En el día del Metodismo, descubriendo las raíces
El 24 de mayo es un día que toda/o metodista guarda en su memoria y está muy bien que así sea. Sin embargo, existen dos interrogantes que realizar: El primero es qué registramos de ese día (24 de mayo de 1738). El segundo: ¿es esa la única señal del comienzo del movimiento metodista?
Compartimos a continuación lo que Wesley describe en su diario acerca de la experiencia en la noche del 24 de mayo de 1738, a las 20.45 en una sociedad reunida en la calle Aldersgate:
“Sentí que confiaba en Cristo, sólo en Cristo para la salvación, y recibí una seguridad de que él me había quitado todos mis (en cursiva en el texto) pecados, aun los míos, y me había librado de la ley del pecado y de la muerte.”
Obras de Wesley, Tomo XI, p. 64
Wesley describe un sentimiento, que rápidamente define como “seguridad”, la certeza del perdón de Dios y que eso, consecuentemente, lo libraba de la ley del pecado y de la muerte. Esta seguridad, Wesley aclara que fue “recibida”, no obtenida por ninguna clase de conclusión o esfuerzo propio. En esto hemos de reparar: sin necesidad de mencionar la expresión que las Escrituras definen como gracia, a esto se está refiriendo Wesley. La experiencia que relata es consecuencia de una acción divina sobre su vida.
A esta altura de la descripción, cabe preguntarse porqué los metodistas, frecuentemente, recordamos este día como la “experiencia del corazón ardiente”. Wesley narra en su diario que “sentí un extraño ardor en mi corazón”. Esa es la señal de la experiencia que estaba viviendo y que inmediatamente relata, tal como hemos transcripto más arriba.
No estamos proponiendo un cambio de título a este día, pero sí, hacer justicia al hecho de que se pone el acento en la manifestación físico-emocional (corazón ardiente) y no en la experiencia que atravesó la vida de Juan Wesley que le permitirá llegar a su segunda vivencia de la gracia divina.
El 2 de abril de 1739, a las cuatro de la tarde, en una ladrillera, Juan Wesley vivirá otra experiencia que dará forma más ampliamente a la experiencia radical de la gracia divina, he aquí su relato:
“A las cuatro de la tarde decidí ser más vil (en cursiva en el texto original) y proclamé en los caminos las buenas nuevas de salvación a cerca de 3000 personas, hablando desde una pequeña ladrillera en un terreno fuera de la ciudad.”
Ob cit, p. 103
Esta decisión es el final de un proceso de varios días en la vida de Wesley., ya que el diario da cuenta de un encuentro con Whitefield el 31 de marzo, en el cual Whitefield logró convencerlo de la importancia de llegar a muchas personas que no están en la iglesia, para lo cual era necesario salir a predicar en las calles y en los barrios, por fuera del circuito oficial e institucional religioso de la época. Así lo cuenta Wesley:
“Al principio me fue difícil de aceptar esta extraña manera de predicar en los campos, de lo cual él me dio un ejemplo el domingo. Habiendo sido toda mi vida (hasta hace poco) tan tenaz de cada punto relacionado con la decencia y el orden que hubiera pensado que el salvar almas era casi un pecado si no se hacía en la iglesia.”
Ob cit, p. 103
Esta reflexión nos muestra en qué consistió el cambio de mirada sobre la misión de la iglesia. “cada punto relacionado con la decencia y el orden”, Wesley atravesó esa frontera y así descubrió que las Buenas Nuevas del Reino no caben en el molde institucional de la iglesia. Esta es la “vileza” que el orden establecido y las buenas costumbres no le perdonaron al creador del movimiento.
Otro dato curioso es que Wesley haya escogido esta expresión (“decidí ser más vil”) tomada de 2 Samuel 6: 22. Allí, el rey David, luego de ser acusado por Mical de danzar frente al Arca del Pacto, refuta las palabras de la hija de Saúl afirmando “su vileza” y dice que volvería a hacerlo. La escena es claramente transgresora, con respecto a lo establecido, pero justificada por la alegría del acontecimiento. Este dato resulta fundamental para Wesley para explicar su decisión: cuando ser fiel a Dios implica romper valientemente con el sentido común establecido.
Esta decisión del 2 de abril de 1739 será determinante para el rumbo del metodismo. Libre ya de las ataduras que se suelen construir a partir de la institucionalidad, puede vislumbrarse un horizonte más amplio para la misión, llegar a todas las personas y especialmente a todas aquellas que la institucionalidad no logra convocar.
Esta decisión de Wesley no puede separarse de la experiencia de haber recibido el perdón divino y vivir de acuerdo a esa convicción. Por eso, Aldesgaste y la ladrillera resultan como dos caras de una misma moneda. Lo que Dios ha hecho en nosotros, eso debemos llevarlo a todas las personas y especialmente a aquellas que no logran ser convocadas o aceptadas por los estilos y formatos de iglesia, que seguramente han sido muy útiles en otro tiempo, pero que en el presente no logran alcanzar a “toda criatura”.
En este 24 de mayo, conmemoremos (hacemos memoria juntos/as) la totalidad de las raíces metodistas, sumemos al recuerdo de aquella noche en el salón de la calle Aldesgate, la decisión por la vileza que llevó a los metodistas a las calles, los tugurios, las bocas de las minas y todo lugar donde el dolor humano está destruyendo la imagen de Dios en las personas.
Nos hace falta confiar sólo en Cristo, tener la seguridad de que hemos sido perdonados y decidir ser más viles, para despojarnos de todo aquello que nos impide correr la carrera que tenemos por delante.
Claudio Pose para CMEW