El valor de la oración
Quien no ha vivido la experiencia del encuentro con Dios en la oración, posiblemente encontrará extraño a un grupo de personas hablando en voz alta, dirigiéndose a alguien que no está presente a los ojos. En otras ocasiones, ese mismo testigo, podrá observar a una persona largamente en silencio, concentrada y relajada ¿Qué ocurre allí?
La oración es parte inherente a la experiencia de la fe. Sin embargo, suele ser un camino minado de obstáculos. Por momentos nace con una naturalidad inesperada, en otros casos, parece que subimos una pendiente sin que sea posible que nuestras energías nos asistan. Sea cual fuere tu situación actual, estimado/a lector/a, te proponemos un repaso sobre algunas consideraciones que Juan Wesley hace acerca de la oración en un sermón al que solemos volver en este espacio: Los medios de gracia (Sermón 16, Tomo I, Obras de Wesley).
Este sermón comienza con una serie de consideraciones sobre los medios de gracia, que incluye y en primer término a la oración. Por lo tanto, en este caso las repasaremos hablando específicamente de la oración. Haremos un punteo de algunos temas mencionados en este sermón.
- Medios y fines. La oración es un medio de gracia, una experiencia por la cual comprobamos y vivenciamos la gracia divina, su amor total hacia nosotros. Sin embargo, la repetición mecánica de la oración no la convierte en medio de gracia. Tampoco una expresión exterior en la que nuestro espíritu no participa. Dice Wesley: “Con el paso del tiempo, cuando el amor de muchos se enfrió, algunos principiaron a tomar los medios como el fin, y a hacer que la religión consistiera en una serie de prácticas exteriores en lugar de un corazón transformado según la imagen de Dios.”
- Una forma de agradar a Dios. El sermón describe a personas que no ponían el acento en las manifestaciones exteriores, pero que, de ese modo, con la oración agradaban a Dios, sin proponerse cumplir su voluntad. En las propias palabras de Wesley: “otros (…) imaginaron que, (…) sin embargo, había algo que complacía a Dios, algo que los haría aceptables ante su presencia, aunque no cumplieran exactamente las demandas de la ley, la justicia, la misericordia y el amor de Dios.”
- El riesgo de la novedad. La búsqueda equivocada de Dios puede llevarnos, por desesperación a ir tras lo nuevo, como en una cadena de pruebas con la esperanza de hallar paz interior. A quienes pasan o han pasado por esto, Wesley les advierte: “Estas personas frecuentemente están impacientes por su presente estado y tratan, por todos los medios posibles, de escapar de él. Siempre están listas a probar cualquier cosa nueva que produzca serenidad o felicidad.”
- Dios no lo necesita. En los errores de nuestra búsqueda, es posible que sin encontrar alivio, persistamos convencidos de que, aunque nada se produzca en nuestra vida de fe, Dios necesita que nos dirijamos a Él. Otra vez, Wesley, nos brinda claridad al respecto: “Dios no tiene necesidad de ningún medio, por cuanto puede hacer su santa voluntad valiéndose de medios o sin ninguno de ellos.”
- La oración no salva. Siempre es bueno recordar el principio protestante: sólo la fe en Jesucristo nos salva. Es su infinito amor por nosotros el que nos allana el camino a la plenitud de la vida abundante. Por lo tanto, nada de lo que nosotros hagamos puede sustituir esa gracia divina. Wesley lo aclara sobre los medios de gracia en general y por lo tanto, cabe para la oración en particular.
Modos de la oración
Si bien Wesley no desarrolla el tema de en qué forma orar, sabemos que aconsejaba siempre ceñirse al Libro de Oración Común de la Iglesia Anglicana y a la oración espontánea, siempre que fuera realizada desde el corazón humilde y sostenido por el Espíritu Santo.
Muchos textos bíblicos mencionan el sermón para explicar la oración, su actitud y práctica. Recomendamos su lectura y de allí se podrá extraer las citas bíblicas utilizadas. Un tema fundamental que Wesley señala es que la oración nos permite recibir la gracia de Dios, de aquí se infiere que este es un tema principal de la oración de los/as creyentes: “el que quiera recibir la gracia de Dios debe buscarla por medio de la oración.”
La experiencia de la oración es tanto personal como comunitaria para Wesley, dado que la participación en el culto de la iglesia y en el sacramento de la Cena del Señor, son considerados también medios de gracia. Del mismo modo, afirma el autor, que la oración puede ser privada, en soledad o pública en cualquier ámbito de la vida de la iglesia (culto, grupos, estudio bíblico, etc.).
Adentrarse en la aventura del encuentro con Dios en la oración, más que técnicas, requiere un deseo profundo (mi alma tiene sed de ti, dice el salmista). Y aun sin fuerzas, en ese encuentro hallaremos la firmeza para llevar adelante la voluntad que el Señor nos revele. Un pensamiento de Juan Wesley que ha iluminado con frecuencia la oración de quien escribe, dice:
“Lo que necesitamos es un deseo de conocer la plena voluntad de Dios, con una firme resolución de hacerla.”
Claudio Pose para CMEW