mismo Dios y posteriormente Jesús, es que tienen posesiones terrenales, son dueños de un algo concreto y material, entendiendo además que Dios es dueño de mucho más que de cosas materiales.
Nuestro Señor es dueño, tiene potestad, dominio, de aquello que es su propiedad. En las escrituras se nos menciona en reiteradas oportunidades que “Suya es la tierra, y todo lo que en ella hay” (Salmo 24.1; 1ºCo.10.26). También se nos dice, que uno de los fines con el que fuimos creados fue sojuzgar y señorear la tierra (Gén.1.28). Es así que nos hizo responsables de su propia creación, responsables de su tierra, y nos puso al nivel de señores, aunque no dueños.
En nuestro hablar/actuar cotidiano como cristianos y cristianas, también pensamos y vivimos como naturaleza caída, sabemos que el pecado nos ha corrompido y nos corrompe, y que la tierra ha sufrido corrupción a causa nuestra. Sabemos también, que en el futuro seremos liberados completamente de esa corrupción y veremos la gloriosa restauración de Dios (Ro.8.19-23). Pero… ¿y mientras tanto? Mientras tanto gozamos de la “salvación personal,” de la “vida abundante en Cristo Jesús,” y del comienzo del “Reino de Dios” (Mc. 1.15) inaugurado con Jesucristo, su vida, muerte y resurrección, y que tendrá su completo cumplimiento en su segunda venida… ¿y mientras tanto? Vale la pena preguntarnos, ¿es acaso la salvación algo solamente personal? ¿Está acaso separado nuestro espíritu de nuestra mente y de nuestro cuerpo? ¿Es que somos parte de un reino sin tierra? Podríamos decir que somos parte de un reino sin límites, pero no sin tierra.
La Escritura nos muestra que la justicia que Dios pide a su pueblo alcanza todos los niveles. En los profetas del AT, tenemos reiteradas denuncias contra el mal y la injusticia que se comenten contra Dios, el prójimo, el pueblo y las personas indefensas, incluso tenemos denuncias contra el abuso que se produce de la tierra, claro que aquí no pretendemos hacer una explicación exhaustiva de ellos, pero estamos invitados a una relectura de la Escritura desde esta perspectiva.
Es entonces en este contexto, que me parece necesario iniciar o profundizar la reflexión de ¿sí es justo que nosotros como hijos de Dios, como mayordomos de la creación, como anunciadores de la redención, tengamos muy poco para decir acerca de la violencia que la humanidad (de la cual somos parte) comete contra la tierra, y en consecuencia contra el dueño de la tierra? Qué pensamientos, reflexiones y acciones podemos plantear acerca de problemas tan cercanos como la gran cantidad de basura que producimos, dónde va, qué se hace con ella; el uso de la tierra por parte de las industrias agrícola, ganadera, minera, sin la planificación adecuada que deja consecuencias casi irremediables para la naturaleza y la sociedad; la emisión de efluentes contaminados en aguas que luego tomamos todos; y así la lista podría ser interminable. Y ante la abrumadora realidad de que la “casa se está viniendo abajo” porque los que somos “los responsables de cuidarla no hacemos nada”, apelamos a “esperar la redención de la tierra” ¿Y mientras tanto? Y mientras tanto el evangelio sufre descrédito, la tierra sufre degradación y la Escritura se torna vana si aquellos que nos decimos cristianos y cristianas no somos capaces “de hacer el bien” que se supone sabemos hacer.
Por Anahí M. Alberti D’Amato
Doctora en Ciencias Biológicas (Universidad Nacional de Salta, especializada en Química y Genética de poblaciones), integrante del Equipo Ministerial de CUIDADO GLOBAL de la CREACIÓN de la Junta General de Ministerios Globales, de la Iglesia Metodista Unida (EE.UU.) y Referente Pastoral de la Iglesia Evangélica Metodista en Salta.
El Estandarte Evangélico
Tercer trimestre 2016
Escritura, medio ambiente y justicia ambiental
Escritura, Mujeres y Justicia de Género
Escritura: Reforma y actualización
Escritura, compromiso político y ejercicio profético