«Dice la esperanza: un día la verás, si bien esperas»

30 Nov 2023
en Episcopado
«Dice la esperanza: un día la verás, si bien esperas»

«Señor, ahora despides a este siervo tuyo, y lo despides en paz,
de acuerdo a tu palabra.
Mis ojos han visto ya tu salvación,
que has preparado a la vista de todos los pueblos:
luz reveladora para las naciones, y gloria para tu pueblo Israel.»

Evangelio de Lucas, 2: 29-32


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El tiempo de Adviento –se nos acerca la Navidad– es una llamada incesante a la esperanza: nos recuerda que Dios está presente en la historia para conducirla a su fin, llevándola hacia su plenitud, que es el Señor Jesucristo.

Dios es presencia activa en nuestra historia, es «Dios con nosotros», no está lejos y más bien vuelve a llamarnos a las puertas de nuestro corazón. ¡Dios peregrino que camina a nuestro lado y nos sostiene!

En medio de las vueltas y vueltas de nuestra historia, Dios no nos abandona, sino que nos ayuda a descubrir el sentido del camino, el significado del cotidiano, nos infunde valentía en las pruebas y en medio del dolor. En medio de las tempestades de la vida, Dios siempre nos tiende la mano y nos libra de las amenazas.

Por eso miramos a Simeón, el anciano justo y piadoso del Evangelio, que nos ayuda a comprender la esperanza con un profundo sentido, cuando creer en Dios se convierte en una espera activa para toda la vida. El Espíritu le brinda claridad en su mirada y ve con los ojos del Espíritu, reconociendo que estos humildes nazarenos traen en sus brazos al Mesías añorado y esperado.

Nos recuerda el salmista:


«Nuestra alma espera en el Señor,
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Nuestro corazón se regocija en él:
Nosotros confiamos en su santo Nombre».

Sal 32:20-21


Como pueblo nos encontramos ante algunas encrucijadas de diverso talante. Y como pueblo creyente luchamos por creer en la fidelidad de Dios a lo largo de nuestra historia, nos solidarizamos con toda la gente que vive ante las diversas complejidades del presente tiempo, y nos disponemos a confiar en su santo nombre, con ellos y por ellas, con todas y por todos.

Como creyentes hemos de esperar según la promesa, “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”. Este es el desafío que encontramos en la segunda carta del apóstol Pedro en el capítulo 3:13. Esta esperanza no se negocia y forma parte insustituible de nuestra identidad como seguidores y seguidoras de Jesucristo.

Como creyentes que vivimos en el mundo podemos ser víctimas del engaño y “del pecado que nos asedia”, pero no cedemos en lo que hemos sabido esperar, sabiendo que la fuerza de la esperanza nos conduce a una vida santa, justa y en paz.

Otras esperas y esperanzas esperanzadas…

Abraham en pleno desierto, esperando a la puerta de la tienda: ¿A quién se le ocurre a estar a pleno rayo del sol en la puerta de la tienda? ¿Qué esperaba? ¡El paso de Dios! Su súplica nos da la pista: “Señor, si te he caído en gracia, no pases de largo delante de tu servidor” (Gn 18: 3). Recordamos que Dios le había prometido un hijo, la promesa no era vista con claridad, pero la fe mantiene la espera…

Los pobres de Yavé, ¡los abandonados, los humildes que se refugian en las manos de Dios! Aquel resto fiel que no tiene nada, apenas su esperanza totalmente puesta en la promesa de Dios. Los Anawin se constituyen en el siglo IV antes de Cristo –por no adherirse al paganismo babilónico–. Cientos de años de fidelidad, espera esperanzadora. Van a permanecer firmes en la fe de los abuelos, esperanzados en que el consuelo de Israel llegaría algún día. Isabel y Zacarías, María y José, Ana y Simeón son la expresión de ese pueblo que sabe esperar esperanzadamente.

Hermano, hermana, ¿qué esperas?, ¿para qué esperas?

Afirmamos que la esperanza –compartida y vuelta a compartir con muchos otros y muchas otras– hace posible la alegría de orientarnos en comunidad, la alegría de encontrarle sentido a la vida a través de la fe, en la convicción de que Dios es el único y supremo fundamento de nuestra esperanza. Y de descubrir las señales de la gracia de Dios en la cotidianeidad de la vida.

Te dejo este pensamiento del teólogo J Moltmann esperando que motive el pensar, el orar y el vivir:


«[…] poseer una esperanza que ensancha el corazón significa ampliar el espacio de la libertad, mira el camino que hay por delante y capta el perfume del aire mañanero que alborea después del día gris».


¡Abrazo fraterno sororal!

Pastor Américo Jara Reyes,
Obispo



El título es una referencia a Antonio Machado. «Dice la esperanza»
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